Cristián
Precht, Vicaría
1. ¿Cuáles son las consecuencias o puntos positivos
del Concilio Vaticano II para la Iglesia Católica?
El Concilio Vaticano II ha sido la mayor bendición para
la Iglesia en el siglo que se fue. Lo convocó el Papa Juan
XXIII, recientemente beatificado, y sus decisiones fueron siempre
aprobadas por la inmensa mayoría de los Obispos del mundo
y promulgadas por los Papas Juan XXIII y Pablo VI.
Me
parece que la palabra más autorizada que se ha dicho al
respecto la ha pronunciado el Papa Juan Pablo II en su Carta de
inicios del Milenio (Enero 2001) en que se refiere reiteradamente
al Concilio:
"¡Cuánta
riqueza, queridos hermanos y hermanas, en las orientaciones que
nos dio el Concilio Vaticano II! Por eso, en la preparación
del Gran Jubileo, he pedido a la Iglesia que se interrogase sobre
la acogida del Concilio. ¿Se ha hecho? (...) A medida que
pasan los años, aquellos textos no pierden su valor ni
su esplendor. Es necesario leerlos de manera apropiada y que sean
conocidos y asimilados como textos cualificados y normativos del
Magisterio, dentro de la Tradición de la Iglesia. Después
de concluir el Jubileo siento más que nunca el deber de
indicar el Concilio como la gran gracia de la que la Iglesia se
ha beneficiado en el siglo XX. Con el Concilio se nos ha ofrecido
una brújula segura para orientarnos en el camino del siglo
que comienza".
2.
¿Cuáles son aquellos aspectos negativos o perjudiciales
para la Iglesia Católica, que provocó el Concilio
Vaticano II?
El Concilio no provocó nada negativo ni perjudicial para
la Iglesia. La purificó y la puso al día, movido
por el Espíritu de Jesús. Los males vienen de lecturas
sesgadas, o bien, de la negativa a aceptar sus dictados. Por eso,
quien estudia en serio sus Constituciones y Decretos no puede
sino bendecir a Dios por esta gracia que no terminamos de asimilar.
De
hecho, el Papa Juan Pablo II que ha llevado adelante 25 años
de ministerio incansable desde la Sede de Pedro, ha dedicado su
ministerio a poner en práctica de este Concilio providencial.
3. ¿Cómo se vive actualmente el Concilio Vaticano
II? ¿Se aprecian hoy los cambios que se introdujeron?
La renovación litúrgica nos ha llevado a orar en
nuestras propias lenguas y a recuperar en ella la lectura completa
de las Sagradas Escrituras.
La
Constitución sobre la Iglesia nos ha aclarado el sentido
de nuestra misión. La restauración del Diaconado
Permanente es hoy un beneficio inmenso para nuestras comunidades.
El
Ecumenismo y el Diálogo interreligioso nos han llevado
a sanar heridas del pasado y a proyectar un futuro promisorio
en la relación con otros credos.
La
Constitución de la Iglesia en el mundo, nos ha clarificado
nuestra misión social, la promoción de la familia,
el valor evangélico de los derechos humanos.
La
Constitución sobre la Divina Revelación nos ha llevado
a la Lectura Orante de la Sagrada Escritura. La presencia de la
Iglesia en las diversas áreas del quehacer humano, promoviendo
el protagonismo laical y el diálogo con la cultura... por
sólo nombrar algunos beneficios, nos dejan en deuda con
estos padres de la Iglesia, pastores visionarios que se reunieron
en el Concilio, presididos por el Papa Juan XXIII.
La
verdad, tal como pide el Papa Juan Pablo, hay que darse el tiempo
para leer y releer el Concilio, y dejarse iluminar por el Espíritu
del Señor.
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