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“Las nuevas caras del Rock”. Ese era el título de Rolling Stone en abril de 1992. Su portada traía a una banda que para ese entonces ya había dado mucho que hablar: Nirvana. El líder del grupo, un joven de pelo rojizo, jeans desgarbados y chaleco de lana, llevaba encima una polera que versaba “las revistas corporativas apestan”. Eso era lo que buscaban. Irreverencia. Poder reírse de todo y de todos. Ir casi en contra de todo lo establecido. Era la esencia del grunge. Sin embargo Nirvana no inventó este movimiento, fue la voz más visible y masiva. La generación sin nombre, como muchos la llamaron, nace a mediados de la década de los 80, liderada por bandas más bien alternativas como Melvins o Mudhoney, que debían su música a una fuerte influencia del heavy metal con una cruda mezcla de punk. Del primero no sólo tomaron los riffs. La irreverencia y honestidad también fue uno de sus aportes. Ser rupturistas y creer en la filosofía del “no future” fue un claro legado del punk inglés de los 70. Pero el asunto va más allá de lo meramente musical. También es territorial. La Generación X nace en Seattle, una ciudad que fuera de Jimi Hendrix nunca había dado que hablar. Era una ciudad más bien olvidada, que había cedido paso a grandes urbes como Nueva York, San Francisco y Los Angeles. Camisa escosas, de franela o leñadora, pantalones desgastados y generalmente rotos, poleras con impresiones hechas a mano, zapatillas de cualquier color pero usadas, pelo largo, sucio y teñido formaba parte del “uniforme” grunge.
Eran perdedores, jóvenes que terminaban la educación y no tenían más destino que seguir el camino de sus padres y abuelos. No tenían voz y nadie quería escucharlos. Siempre tuvieron una fuerte influencia nihilista: sólo importaba el aquí y el ahora, el resto tal vez nunca llegaría a existir. Por eso los excesos y el pesimismo se hicieron parte fundamental de sus vidas. Pero septiembre de 1991 cambió sus vidas. El lanzamiento mundial del disco Nevermind fue el trampolín que transformó a Nirvana en una banda conocida en el mundo entero. MTV se encargó de difundir “Smells like teen spirit” hasta el cansancio y, de paso, lo transformó en un himno generacional. Atrás quedaban figuras como Mariah Carey, M.C. Hammer, Wilson Phillips, Bryan Adams, Roxette, Paula Abdul, Sinead O’ Connor o el rey del pop, Michael Jackson. La era del pop parecía haber muerto. Pronto los charts se colmaron de emergentes bandas nacidas en Seattle. Pearl Jam, Candlebox, Alice in Chains, Mad Season, Soundgarden, Mother Love Bone y Temple of the Dog ocuparon varias de las casillas que antes sólo pertenecían a estrellas del pop. Estas jóvenes bandas eran las nuevas caras del rock. Con este inesperado triunfo Nirvana se transformaría en la voz de los sin voz. Kurt Cobain de la noche a la mañana sería el vocero de esos miles de jóvenes que sentían rabia contra una sociedad que no los escuchaba, que los obligaba a tomar caminos que ellos no elegían y les reprochaba cada uno de sus conductas.
Pero la fiesta duraría poco. El excesivo consumo de drogas por parte de los líderes de muchas bandas como Layne Staley (Alice in Chains), Scott Weiland (Stone Temple Pilots) y Kurt Cobain (Nirvana) pronto llevaría a la decadencia o extinción de estas bandas. La muerte de Cobain el 5 de abril de 1994 marcó un quiebre en el movimiento. Todos lamentaron su deceso mientras reflexionaban qué había gatillado el suicidio. Algunos decidieron tomar con más calma su vida de rockeros, otros dejaron las giras y los menos pensaron en apartarse definitivamente de este camino. Sin embargo lo que
definitivamente acabó con el movimiento fue la fama. Cobain,
líder natural del grunge, repitió hasta el cansancio que
la fama lo había destruido. Las bandas restantes corrieron similar suerte. Candlebox luego de un pobre tercer álbum (Happy Pills, 1998) decidió disolverse. Mad Season corrió la misma suerte en 1995 con su disco Above. Soundgarden, que había dado vida al movimiento en 1988 editó su último disco en 1996 (Down on the Upside) y un año después anunció su separación. De todos los precursores, el único grupo que aún se mantiene vigente es Pearl Jam que luego de Vitalogy, en 1994, abandona casi por completo las raíces del grunge que lo vio nacer, abocándose a otros estilos mucho más tranquilos y conceptuales. ¿Y que fue del baterista y el bajista de Nirvana? Dave Grohl ha sido quien más éxitos ha cosechado tras la disolución de Nirvana. En 1995 formó Foo Fighters, donde se desempeñó como guitarrista y logró un buen recibimiento con su disco debut (Foo Fighters, 1997). Actualmente ya han editado su cuarto disco, One by One, el que los ha llevado de gira por gran parte del mundo. Paralelamente ha participado como baterista de la banda Queens of the Stone Age con la cual grabó el disco Songs for the Deaf el 2002. Krist Novoselic no corrió igual suerte. Su única incursión musical fue con el dúo Sweet 75, con la cual sólo editó un disco homónimo en 1997 que fue duramente criticado. Fuera de ello ha realizado algunas presentaciones en Seattle con el ex Dead Kennedy, Jello Biafra, y el ex guitarrista de Soundgarden, Kim Thayil. En 2002 formó Eyes Adrift, grupo compuesto por miembros de Meat Puppets y Sublime, con el que editó un disco homónimo que pasó prácticamente inadvertido. Poco después de esto, anunció que dejaría el negocio de la música para dedicarse a la política. Francisco Álvarez
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