Reservado Juan Carlos Valdivia
Sabores naturales en la mesa Miércoles
13 de octubre de 2004
Las leyendas populares suelen asociar
a las casas abandonadas con historias de terror, de viejos
fantasmas que deambulan por sus pasillos asustando al que
se cruce en su camino.
Hay excepciones. Una de ellas es el "Osadía",
un restaurante que ocupa una vieja construcción en
calle Tobalaba, casi al llegar a Lota. Su fachada, sobria
y elegante, oculta bien el ambiente que recibe a los comensales
que se dejan tentar por los recomendados sabores de su cocina,
que ha sido distinguida como una de las mejores de Santiago.
En el interior del local del Chef Carlo Von Mühlenbrock,
lo importante es la comida y la decoración está
"postergada" a un segundo plano. Lo único
que rompe su simpleza son las lámparas, que parecen
largas enredaderas que dejan caer sus ramas sobre las mesas.
Juan Carlos Valdivia conoce bien los secretos de la cocina
del "Osadía". Su amistad con Von Mühlenbrock
lo ha transformado en uno de los comensales habituales de
este restaurante, que le gusta porque "uno viene a la
segura, sabes que siempre vas a comer rico y, además,
te atienden súper bien".
Su opinión tiene un condimento especial. En la década
de los '90, junto a Claudia Conserva (su esposa), Álvaro
Salas y Alfredo Alonso, incursionó en el negocio gastronómico
con un rincón de comida chilena, el "Ceacheí".
Una aventura que sólo le dejó "varios kilos de
sobrepeso y varios recuerdos entretenidos, porque lo pasábamos
súper bien", recuerda.
"Antes de que comenzara la moda por la farándula, todos
se reunían ahí. El equipo de "Viva el lunes"
se juntaba después del programa en el 'Ceacheí', Zamorano
también iba", afirma mientras disfruta un plato de conejo,
su menú habitual cuando viene al "Osadía".
En materia de gustos, la tolerancia es lo que prima en Juan Carlos
Valdivia. "Mi comida favorita son las pastas, pero puedo comer
cualquier cosa, no tengo problemas", un hábito que adquirió
en sus largos veraneos en Morrillos, donde los infaltables tallarines,
además de puré y el arroz, eran su dieta básica,
y las machas sacadas con el talón, el acompañamiento
perfecto.
El paladar también lo ha templado gracias a su gran afición:
viajar. Ha recorrido casi 60 países y en ellos ha probado
de todo, desde serpientes hasta poco conocidos animales africanos,
durante la travesía que hizo para un programa de viajes que
tuvo en Mega.
Una costumbre que no ha dejado es la de tomar cerveza: "Todos
los días en la tarde, cuando llego a mi casa, me tomó
tres latas mientras como algo y veo alguna película o un
programa en los canales de viaje del cable".
La idea de meterse a la cocina y transformarse en el amo y señor
de los sartenes, cucharas de palo y aliños no es su mayor
pasatiempo. Él prefiere diseñar y hacer cosas, como
la casa que tiene en Tunquén con Claudia Conserva, un lugar
que salió de su imaginación y que tiene una cocina
modelada a su gusto, amplia y con todas las comodidades para preparar
pizzas o pastas, sus especialidades.