Valparaíso de mi amor

Ascensor Barón Ascensor Barón y mirador Portales

Fredy Frías lleva 10 años trabajando como ascensorista en el cerro Barón. Se inició en la mantención de los carros, pero pronto aprendió a manejarlos, convirtiéndose en el encargado de hacer que las cabinas cargadas de pasajeros suban y bajen.

El ascensor Barón, de procedencia alemana, funciona en el puerto desde 1906, y fue uno los primeros en usar el mecanismo eléctrico para el desplazamiento. Antes, según cuenta Frías, utilizaban un sistema de presión de agua para que los dos carros que lo componen recorran los 100 metros entre las dos estaciones por una pendiente de 30 grados.

Funciona todos los días del año, salvo cuando entra a mantención. En la ciudad porteña existen unos 15 elevadores en los distintos cerros. Todos, salvo uno, funcionan con el sistema de pendiente, haciendo que un carro suba, mientras el otro baja. El único distinto es el ascensor Polanco, construido en 1915 y que tiene ascensión vertical de 90 grados. Sube como un ascensor común y corriente. Pero su particularidad es que para llegar a él hay que cruzar un húmedo y oscuro túnel por debajo del cerro del mismo nombre. Actualmente está en reparación, por lo que no es posible utilizarlo.

Mirador Portales Tras cancelar un precio que varía según cada ascensor (no supera en todo caso los $150 y de bajada siempre es más barato), el breve recorrido nos lleva desde Avenida España, hasta Avenida Diego Portales en el cerro Barón, en la parte norte de la ciudad de Valparaíso.

Desde ahí caminando a la izquierda se llega rápidamente al Mirador Portales. Si hay algo que caracteriza al puerto es que en todos sus cerros hay miradores hacia la costa. Las vistas son impresionantes y bien vale la pena quedarse ahí un rato, observando el movimiento de lanchas y barcos.


Iglesia San Francisco de Barón Iglesia San Francisco

En el mismo cerro Barón se ubica la conocida Iglesia San Francisco de Barón, declarada Patrimonio Nacional. Aunque antiguas, poderosas columnas de ladrillos sostienen la alta torre del templo, que clama por una restauración que todavía no se concreta. En su interior, su aspecto cambia, ya que la madera debió reemplazar a los ladrillos que fueron consumidos por un incendio en 1982. Son 14 pilares que forman hermosos arcos. Antes de que se inicie la misa, el canto gregoriano recibe a los feligreses que previo a tomar asiento, recorren los costados de la nave para orar ante las figuras de San Francisco, San Antonio y Santa Rita de Casta.
Iglesia vista desde el mar

En 1845 se inició su construcción, pero su origen data de 1664, cuando se ubicaba a los pies del cerro y era llamada Iglesia San Francisco del puerto. Tras ser trasladada al Barón, se convirtió en un convento franciscano. Víctor Pizoltty es actualmente su guardián. Cuenta que desde entonces, la torre se transformó en un verdadero faro para los navegantes quienes desde el mar pueden apreciar a simple vista el campanario. “Ahí está pancho”, decían, sintiendo que cada vez estaban más cerca de arribar a Valparaíso.





Mercado El Cardonal Mercados y avenidas principales

La cercanía hacia el centro se evidencia en la mayor concentración de vehículos, en especial del transporte público. Las calles apretadas y estrechas parecen no poder contener la avalancha de micros, taxis y trolleys que avanzan bordeando el puerto y subiendo a los cerros.

Ahí, por avenida Brasil se alza el Mercado El Cardonal. Locales de frutas, verduras y mariscos atestan el primer piso, mientras que en una segunda planta se establecieron marisquerías y restoranes. “Doña Tatito”, “El Rincón de Pancho” o “La Cabaña de Miguel” (que rinde homenaje al querido Wanderers), son algunas de las "picadas" para almorzar.

Pero como buen puerto, Valparaíso tiene otro lugar para probar de primera mano los productos que entrega el mar. El Mercado Puerto se emplaza al sur de la Plaza Sotomayor, en las calles Blanco con San Martín. Para llegar ahí hay que recorrer antes algunas de las principales y más características avenidas de la ciudad. Tomando, por ejemplo, un trolley desde avenida Argentina (a los pies del cerro Barón) es posible conocer la Reloj Turriavenida Pedro Montt, con su gran movimiento y rodeada por tiendas comerciales. Pasa por el gran edificio del Congreso Nacional, la plaza O’Higgins, con sus antigüedades los fines de semana, el parque Italia y la plaza Victoria, en el centro mismo de Valparaíso.

Desde ahí nace la calle Condell, donde se alzan los más antiguos edificios de la ciudad. Ahí está la Municipalidad y el Palacio Lyon. En la plaza Aníbal Pinto pasa a llamarse Esmeralda y recorre el diario El Mercurio de Valparaíso y los edificios de bancos. Cuando se enfrenta a la torre del reloj Turri, toma el nombre de Prat, donde se alza la Bolsa de Valores, el Palacio de Justicia y la Comandancia Naval en plena plaza Sotomayor. Es un recorrido imperdible, por calles estrechas, edificios antiquísimos y pasajes que conducen a las escaleras de los cerros porteños.


Plaza Victoria Plaza Victoria

Es la principal plaza de Valparaíso
. Árboles, palmeras, esculturas y una fuente de agua conforman un paisaje que completan las parejas de la mano, y los padres contemplando a sus hijos correr y jugar con palomas y cochecitos a pedales que se arriendan. Por la calle Edwards, a un costado de la plaza, se emplaza la Iglesia Catedral de Valparaíso, construida en la década del 30 en el terreno donado por Juana Ross de Edwards.

Museo a cielo abiertoMuseo a cielo abierto y cerro Bellavista

En la intersección de las calles Huito y Aldunate comienza el ascenso hacia el Museo a cielo abierto, llamado así por la serie de pinturas que distintos artistas pintaron en los muros del cerro Bellavista. Inaugurado en 1992, tiene alrededor de 20 obras que es posible apreciar tras subir por interminables escaleras o por el ascensor Espíritu Santo. Gracia Barros, María Martner, Roberto Matta y Nemesio Antúnez, son algunos de los creadores que dejaron estampados sus visiones murales. Pero además de pinturas hay también diseños con piedras en el piso, como el que hizo Matilde Pérez.

Cerro Bellavista Se repite en este cerro la espectacular vista panorámica sobre la bahía porteña. Calles empinadas llevan a lugares reconocidos como el restaurante Gato Tuerto, que además de tener acceso a la Fundación Valaparaíso, cuenta con un salón de té, un café con Internet y con venta de artesanía. Más arriba, está una estatua de un Cristo que vigila desde 1904 el puerto.

Los colores pasteles aparecen en las renovadas casas alegrando las subidas y haciendo honor al nombre del cerro. Por todos lados es posible obtener las mejores vistas del puerto.

La SebastianaLa Sebastiana

Cuesta arriba por la calle Ferrari un grupo de niños juega una difícil pichanga de fútbol. Un muchacho se ubica lejos del resto con la misión estratégica de impedir que el balón ruede cuesta abajo por la pendiente de la calle. Cuando la detiene le cuesta otro tanto patearla con la fuerza necesaria para que llegue hasta sus compañeros que lo esperan arriba.

Al final de Ferrari, poco antes de juntarse con avenida Alemania, se ubica La Sebastiana una de las casas del poeta Pablo Neruda. Conchitas y vitrales dan la bienvenida en un amplio jardín. La casa es como un loft, con cinco pisos, en todos los cuales el Premio Nobel de Literatura tenía espectaculares miradas del puesto.

Fue inaugurada por Neruda en 1961. Como sus otros hogares (En Santiago e Isla Negra), La Sebastiana se caracteriza por sus adornos y colecciones, cuadros con temática marítima, libros, un bar pequeño y lleno de cachureos y un baño con la puerta calada.

TrolleyTrolley

Hay distintas alternativas para conocer el centro de Valparaíso. Puede ser en automóvil o micro, aunque caminando también es mejor, ya que hay muchas partes donde detenerse. Pero viajar en un clásico trolley es una buena alternativa.

Carlos Hernández lleva 20 años manejando los buses eléctricos. La máquina que conduce ahora es del año 66, pero está como nueva. Dice que le costó muchísimo acostumbrarse a su manejo, pero que con el tiempo aprendió que el bus puede alcanzar una velocidad máxima de 60 kilómetros, pero que en la mayoría de la ruta es mejor ir muy despacio. Además sólo puede moverse tres metros hacia cada lado de la pista por donde va el trazado de cables que le transmite la electricidad.

En Valparaíso existen 14 líneas de trolleys. Hay unos más grandes que otros, pero son capaces de transportar en promedio a unas 30 o 40 personas sentadas. Su valor también es relativo, pero no supera los $200. Tienen distintos colores y hay algunos que tienen pintados dibujos animados para hacerlos más atractivos. Los trolley son queridos en el puerto. Incluso, cuando dejan de utilizarse son traslados a un recinto conocido como el cementerio de los trolley.

Café TurriCerro Concepción

Hace 125 años, la casa donde hoy luce el café Turri, en el cerro Concepción, pertenecía a extranjeros, ingleses, alemanes y franceses. Hoy fue refaccionada, creándole una terraza con hermosa vista al mar, pero mantiene la misma escalera que lleva al segundo piso, explica su actual dueño, Raúl Alcázar. Es un restaurante muy elegante, adornado por cuadros relativos al mar, con una escalinata de mármol a la entrada y un bar clásico y fino. Debe su nombre, según el hermano del dueño, al conocido reloj Turri, aunque no está ligado a él.

Saliendo de ese lugar, está el
Paseo Pastor Schmidtpaseo Gervasoni, con adoquines y otra espectacular mirada, pero esta vez hacia el cerro Concepción. Ahí se encuentra la Fundación Renzo Pecchenino, más conocido como Lukas, el desaparecido dibujante de historietas de humor en diarios porteños y también de Santiago.

El paseo Pastor Schmidt reúne casas de colores y una gran vista al cerro Alegre. Y también está el paseo mirador Atkinson desde donde se accede al café Brighton y donde nacen las interminables escaleras que llevan de vuelta cuesta abajo del cerro hasta la calle Prat, el centro mismo de Valparaíso.


Monumento a los Héroes de Iquique Plaza Sotomayor, monumento y esmeralda

En la plaza Sotomayor confluyen las principales avenidas de Valparaíso. Pero además, rodeada por edificios de la Armada, se alza el Monumento a los Héroes de Iquique. El escultor Dennos Pierre Puech construyó la estatua de Arturo Prat, que está acompañada por otras figuras de marinos. Fue inaugurado el 21 de mayo de 1886. Bajo el monumento de 19 metros de altura, se encuentra la cripta donde están sepultados los restos de Prat Carlos Condell e Ignacio Serrano, junto a otros marinos que participaron en la gesta.

Ningún turista puede irse de Valparaíso sin sacarse una fotografía junto al inmenso monumento, aunque tampoco nadie debería dejar de pasar la oportunidad de conocer la primera Esmeralda.

Partes de la primera Esmeralda Cuando se construyó el estacionamiento subterráneo de la plaza Sotomayor, varios porteños vieron como una de sus creencias se hacía realidad. Luego de ser capturada a los españoles por Lord Cochrane en 1820, el primer buque Esmeralda chileno encalló en el puerto de Valparaíso. Por esos años la mar llegaba hasta donde hoy se alza el edificio de la Comandancia de la Primera Zona Naval. Sin embargo, con los años, se decidió que el barco se rellenara con arena y se utilizara como base para construir lo que sería el primer muelle porteño, el muelle Esmeralda.

El olvido hizo "desaparecer" el navío, quedando bajo la plaza Sotomayor. Ahora, sus restos son dados a conocer en el Museo In Situ, ubicado en el centro de la misma plaza y es motivo de orgullo para los porteños.

Paseo en lanchaPaseo en lancha

Además de comer churros, ver artesanía local y marearse con la interminable entrada y salida de camiones al Terminal Pacífico Sur, el muelle Prat es visitado por una gran cantidad de gente para apreciar de cerca los inmensos barcos pesqueros y de transporte de las exportaciones chilenas a Estados Unidos, Europa y Asia.

Pero para quien quiera ver más de cerca los navíos e incluso recibir el saludo de los marinos de las fragatas de guerra, entonces resulta imprescindible un paseo en lancha por la bahía.

Cargadas de animados "turistas", los botes a motor partes realizando un recorrido interesante, ya que además de mostrar a los gigantes navíos, permite tener una nueva visión de Valparaíso. Si desde los cerros se tienen vistas hermosas de la costa, desde una lancha se obtiene una espectacular panorámica de los cerros porteños.

La zona del Molo de Abrigo, una enorme construcción de concreto de 2200 metros de largo Buque Esmeralday más de 30 de profundidad, le da a la costa, desde 1917, la tranquilidad necesaria para que los buques se acerquen a la costa. Minimizando el bravo oleaje de alta mar.

Están también los buques de guerra de la Armada donde trabajan los marinos. Resalta la fragata Williams, de origen inglés que llegó hace algunas semanas a integrarse a la escuadra nacional. Pero el barco que más llama la atención es el buque Esmeralda, que tras retornar de sus viajes de instrucción se detiene en el puerto de Valparaíso.


Caleta El MembrilloPlaya y caleta El Membrillo

Imposible no pasar por la Caleta El Membrillo. Nada mejor que disfrutar de un buen pescado en este restaurante a la orilla del mar. Además de la ambientación marítima que todo lugar porteño tiene, esta caleta goza del infaltable acompañamiento musical durante el almuerzo.

Mario Solar canta diariamente el tema oficial de Valparaíso, "La Joya del Pacífico", así como otros valses porteños junto a su grupo Dilema. Lleva 25 años recorriendo distintos lugares con su música ya que, dice, es una tradición para acompañar el almuerzo.


Vista desde el paseo 21 de mayoAscensor Artillería y paseo 21 de mayo

Nada mejor para terminar el recorrido, que quedarse con otra bella panorámica del puerto. Desde la plaza Wheelwright, donde está la Aduana, se accede al ascensor Artillería. Fue construido en 1892 y recorre unos 170 metros. Es, además, uno de los más utilizados por los porteños. ¿La razón? Arriba está el paseo 21 de mayo, uno de los más hermosos de Valparaíso. Desde ese punto se observa casi de perfil la costa y las faldas de los cerros. Hay, como en casi todas partes, ferias artesanales, frente al Museo Naval.

Texto y fotos: Felipe Gálvez T.
El Mercurio en Internet


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