SANTIAGO.- Cuando en 2012 apareció la primera generación del Mazda CX-5 en el mercado local, lucía como un SUV sin grandes novedades y atractivos en su figura. Más bien contaba con una estética conservadora que a simple vista no destacaba. Sin embargo, este año llegó a Chile la segunda generación del SUV japonés, que en este aspecto cuenta con más de un punto sobresaliente.

Con respecto a esto, le ayuda mucho el nuevo color que la marca promociona, y que por la cantidad de modelos que se ven en la calle con esta tonalidad. Lo cual infiere la buena recepción que ha tenido con los usuarios. Hablamos de la vestimenta Soul Red Crystal, en las que se aprecian de mejor manera las líneas definidas y sólidas que rodean su figura. Si se mira de frente, cautivan los focos que han sido afinados y que cuentan con un delineado que finaliza en la parte interior y que dan paso a las líneas que siguen la parrilla, lugar donde se muestra más llamativamente el logo de la gaviota de Mazda.

Por otra parte, es visible que el pilar A (zona delantera) se desplazó en 35 mm, esto para que recibiera un look más deportivo, el que fue logrado con éxito. Claro que es innegable que la marca nipona en el sentido de diseño no está irrumpiendo ni quebrando ninguno de sus esquemas, ya que la apariencia sigue la esencia y sello que ya venía mostrando la firma en los otros integrantes de la gama.

Sin duda que los SUV’s fueron concebidos como vehículos familiares aptos para la ciudad. Pensando en ello es que el habitáculo del nuevo Mazda CX-5 ahora se presenta más amplio y acogedor, con una óptima ergonomía que permite lograr, tanto para el conductor como para los pasajeros, una buena postura de viaje.

Para quien conduzca y haya estado detrás del volante del antecesor, se podrá dar cuenta de que el panel central ahora es más alto y ancho, lo que ayuda a que el conductor pueda controlar sin distracción los elementos. Además, para evitar los descuidos en ruta, sumaron un head up display que proyecta la información de velocidad y asistencias al piloto en el parabrisas, lo que permite que no se desvíe la mirada del camino. La insonorización es otro de los puntos claves en el nuevo SUV de la casa japonesa, y cómo no si se realizaron más de 30 mejoras en este punto. Con respecto al equipamiento, el fabricante nipón conserva el sistema MZD Connect, que incluye una pantalla táctil de 7’’ y sistema GPS que es muy amigable de utilizar.

La motorización que aloja esta versión de prueba es la GT ($21.690.000) bencinera de 2,5 litros, capaz de producir 185 caballos de potencia y 250 Nm de torque, asociado a una transmisión automática de seis marchas. Tanto la capacidad del propulsor como la de la caja de cambios para reaccionar acorde a los requerimientos del usuario son dos aspectos a destacar, ya que sobre todo para los vehículos de este segmento, tienden a ser menos ágiles. Sin embargo, el Mazda CX-5 deja la vara alta en este sentido. Esto se debe a la dinámica de la tecnología Skyactiv, y a al nuevo control de marchas en la transmisión que, a través de sensores, puede pronosticar la intención del conductor. A ello se suma la optimización en la respuesta del acelerador.

Y también, como parte del plan de ADN de la marca por hacer que toda su gama cuente con las mismas tecnologías, el SUV mediano cuenta con el sistema G-Vectoring Control, que mejora el comportamiento del chasis gracias a la optimización del torque. Asimismo, la carrocería también fue mejorada y se incrementó en un 15% su rigidez. Además, las asistencias al conductor que incluye, como el monitoreo de punto ciego y de tráfico cruzado trasero, sistema de frenado inteligente en ciudad, advertencia de mantenimiento de carril y alerta de cansancio del conductor, son advertencias que en la cotidianeidad y en el manejo en ciudad se agradecen bastante.