VADUZ.- El exceso de confianza y la falta de inspiración ayudaron a Portugal a empatar con Liechtenstein, por un escandaloso 2-2, después de terminar la primera mitad con ventaja de 0-2, en un partido por las Eliminatorias europeas para el Mundial de 2006.
Los hombres entrenados por el brasileño Luiz Felipe Scolari, que en junio se proclamaron subcampeones europeos en su país, carentes de ideas, no pudieron con los batalladores jugadores del pequeño principado alpino, que les plantaron cara durante los 90 minutos y les humillaron con la igualdad en el marcador final.
El partido, disputado en el Estadio del Parque del Rhin, ante los 3.500 espectadores para los que tiene capacidad ese terreno de juego, tuvo una primera mitad en la que los portugueses ya pecaron de exceso de confianza, aunque cumplieron con el pronóstico y se impusieron a los locales.
Un gol de Pauleta, a los 23 minutos, y un autogol de Daniel Hasler, un cuarto de hora más tarde, permitieron a los de Scolari ir al vestuario con una cómoda renta, que podría haber sido mayor al término del encuentro, de no haber pecado de exceso de confianza y haberse relajado en la segunda parte.
Franz Burgmeier, en el minuto 58, y Thomas Beck, en el 75 que estuvo muy batallador durante los 90 minutos, hicieron justicia para los de Liechtenstein, que no arrojaron la toalla en ningún momento, entre la desesperación y la impotencia de los portugueses para lograr un último tanto que les devolviese la condición de favoritos.
Tras las dos victorias en los juegos precedentes, se esperaba una más holgada de los de Scolari, pese a las ausencias voluntarias de algunos pesos pesados, como el madridista Luis Figo o el milanista Rui Costa, que pesan gravemente sobre el combinado luso.
No obstante, el seleccionador había pedido antes del encuentro respeto para el rival y no caer en el exceso de confianza.
Pero ni el barcelonista Deco fue el motor que los portugueses precisaban, ni lo fue Maniche, ni el capitán Pauleta encontró el camino del gol, ni el jovencísimo Cristiano Ronaldo exhibió su puntería, ni defensas como Ricardo Carvalho, del Chelsea, o Jorge Andrade, del Deportivo de La Coruña, estuvieron a la altura.
El próximo miércoles, en su camino mundialista, los componentes de la selección portuguesa deben enfrentarse a un rival más serio, Rusia, con el que pelearon en la Eurocopa, y que, pese a que no vive su mejor hora merece el mayor respeto.