El cobalto es un insumo fundamental para la fabricación de las baterías recargables de ion de litio que usan los vehículos eléctricos.
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LAUSANA.- El presidente ejecutivo de la empresa suiza Glencore, Iván Glasenberg, advirtió este martes que la industria automotriz se está dando cuenta muy tarde que China controlará en un futuro cercano la mayor parte de la producción mundial de cobalto, metal de color azul que es fundamental para la construcción de baterías para los vehículos eléctricos (VEs).
A juicio del ejecutivo, representante de la gigante sueca dedicada a la compraventa y producción de materias primas, la situación es preocupante ya que "si el cobalto cae en manos de los chinos” no habrá insumo para la producción final de vehículos eléctricos en Europa.
Acto seguido, intentó explicar esta pasividad de la industria automotriz en el hecho de que nunca han experimentado “problemas con la cadena de suministro".
Glencore es considerado el mayor productor mundial de cobalto gracias a las minas que opera en la República Democrática del Congo (RDC), país de donde sale poco más del 60% del cobalto que se comercializa en el mundo.
Al respecto, Iván Glasenberg advirtió que su empresa está lista para vender su producción a China si el precio es bueno y adelantó que hasta ahora la compañía no está cambiando sus planes de producción en el país africano.
Ya la semana pasada Glencore acordó con la empresa china GEM la venta de un tercio del total de su producción anual en RDC.
De esta manera, la firma china y sus subsidiarias adquirieron 13.800 toneladas de cobalto a Glencore este año. El 2019 esa cifra aumentará a 18.000 toneladas y a 21.000 toneladas para 2020, cantidades no menores si se considera que la firma sueca produce al año alrededor de 39 mil toneladas que representan el 35 por ciento del total mundial estimado en 110.000 toneladas.
Producto secundario de la fundición del cobre y el níquel, el cobalto extiende la vida de las baterías recargables de ion de litio, que los fabricantes de autos suelen ofrecer con garantías de entre ocho y 10 años.
Las expectativas de déficits en el suministro de este metal alimentaron una subida que ha llevado los precios hasta cerca de los 39 dólares por libra, frente a los 10 dólares de enero de 2016, y a su nivel más alto desde junio de 2008, antes del comienzo de la crisis financiera.
