Marcelo Castillo, más conocido como Kaskivano, ha profundizado en las melodías y en la simpleza de las canciones, en el que ya es su tercer trabajo de estudio.
Plaza Independencia
SANTIAGO.- "Quiero darles el mejor show de sus vidas, que se vayan felices", dice Marcelo Castillo horas antes de concretar en Santiago el lanzamiento de su tercer disco, titulado sólo con su nombre artístico: Kaskivano.
El cantautor, hermano menor de Chinoy, no está despachando la consigna tipo de quien está tratando de engrupir a sus eventuales auditores. Según dice, ésa es la única forma para él de entender la experiencia en vivo. "Aunque haya diez personas, 50 ó 100, yo voy, hago el show como que me estuviera desgarrando el corazón y me entrego por completo", es su filosofía.
Ésa es la que implementará también desde las 21:00 horas de hoy, cuando se pare en el escenario del teatro principal de Matucana 100 ($5.000) para interpretar sobre todo los temas de Kaskivano (Plaza Independencia), un disco en el que siente que se plasma mucho más la maduración que ha conseguido en el último tiempo.
"Cuando uno es un poquito más joven hace las cosas más atarantado, a la rápida. En este disco tuve el tiempo y la actitud necesaria para que fuera de mi gusto, lo que quería hacer. Hoy las letras tienen mucha concordancia con la armonía", destaca.
En eso, sin dudas influyó su residencia en la región del Biobío, en plena zona campestre, atmósfera que hasta se cuela en su estructura de guitarra acústica y delicadas orquestaciones: En la canción "Domina el alma", incluso suena el canto de unos pájaros.
"Es un sonido más suavecito, más respetuoso. No es una bola de ironía, rabia o de música que explota. Es súper sencillo, en el sentido de que está lo justo y lo necesario", afirma.
Ésa es la manera en que, cree, se distinguió además dentro de la vieja nueva generación de cantautores, y en los diferentes rumbos que ésta ha tomado: Desde el rock de su hermano Chinoy al pop de Gepe. La denominación, eso sí, ni la tiene clara ni le preocupa.
"Yo sólo quiero que me acompañen a tocar lo que sea que esté tocando, que no sé si es rock, balada o corrido. Sólo sé que es lo que me nace, lo que me sale, y si se puede plasmar con instrumentación, perfecto. En este disco le dije al productor que no me cambiara estructuras, sólo que se subiera a mi carro y avanzara armónicamente conmigo. El otro disco puede ir en esa línea o no, pero no creo que me vincule de nuevo al rock o al punk. Quiero que mis canciones sean propias, y plasmarlas con violines, pajaritos, un cuenco tibetano... quiero que acompañen".
