El "hombre de hielo" contra Big Mac en la final de Wimbledon 1980.
El Mercurio
En el mundo del deporte ha habido rivalidades que han marcado épocas. Alan Prost y Ayrton Senna en el automovilismo, Ali y Frazier en el boxeo, Cristiano y Messi en el fútbol. Al tenis tampoco le han faltado. Han sido varias, pero hubo una que revolucionó el deporte blanco y le dio un impulso definitivo: Björn Borg versus John McEnroe.
El sueco dominaba con puño de hierro el circuito en la década de los setenta. Tenía una derecha letal y su rostro siempre lucía inescrutable. Nadie podía saber si estaba sintiendo alegría, rabia, frustración. Era el hielo.
El impacto que causó rompió las fronteras de lo estrictamente tenístico. La larga melena rubia y el cintillo que usaba causaron sensación en la juventud y algunos medios hablaban de "Borgmanía". A los torneos que iba provocaba sensación antes de jugar y un séquito de guardias tenía que cuidar especialmente de él. "Era como los Beatles", dijo una vez Ingrid Lofdahl-Bentzer, su amiga cercana.
Sin embargo, esa hegemonía se puso en tensión cuando emergió John McEnroe. El estadounidense era explosivo y, muchas veces, un mal educado que no calzaba con los buenos modales del tenis. Si Borg era hielo, él era fuego. Si Borg era un beatle, él era un rolling stone. Pero pese a las diferencias, ambos tenían algo importante en común: una obsesión enfermiza por el juego y, sobre todo, por ganar.
Se enfrentaron en un total de 14 ocasiones y el récord da cuenta por sí solo de lo pareja que fue la rivalidad: siete victorias por lado. El duelo más recordado entre ambos fue la final de Wimbledon de 1980, para muchos el mejor partido de la historia y que inspiró la película "Borg McEnroe".
El "hombre de hielo" se había impuesto en las últimas cuatro ediciones del Grand Slam y llegaba a Londres como número uno. Al frente tenía al dos, al que ambicionaba su trono. Borg pudo cerrarlo en el cuarto set, pero "Big Mac" salvó cinco puntos de partido en un tie break que duró 20 minutos. Épico. Parecía un golpe difícil de encajar, pero Borg tenía una mente de acero y con su saque se quedó con el triunfo en el parcial definitivo.
"Tenía esta cosa que era inexplicable. No sé lo que es, por qué es, pero lo es. Ciertas personas tienen un aura increíble que no puedo explicar sin hacer nada. Es como si se hubiera puesto su traje de superhombre... Intenté en la práctica sólo para ser así, pero no pude hacerlo en la práctica, así que no iba a perder mi tiempo en un partido tratando de ser como él. Sentía que dejar las cosas fuera era más saludable que mantener las cosas dentro", así explicaba el norteamericano la diferencia entre los dos.
McEnroe se fue de La Cateral ese año asegurando que iba a emborracharse y que el próximo año ya "vencería al barbudo ese". Y lo cumplió.
"Los dos estábamos luchando por ser el número uno del mundo, pero nos respetábamos mucho. John me respetó y probablemente fui el único que lo respetó entre todos los jugadores", comentó Borg.
El sueco le puso fin a la rivalidad retirándose con solo 26 años. En sus propias palabras, había perdido la motivación. Hoy ambos ex tenistas son íntimos amigos, incluso McEnroe fue padrino de boda de su gran contrincante. La rivalidad quedó en la cancha.