Michael Jordan levantó un imperio con los Bulls. Con el escolta al mando, la franquicia de Chicago conquistó seis títulos de la NBA en la década del noventa. Su poder era absoluto y amargó a varios rivales.
Uno de ellos fue Pat Riley. Tras ser campeón con los Lakers, el entrenador se fue a Nueva York para hacerse cargo de los Knicks. Armó un equipo duro y bravo, pero nunca pudo con Chicago en play-offs. Quedó eliminado en las semifinales de conferencia de 1992 y en la final del Este al año entrante. Se volvieron a encontrar otras dos veces cuando Riley dirigía a Miami. Siempre ganó el elenco de "Mike".
Intentando olvidarse del básquetbol, el técnico se fue a pasar sus vacaciones en un hotel de lujo en Estados Unidos. Allí ocurrió una particular historia que contó el director del documental The Last Dance, Jason Hehir, en el podcast The Pushin Thru.
"Estaba Pat Riley en Hawaii en la suite presidencial de un lujoso hotel y Jordan llegó al mismo lugar y pidió que le dieran ese cuarto. Riley me contó que los trabajadores del sitio le pidieron que tenía que ser cambiado, ya que había llegado un visitante muy especial, por lo cual lo pusieron en otro cuarto", contó.
"Riley baja a la piscina. El personal se acerca y mueve todas sus cosas, y él está pasando el rato en la piscina, y mira hacia el balcón, y Michael está en el balcón, su balcón, saludándolo a él desde su habitación original", agregó.
Más allá de la enorme rivalidad deportiva entre ambos, Jordan y Rilley se respetan mucho. Pese a que nunca jugó en Miami, el entrenador y después gerente del equipo de Florido retiró la camiseta con el número 23, un símbolo de "Air".
