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"Piensan que voy a robar o que me drogo"... Los prejuicios que ha debido enfrentar la mejor skater de Chile y su lucha por hacer historia en los JJ.OO.

María José Rojas tuvo que ganarse a puñetazos un lugar en el skatepark del Parque O'Higgins y luego superó una terrible lesión que la dejó un año fuera. "Soy una persona valiente", afirma.

15 de Junio de 2020 | 11:01 | Redactado por Felipe Santibáñez, Emol
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Instagram (@coterojasb)
La skater María José Rojas acumula un sinnúmero de trofeos en su palmarés y en redes sociales saca aplausos con piruetas de precisión matemática. Sin embargo, con 24 años sabe muy bien lo que es perder y pelear a la contra. Se ha llenado las manos de tierra y se ha aporreado los huesos una y otra vez. Patina como vive. Todo ha sido difícil.


Esa tozudez la ha elevado. Es la mejor a nivel nacional y la única mujer que ha representado al país en una Street League Skatebording. Del sur de Santiago saltó a Londres. Nunca había estado en Europa. En esos eventos que congregan a la élite mundial no puede evitar sentirse un poco rara. Compite contra las ídolas que miraba por Youtube tratando de aprender. Incluso ha hablado con ellas y se ríe al recordar que no saben dónde queda Chile y que le llaman "Chili".

Desde que el skate pasó a ser deporte olímpico, la "Cote" se entrena con rigor espartano. Pero ni la disciplina ni los logros evita que caiga sobre ella el estigma que hay hacia la cultura del skate.

"A mí me han seguido en el supermercado porque ando con tabla de skate y piensan que me voy a robar alguna cosa. Los vecinos también han llamado a Carabineros cuando me han visto andando en la calle o creen que me ando drogando. El prejuicio existe porque hay una población skater que lo hace. Fuman marihuana, se toman su chelita, se pegan los saques, a mí también me lo ofrecieron cuando chica, pero tienen que entender que no todos somos así", le expresa a Emol.

Los inicios y la lucha por ganarse un lugar


A Rojas siempre le gustaron los deportes extremos y cuenta que su sueño frustrado fue practicar BMX. Buscando darle en el gusto,en su cumpleaños número 14 le regalaron una tabla y salía a practicar en la calle mientras su mamá barría la vereda. En la casa pensaban que sería un hobbie, algo con que alivianar las tardes después de volver del colegio.

"Era de las más baratas, de juguete. Empecé a hacer trucos en el piso. Trucos fáciles, obviamente. Pero como los rodamientos no eran de buena calidad, se me reventaron al tiro. Igual patinaba con los rodamientos rotos, si no los compraba en la ferretería, también la lija y los pernos cuando se me empezó a desarmar. Después, si me faltaban repuestos trataba de intercambiar", narra.

(Crédito: Instagram @coterojasb)

En Santiago hay pocos skateparks y el que le quedaba más cerca era el del Parque O’Higgins. Allí el ambiente es bravo, más para ella en un ambiente lleno de hombres. Todos quieren demostrar que no son uno más. "Ándate de acá, tú no sabes andar", era la cantinela que constantemente le punzaba en los oídos. Rojas es de risa fácil, pero bajo esa apariencia distendida hay una mujer de fuego. Un día, no aguantó más y se agarró a combos.

Fue una prueba de carácter y al poco tiempo vendría otra. Sufrió una lesión brutal. Las imágenes siguen frescas en su mente como si hubiese sido ayer. Se lanzó por las escaleras intentando hacer un flip, pero puso mal los pies y se rompió todo. Nunca ha vuelto a sentir un dolor tan intenso. Tuvieron que operarla.

Pasó casi un año sin patinar. Reconoce que le daba miedo volver, que el dolor no se iba y que al principio con suerte tomaba vuelo. Sin embargo, ese no era el obstáculo a derribar.

"Yo estudié en un colegio de monjas toda mi vida. Cuando tuve ese accidente, me cuestionaron, porque era una mujer andando en skate y se supone que las mujeres no tienen que hacer esas cosas, porque lo veían como un deporte de hombres. Era el contexto social. Mi abuelos son gente súper conservadora y me decían lo mismo, que esas cosas las hacen los hombres. Tampoco les gustaba cómo me vestía ni que anduviera con gorro, pero es lo que me da comodidad para hacer deporte", comenta.

Los papás le escondieron la tabla y le prohibieron andar. Se armó otra cómo pudo y decía que iba a reuniones del centro de alumnas. Al momento de devolverse a la casa, se la entregaba a alguien. Así estuvo un tiempo, a hurtadillas por Gran Avenida. Pero no le gustaba esconderse, no había razón para ello. Insistió, insistió e insistió hasta que en su casa se rindieron.

Tokio en la mira

Si antes se peleó en el Parque O´Higgins para ganar respeto, a medida que fue creciendo recibió un duro golpe de realidad. Muchas veces no tenía con quién competir.

(Crédito: Instagram @coterojasb)

"El skate es muy machista. Los hombres reciben sueldos, las mujeres no. Los hombres van de viaje, las mujeres no. A los hombres les pagan un millón y a las mujeres cien lucas. No hacen categoría femenina porque son muy pocas. Pero si no generan el espacio, las chiquillas no se van a meter. Se aburren y ya ni van a los campeonatos", afirma.

Rojas estudió en la Universidad de Santiago técnico en administración de personal y se recibió con honores, pero prefirió posponer su entrada al mundo laboral para dedicarse al skate. Una apuesta arriesgada que varias veces la ha puesto en jaque. No recibe sueldo, se ha perdido viajes por falta de plata y estuvo durmiendo dos meses en un sillón en Estados Unidos porque no podía volver. De no ser por sus papás, el sueño de los olímpicos ya se habría desvanecido.
En estos momentos, Rojas está 22° del ranking mundial y clasifican las primeras veinte. Calcula que con dos o tres torneos podría ir a Tokio, aunque el escenrio post-pandemia es incierto.

"Sé que no voy a sacar medalla si voy, pero alguien tiene que abrir el camino. Todo lo que he conseguido ha sido más que nada por mi perseverancia y por seguirle dando. Yo creo que para mí ha sido más difícil, por eso tiene más sentido poder clasificar. Soy valiente", sentencia con seguridad. Quiere que se sepa que en Chile las mujeres saben patinar.
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