A veces parecer puede ser más importante que ser. Es el caso de Alessandro Zarrelli, un italiano que a toda costa quería convertirse en futbolista profesional.
En su país no lo logró. Solo estuvo en la academia del modesto Asti, un equipo perdido en los confines del profesionalismo. Sin embargo, eso no le quitó la motivación. En 2004 comenzó a enviar su currículum a varios clubes de Irlanda del Norte. Decía que era volante y que había jugado en las inferiores de elencos importantes como Leeds United, Sheffield Wednesday, el Rangers escocés y el Genk de Bélgica.
Un día le respondieron. Se fue a jugar con el Lisburn Distillery. Primero dijo que la Federación Italiana le pagaría 2000 mil euros, pero luego exigió un sueldo. Lo echaron cuando se dieron cuenta de que sus habilidades con la pelota no se correspondían con los cuentos fantasiosos que narraba.
Su siguiente parada fue el Bangor City de Gales. El entrenador Peter Davenport, ex Manchester United, recibió supuestos faxes del jefe del fútbol joven de la Federación italiana. Solo eran loas para Zarrelli. Un día lo llamó y se dio cuenta que era el jugador tratando de falsear una voz.
"Lo delató la forma en que pronunciaba la palabra colaboración. Vino acá con la nariz rota, así que nunca jugó con el Bangor. Era un jugador promedio, nada interesante", afirmó Davenport.
Alcanzó a registrarse en el Regency Hotel de la ciudad. "Si eres tan bueno, ¿por qué no estás jugando en Italia?", le preguntó la administradora Kath Lewis. No hubo respuesta. Zarrelli se marchó sin pagar la cuenta y el Bangor tuvo que hacerse cargo de la deuda. Trataron de ubicarlo, pero el teléfono siempre estaba apagado.
Siguió en Gales. Zarrelli era insistente y envió correos como loco. Anduvo en el Connah's Quay Nomads y el TNS. Se escapó antes de que los descubrieran y dejó varias cuentas pendientes en hoteles. Un día, a alguien se le ocurrió llamar a las oficinas del Sheffield Wednesday. Nunca habían oído de él. En el Rangers sí. Se había ido a probar, pero no pasó la prueba.
A esas alturas la historia del italiano había llegado a los oídos de los productores del programa "Super Fake". Se pusieron a investigar y se dieron cuenta que la dirección del fax quedaba muy cerca de la casa de los padres de Zarrelli en Italia. Haciéndose pasar por cazatalentos interesados en contratarlo, lo citaron en Londres. Allí le dieron la sorpresa. Luego Zarrelli llamó a los conductores del show para agradecerles sarcásticamente.
Tras el "retiro", decidió convertirse en técnico, pero en noviembre de 2018 murió en un accidente automovilístico en Cambridge. Solo tenía 34 años. Su nombre difícilmente será olvidado.
