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"Mucha agua para mí"... El insólito caso del peor nadador de la historia en los JJ.OO. y que cambió a su país para siempre

Eric Moussambani compitió en Sidney 2000 y apenas pudo completar la prueba de los 100 metros.

15 de Julio de 2020 | 10:11 | Redactado por Felipe Santibáñez, Emol
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El Mercurio
La historia de Eric Moussambani es increíble. La mayoría de los deportistas se prepara toda una vida para ir a los Juegos Olímpicos, pero a él la invitación le llegó de golpe y porque sencillamente no hubo otro que la aceptara en Guinea Ecuatorial.


Eric no tenía ninguna experiencia en el agua, como mucho había braceado en el mar o en el río y su gran logro era no hundirse. Un día, escuchó por radio un raro anuncio: El Comité Olímpico Nacional buscaba nadadores para ir a Sidney 2000. Había invitaciones especiales para desarrollar el deporte en el país. Se presentó a la convocatoria y lo primero que le llamó la atención es que no había nadie más.

Al rato apareció un dirigente y le preguntó si podía nadar en la cita de los anillos. Le respondió que sí y en ese mismo momento se acabó la entrevista. Eric se apuró en decirle que no tenía dónde entrenar, pero ese ya era problema suyo. La única piscina que había en su ciudad era la de un hotel y la dejaron usarla entre las cinco y seis de la mañana, antes de que llegaran los turistas. "No sé para qué va a esos Juegos, siempre vuelve con frío de los entrenamientos", decía su madre por ese entonces.

El viaje duró tres días y cuando llegó a la Villa Olímpica quedó impactado al ver la piscina de 50 metros de largo. Cómo iba a poder cruzarla de lado a lado. "Me asustó desde el primer día. Mucha agua para mí. Fue un tormento", comentó.

En sus turnos de práctica, observaba con atención a las grandes figuras para tratar de aprender. Lo que más lo complicaba era la vuelta acrobática en el final de los primeros 50 metros, el viraje de crol.

Afortunadamente un entrenador sudafricano, que seguramente vio su rostro preocupado, lo ayudó.

"Me enseñó todo. Me dio la técnica para sumergirme y empujar con los pies para salir con fuerza en la vuelta. Lo ensayé mucho con él. Si hasta me dio el traje de baño celeste que usé el día de la carrera", expresó.

El 15 de septiembre fue el abanderado de Guinea Ecuatorial en la ceremonia inaugural y cuatro días después entraba al estadio para competir. En su serie eran solo tres participantes y dos quedaron fuera salidas en falso. Había mucha gente. Eric apenas podía mantener sus nervios en control.

"Los primeros 50 metros creo que estuve bien, hice una buena actuación. El agua estaba muy limpia y era raro ver las cámaras ahí abajo. Concentré toda mi energía en darme aliento para llegar al final. En los segundos 50 metros estaba agotado. Si miran el video, no pude sentir mis piernas. Sentía que no iba a ir más lejos. Me estaba moviendo en un solo lugar. Pero sabía que el mundo entero me estaba observando: mi país, mi madre, mi hermana y mis amigos. No me preocupaba el tiempo. Todo lo que quería era terminar", comentó.

Pese a hacerlo en cámara lenta, demorándose cerca de dos minutos, logró terminar. En el camarín, el legendario Ian Thorpe lo felicitó: "Ese es el espíritu olímpico".

Al día siguiente su vida ya no era la misma. El equipo alemán lo invitó a comer, la marca Speedo le regaló trajes como los de las grandes figuras y todo querían hablar con él, saludarlo, sacarse una foto.

Sin embargo, no todo fue felicidad. Hubo quejas de que "muchos atletas calificados" se habían quedado sin cupo por incluir a Eric y el Comité Olímpico restringió la entrega de invitaciones especiales.

El de Guinea Ecuatorial se siguió superando. Logró bajar del minuto en los 100 metros y también logró que construyeran dos piscinas en su país. Es, además, el entrenador de la selección. Pese a lo surrealista de su carrera, lamenta una cosa: "Me da pena no haber podido competir en otros Juegos Olímpicos. Estoy seguro de que lo hubiera hecho mejor".
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