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"Era parecido al 'Beto' Acosta"... La leyenda de Patricio Bonhomme, el desconocido máximo artillero en la historia de la Primera B

Patricio Bonhomme dejó una huella imperecedera en el ascenso nacional. Escogió su anotación más importante, contó que pudo ir al Marsella y habló de sus pasos por la selección.

26 de Julio de 2020 | 10:15 | Redactado por Felipe Santibáñez, Emol
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Patricio Bonhomme se levanta todos los días a las tres y media de la mañana a prender los hornos en Hualpén. La panadería que atiende con su esposa le consume prácticamente todo el día. Treinta años atrás su vida era muy distinta. Con un llamativo bigote, y siempre en silencio, convertía goles hasta el hartazgo.


Hace unos años, se sorprendió cuando la Asociación de Investigadores del Fútbol Chileno le comunicó que era el máximo artillero en la historia de la Primera B. Nunca se preocupó de llevar la cuenta. En total registra 154 tantos. Era un nueve sin florituras, pero altamente efectivo. Se ríe al recordar que muchos de esos goles los hizo en canchas donde el barro le llegaba hasta los tobillos.

"Mis características eran la fuerza, no achicarme nunca ante los centrales, que generalmente eran más grandes. Siempre estar atento, no salirme del área, siempre cerca del arco para agarrar una pelota. Era parecido al 'Beto' Acosta. Aguantaba la pelota como él y generaba jugadas. Me preocupé de entrenar los cabezazos. Me quedaba después de los entrenamientos para que alguien me tirara centros. Gracias a Dios fui perfeccionando eso. Creo que hice más goles de cabeza que con los pies", le dice a Emol.

Por la mente de Bonhomme desfilan una retahíla de nombres de peso. Fue compañero de Nelson Acosta en Lota y en el Vial, lo entrenó Luis Santibáñez y se enfrentó a Mario Kempes en un rocambolesco Chile-Argentina en el que la mitad de los jugadores eran amateurs.

Un breve retiro y la posibilidad de irse al fútbol de Francia


Su historia partió en el campo, en Chimbarongo. Cuando tenía 15 años, dos amigos viajaron a Santiago a probarse en la U y lo invitaron. Quedó él y ellos no. Recuerda que anduvo bien en cadetes, pero se sentía tapado. Muchos hombres para pocos puestos. Escuchó el consejo de un conocido y partió a la Universidad Católica.

"Yo hacía goles en la juvenil, pero no eran suficiente para integrar el primer equipo, así que partí a la UC. Allá mis características de juego no eran tan parecidas a las del club. Yo era un jugador más de fuerza que de habilidad y terminé con problemas con el entrenador del primer equipo, José Pérez, un argentino, por ir a una pelota muy fuerte contra un jugador. Después me retiré. Estuve tres, cuatro meses sin jugar y me devolví al campo hasta que me fueron a buscar de Colchagua para que participara en el ascenso", cuenta.

Luego de Colchagua y Curicó, llegó a Deportes Linares. Terminó como el artillero histórico de la institución. Tras esa buena faena, parecía que llegaba la gran oportunidad de su carrera.

Un periodista le dijo que lo podía llevar al Olympique de Marsella y se ilusionó. Su apellido de origen francés le facilitaba la documentación para firmar. Sin embargo, la operación no se concretó. A veces le baja el arrepentimiento.

"Lo llamaron a este periodista de allá, conversamos la cantidad de plata y después no se llegó a nada. Se habló de una plata primero y cuando iba a firmar apareció menos plata de la que me iban a dar. No quise irme, a lo mejor habría sido mucho mejor la cosa allá. Yo podía jugar, no tenía ningún problema por mi apellido. Uno se ilusiona de repente y después se va todo a las pailas. Debiera haber viajado para saber cómo era la cosa", expresa.

El "Consomé" Oyarzún y la anécdota con Santibáñez


Finalmente terminó en Ñublense. En Chillán conocería a una de las personas más importantes de su carrera: Nelson Oyarzún. El técnico, famoso por hacerles beber consomé a sus jugadores, imponía una renovada visión futbolística exportada desde Europa.

El inicio fue pletórico, pero al entrenador le detectaron un cáncer fulminante. Cuando terminaban las prácticas, le pedía a Bonhomme y a Francisco Cuevas que lo acompañaran a su casa. Conversaban horas. Para el goleador, la muerte de Oyarzún fue lo peor de su carrera.

"Era una persona trabajadora, seria. Los entrenamientos eran totalmente distintos a los que solíamos hacer. Nos hacía trabajos físicos, mentales, era como un psicólogo. Hicimos buena campaña hasta que se enfermó. Fue terrible, pero él igual participó hasta lo último con nosotros. Estaba pesando unos 30 kilos. Una vez fuimos a jugar con la U al Nacional y él viajó en helicóptero. Era impactante lo que él hacía. Otra persona se habría quedado en su casa o en el hospital", apunta.


Pasó por Huachipato y otra vez por Linares antes de recalar en Fernández Vial. Ahí anotó el gol más importante de su carrera. En un clásico a estadio lleno con Concepción, la metió con la "guata" y tiñó la tarde de negro y amarillo. En el "Almirante" no le quisieron renovary partió a Lota. Con el elenco de la "Lamparita" estuvo cinco años y no se olvida de un doblete que le embocó a Colo Colo con Daniel Morón en el arco. Pudo ser refuerzo de la U en ese tiempo. Ya había hablado con Arturo Salah, pero los dirigentes no llegaron a acuerdo. "En esa época no había representantes", se queja.

Colgó los botines en Lozapenco, aquel equipo que tuvo sueños de grandeza gracias a un fraude con palos de escoba que montó su mecenas, Feliciano Palma. Bonhomme fue campeón de tercera división y recalca que lo pidió Luis Santibáñez.

"Yo tuve a Lucho Santibáñez en Lozapenco. Unos tres o cuatro meses no más. Siempre practicábamos corners para preparar jugadas. Yo creo que Lucho Santibáñez nunca le había pegado a la pelota, él fue siempre un profesor. Recuerdo que estábamos entrenando y un compañero lo tiró para fuera. 'Puta, tenís 100 metros para tirar un córner y lo mandas afuera. Yo le voy a pegar. Pa' que veai un centro bueno'. Pone la pelota. Gordito él y justo cuando le iba a pegar dice chuta me desgarré. Todos nos pusimos a reír y se terminó el entrenamiento. Mario Soto y Rodolfo Dubó comentaban 'nunca le ha pegado a la pelota y va a patear un córner'", revela.

Los pasos por la selección

Cuando le llegó su primera oportunidad en la "Roja", ni siquiera había debutado a nivel profesional. Para el Preolímpico de 1971 en Colombia se armó un equipo con amateurs y juveniles con proyección. Compartió plantel, entre otros, con Vladimir Bigorra y Jorge Socías.

Lo pusieron de central contra Argentina. Dice que solo le importaba jugar. Esa tarde no terminó bien. Sufrió con la distinción de Mario Kempes, Chile perdió y, algo picado, lo expulsaron por doble amarilla.

Hubo una segunda oportunidad cuando el alemán Rudi Gutendorf estaba al mando, pero a Bonhomme sencillamente no le gustó cómo trabajaba.

"Llegamos hartos jugadores y encontré todo desordenado, así que agarré mis cosas y me fui. No veía algo claro. Siempre estaban probando jugadores. Los probaban 15 minutos o 30 minutos. No era algo serio. Cuando hay mucha gente, no se ven bien las cosas", manifiesta. Nunca más lo volvieron a llamar.

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