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Desde un atentado terrorista al maratonista al que un ebrio le arrebató la gloria: Cinco historias de los Juegos Olímpicos

Un tirador ganó luego de que una granada le explotara en la mano y un japonés se suicidó al ver que no podría cumplir su promesa. Los Juegos de Tokio ya deberían haber empezado.

27 de Julio de 2020 | 10:44 | Redactado por Felipe Santibáñez, Emol
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Septiembre Negro, la estatua de Peter Norman y Vanderlei de Lima.

Agencias/Emol
El pebetero olímpico debía encenderse este 24 de julio en Tokio. Sin embargo, la pandemia dinamitó el mayor evento deportivo del mundo y ahora se discute si se va a poder realizar el próximo año.


La cita de los anillos ha dejado momentos inolvidables. El diez perfecto de Nadia Comaneci, Abebe Bikila corriendo descalzo por Roma, la magia del "Dream Team" de Michael Jordan, Usain Bolt a velocidad supersónica y tantos más. Momentos brillantes que contrastan, por ejemplo, con el dopaje de Ben Johnson. Aquí te presentamos otras historias increíbles de los Juegos.

Septiembre Negro

Es el suceso más trágico de los Olímpicos. Ocurrió en Múnich 1972. La cita congregó al mayor número de atletas hasta entonces y tuvo como lema "Los Juegos Felices". Sin embargo, toda esa alegría desapareció el 5 de septiembre. Un comando terrorista palestino llamado Septiembre Negro secuestró a media delegación israelí.

Se levantó un enorme operativo, pero el saldo fue desolador tras explosiones y balaceras. Murieron once deportistas, cinco captores y un policía. La represalia contra militantes palestinos estuvo a cargo del agente del Mosad Michael Harari y fue llevada al cine por Steven Spielberg.

A Vanderlei de Lima le arrebataron la gloria

El maratonista brasileño impuso un ritmo infernal en las calles de Atenas y avanzaba rumbo a la medalla de oro en el 2004. Pero a siete kilómetros del final un fanático se abalanzó sobre él y le hizo perder un tiempo valioso. Se trataba del sacerdote irlandés Cornelius Horan, que ya había interrumpido previamente eventos deportivos. Estaba ebrio.


Vanderlei de Lima vio cómo lo superaban el italiano Stefano Baldini y el estadounidense Mebrahtom Keflezigh. Pese a los problemas, se esforzó para obtener un más que meritorio bronce.

"Perdí varios segundos. Estaba asustado. No sabía si el loco tenía una pistola. Pero no quise llorar. No quise perder todas las esperanzas", expresó luego de la prueba. Con el paso del tiempo, perdonó al tipo que le arrebató la gloria.

El japonés que se suicidó por honor

Kokichi Tsurubaya era un hombre apasionado. El japonés se preparó con rigor espartano para los Olímpicos de Tokio en el '64. Solo el oro era aceptable para él, pese a que su país no ganaba ninguna medalla en atletismo hace 28 años.


Entró segundo al estadio e iba a quedar detrás del mítico Bikila, pero se le acabó el fuelle en los últimos metros y le cedió el puesto al británico Heatley. Fue tercero y se fue entre lágrimas de la pista. Prometió tomarse revancha en México cuatro años más tarde. El rígido sistema político y militar de Japón se lo exigió también. De hecho hasta le prohibieron ver a su novia.

Pero severas lesiones y enfermedades lo afectaron poco antes de la cita. Al ver que no iba a poder cumplir con lo prometido, se cortó el cuello con una navaja.

El tirador de precisión milimétrica que perdió su mano

Károly Takács era un espectáculo. Era el mejor con la pistola en el ejército húngaro y propusieron que integrara el equipo que iría a los JJ.OO de 1936. Sin embargo, las autoridades se opusieron, ya que el evento estaba reservado únicamente para los oficiales.


Luego de ese revés, Takács sufrió un grave accidente. Una granada defectuosa explotó en su mano derecha y se la tuvieron que amputar. Parecía que sus sueños deportivos quedaban hecho añicos, pero dio una enorme muestra de temple. Practicó día y noche con la mano izquierda. Los resultados hablan por sí solos. Fue oro en 1948, 1952 y en Hungría se le considera un héroe nacional.

La desconocida leyenda de Peter Norman

Es una de las fotos más icónicas del deporte. Ocurrió en la ceremonia de premiación de la carrera de los 200 metros planos. Los estadounidenses Tommie Smith y John Carlos, oro y bronce respectivamente, alzaron sus puños mientras empezaba a sonar el himno de su país.

Junto a ellos en el podio estaba el australiano Peter Norman. Si bien no levantó el puño, llevaba en su chaqueta un parche a favor del Proyecto Olímpico para los Derechos Humanos.


"La idea de que Norman llevara la pegatina fue de John Carlos y él también quiso llevarla sobre el escudo del comité australiano. Yo conocía la historia de Australia sobre cómo habían tratado a los aborígenes. Sabía que eso podía ser un problema para él, porque se interpretaba que estaba de parte de los negros de Estados Unidos. Y eso fue lo que sucedió. Como a nosotros, le echaron de la Villa Olímpica, abusaron de él en su país, le apartaron socialmente", dijo años después Tommie Smith.

Razón no le falta. La actitud de Norman fue muy mal vista en Australia, que en ese momento era profundamente racista. Nunca más lo convocaron al equipo olímpico y 32 años después ni siquiera lo invitaron a la ceremonia de apertura de Sidney. Murió en 2006. Smith y Carlos cargaron el féretro en el funeral. Hoy tiene una estatua en Melbourne.
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