BEIJING.- Mientras el mundo financiero sigue en vilo por los últimos avances de la crisis de Grecia, las bolsas chinas andan estos días mirándose al ombligo, ya que sus parqués han entrado en una caída libre de dimensiones que no veían desde la recesión de 2008 y que tiene asustados a los inversores internacionales.
Pese a que haya coincidido con el enésimo capítulo de la tragedia griega, los analistas insisten en que el desplome de los mercados de la segunda economía mundial no tiene relación con ella, sino que es síntoma de la volatilidad de las bolsas, acentuada en China por la participación de decenas millones de inversores individuales con escasa formación financiera.
"Esta vez la grave caída de las bolsas chinas no tiene mucho que ver con la situación de Grecia, es principalmente un ajuste interno", afirma a Efe una analista bursátil establecida en Pekín que prefiere identificarse por su apellido, Xiaolu.
Los mercados chinos vivían hasta hace tres semanas un momento dulce, tras encadenar siete meses de subidas constantes, pero esa racha se les ha atragantado y su reciente hundimiento evidencia el pinchazo de lo que hoy pocos dudan en definir como una burbuja.
"Apareció una burbuja que ahora ha causado grandes caídas. Eso ha hecho que los inversores extranjeros pierdan la confianza en si la bolsa china puede seguir creciendo o no, así que muchos han optado por recoger sus ganancias e irse", explica Xiaolu.
El índice general de la Bolsa de Shanghái, el principal indicador de los parqués chinos, bordeaba en noviembre los 2.500 puntos, cuando inició una larga racha alcista que lo llevó a doblar su valor en siete meses.
El pasado 12 de junio alcanzó su nivel máximo desde 2008, 5.166,35 puntos, aunque desde entonces hasta el pasado viernes se ha evaporado un 28,64 % de su valor, hasta quedarse en 3.686,92 enteros.
La larga tendencia ascendente de los últimos meses ejerció de efecto llamada para que millones de particulares comenzaran a invertir en bolsa hasta representar actualmente casi el 90 % del total, según la analista.
Como muchos de los aproximadamente 90 millones de inversores individuales son nuevos, no conocieron de primera mano las consecuencias de la crisis de 2008 en las bolsas.
Además, la escasa o nula formación financiera de la mayoría convierte a los parqués chinos en especialmente sensibles a todo tipo de rumores, y el hecho de que una parte destacable ha tomado prestado para incrementar sus inversiones ante la hasta ahora buena racha les hace más vulnerables a las caídas.
Para el economista y profesor de la Universidad Popular de Pekín Zhao Xijun, estas oscilaciones prueban la falta de conexión entre el mercado bursátil y la economía real.
"No hay ninguna teoría o evidencia práctica que pueda demostrar que en un país la bolsa y la economía real lleven una relación de sincronización. Es un fenómeno general que se da en todo el mundo", asegura Zhao a Efe.
El economista recuerda que en 2010, cuando la tasa de crecimiento de China superaba el 10 %, la cotización de la bolsa shanghainesa se encontraba alrededor de los 2.000 puntos, mientras que este año, en el que la economía china crece a un ritmo del 7 %, ha llegado a superar los 5.000 puntos.
"La bolsa creció de una manera loca y superó la barrera de los 5.000 puntos. Se creó una burbuja que en los últimas días ha bajado rápidamente", corrobora Xiaolu.
Los inversores internacionales, una minoría en los parqués chinos, están vendiendo sus acciones ante el temor de que su valor siga bajando, añade la analista, quien sospecha que las dudas provocadas por los altibajos bursátiles puedan trasladarse a los intereses extranjeros en otros sectores de la segunda economía mundial.
Sin embargo, el profesor de la Universidad Popular de Pekín cree que la confianza de las empresas extranjeras en la economía real de China no se alterará por la volatilidad de los mercados.
"Son dos cuestiones diferentes. En China la población tiene poder adquisitivo y existe una gran demanda interna, así que la inversión extranjera no se verá afectada por las bolsas y seguirá entrando", indica Zhao.
Así, con las bolsas en una caída libre que no parece detenerse, el Gobierno chino ha combinado en los últimos días llamadas a la prudencia con medidas de estímulo que buscan acabar con el pesimismo de los inversores y que muchos temen que puedan echar más combustible a un volátil mercado que ya está en plena efervescencia.