SANTIAGO.- El Índice Shanghai Composite volvió a caer este miércoles al registrar un retroceso del 1,65%. Una caída que se suma a las pérdidas que superan el 30% sólo en las últimas semanas, tendencia que el mundo empezó a ver –y a temer- a partir de mediados de junio.
Luego de varias de las primeras jornadas de retroceso, China mostró un modesto repunte, sólo para dar un respiro a los inversionistas, porque luego la picada fue más fuerte durante los últimos días de julio, alcanzando resultados muy negativos durante 2 días; los peores en una década para ese mercado.
Si bien los medios han sido conservadores con la preocupación, esta volatilidad sí está provocando que muchas corporaciones y economías comiencen a sudar frío. ¿El temor? Que la máquina china, que desde la crisis subprime fue indicada como el motor de la economía mundial, pise repentinamente el freno
y se lleve consigo a todo el planeta derecho a una nueva crisis global.
Sin embargo, no es lo que los expertos esperan. El mercado de activos en China es notablemente distinto a todos sus pares en el resto del mundo. Es altamente especulativo y las apuestas fijadas por los inversionistas que ahí se mueven tienen poca capacidad de generar tendencias en un nivel mayor en las corporaciones y la economía; particularmente cuando se les compara con los inversionistas corporativos que dominan los intercambios en las economías mayores.
Es más, en China las compañías tienen una relativamente baja exposición a las fluctuaciones del mercado. Sólo el 5% de la capitalización proviene del mercado; esto sin duda le da a los negocios una capa de protección bastante gruesa respecto de la volatilidad del mercado.
En otras palabras, los resultados obtenidos por el mercado de valores en China no necesariamente reflejan el bienestar de la economía de esa nación, de la misma forma que sí lo haría en otros países.
Si las bolsas en Nueva York o Londres o Tokio sufrieran una caída del 30% en poco más de un mes, los temores ante una posible depresión estarían garantizados. Pero en China, esa volatilidad no necesariamente es preludio de una crisis económica.
Sin embargo, es innegable que China está frenando su crecimiento. Y que la instabilidad del mercado también genera incertidumbre, no obstante, las fluctuaciones de la bolsa son un factor menor en la economía de ese país y, en ningún caso, permiten tener una visión real de la dirección que está tomando el gigante asiático.
Una crisis política en la mira
La mayor preocupación respecto al mercado chino no es que desate una crisis económica, si no que derive en una crisis política para los líderes de ese país.
Durante los dos últimos años, los líderes del partido en China han impulsado la inversión en el mercado de valores. En parte para mover a los inversionistas lejos del mercado de los bienes raíces, donde los temores a una burbuja aún existen. Los ciudadanos chinos han visto campañas, redes sociales y avisos gigantescos alabando la seguridad del mercado accionario y haciendo énfasis en su crecimiento como la clave de la modernización del país.
Pero, cuando ese mismo mercado de repente cae estrepitosamente y el gobierno aparece incapaz de intervenir y detener el declive, esto crea un problema –grave- de liderazgo y credibilidad. Las estimaciones muestran que sólo el 7% de la población urbana china es propietaria de acciones, así que esta pérdida de credibilidad es poco probable que lleve a la gente a manifestarse en las calles. Pero se ha configurado en un problema serio para Xi Jinping y los otros líderes del partido comunista.
Durante los últimos dos años, Xi se ha posicionado como un líder poderoso y ha demostrado su influencia en otras áreas. Particularmente en lo que respecta a la erradicación de la corrupción en los negocios y la política. Pese a que sus acciones han sido públicamente aplaudidas en China, también ha agitado las aguas en otros sectores. Su aparente incapacidad para tomar las riendas y frenar la caída del mercado ha dañado la imagen que él mismo creó de él y creado una mayor incertidumbre política para China en el corto plazo.
China: en el momento incorreto.
China: Un mal resultado en un mal momento
El momento en el que el mercado chino comenzó a declinar es particularmente malo. Los líderes del partido ya se encontraban trabajando en el diseño del desarrollo del país para los próximos 5 años, el cual, basado en el historial de Xi, es probable que contenga importantes reformas que podrían potenciar la estabilidad china. Pero una pérdida de confianza, basada en la volatilidad de las acciones podría costarle a Xi la oportunidad de realizar las reformas necesarias, impidiendo la erradicación de problemas más fundamentales y graves para la economía.
Esto es un típico puzzle chino: la tentación es mirar diariamente los movimientos del mercado chino y medir su impacto inmediato. Por el contrario, deberíamos estar mirando a un horizonte de 3 o 5 años para ver cómo esta avalancha impacta en la habilidad de los líderes de China para aplicar las reformas necesarias para estabilizar el mercado.