SANTIAGO.- En 2015 las solicitudes de inmigración de desplazados buscando refugio en los países de la Unión Europea se dispararon y alcanzaron la cifra récord de cerca de 70 mil cada mes. Tan sólo 3 años antes, cuando el Estado Islámico no se había desplegado como lo ha hecho en la actualidad, ese número no superaba los 20 mil.
Esta crisis migratoria ha provocado una serie de reacciones en diversas naciones de Europa: En Alemania, grupos neo-nazi han atacado e incendiado albergues con refugiados y en Suecia, por ejemplo, el partido que abiertamente se declara anti-inmigrantes es el más popular del país.
Números que entregan algo de perspectiva
Es cierto: cada día aumentan los refugiados que buscan asilo en Europa. Cerca de 270 mil personas han realizado viajes desde sus países de origen durante este año, un número mayor al registrado durante todo 2014.
Sin embargo, un artículo de The Economist destaca que ese monto implica apenas 1 refugiado por cada 2.000 ciudadanos europeos, sin considerar que muchos de ellos serán luego deportados. Una cifra que aún no resulta tan alarmante, si se compara con El Líbano, por ejemplo, que le ha dado la bienvenida a más de 1 millón de refugiados de Siria, lo que equivale a una cuarta parte de su población. Algo parecido pasa en Turquía, que abrió sus puertas a 1,7 millones. Tanzania, por su parte, un país que tiene un ingreso per cápita cinco veces menor que el de la Unión Europea, por décadas ha recibido a la población que deja El Congo y Burundi.
Por el contrario, cuando las primeras olas mayores de inmigrantes llegaron a Grecia e Italia, los otros miembros de la Unión Europea recibieron a una cifra muy menor; apenas un poco más de de 30 mil.
"Haciéndolo bien, haciendo el bien"
La misma publicación llama a los líderes europeos a hacer las cosas bien. Y agrega que no sólo tiene que ver con motivos de carácter moral. Europa es conocida como el "viejo continente" y hay una razón para ello: Su fuerza laboral pronto va a comenzar a disminuir debido al aumento en el promedio de edad de su población; en otras palabras, sus trabajadores se vuelven cada vez más viejos. Y en ese contexto, su economía podría verse en problemas, porque hoy sus líderes están adquiriendo muchas deudas que las siguientes generaciones van a tener que pagar.
En contraste, los inmigrantes -generalmente personas más jóvenes- llegan ansiosos por conseguir empleos que les permitan subsistir en el costoso ritmo de vida de Europa. Así es que ellos podrían ser una de las salidas de Europa para mantener su estabilidad financiera. The Economist además comenta: "Los africanos y los árabes son jóvenes. Europa debería tomar prestada algo de esa vitalidad, pero sólo es posible si los gobiernos manejan la inmigración con más sensibilidad, lo que podría ser políticamente difícil y, sin duda, requeriría reformas en el mercado laboral".
Discriminar para poder ayudar
El flujo de inmigrantes, probablemente, va a seguir creciendo. Sin embargo, no todos vienen de países en conflicto o han enfrentado viajes que bordean lo épico para llegar hasta Europa. Por lo mismo, diversos sectores han llamado a generar reformas que permitan el ingreso de personas que merecen el asilo, pero con filtros que permitan seleccionar de forma adecuada a los postulantes de forma generosa y expedita.
The Economist también destaca que "estudios muestran que los inmigrantes alrededor del mundo tienden más a desarrollar emprendimientos que los habitantes locales. Además, cometen menos crímenes serios y contribuyen en mayor grado a los ingresos del Estado". Por lo tanto, el miedo tan arraigado de que los recién llegados ocupen empleos es más mito que una posibilidad real. Además, la diversidad podría ser beneficiosa al incorporar habilidades nuevas al mercado laboral. Lo inmigrantes que logren ingresar legítimamente a Europa podrían, finalmente, desarrollarse en un escenario normado por leyes más estables y eficientes y, por tanto aumentar su productividad e ingresos.
El mejor ejemplo
Dado que el aumento en el flujo migratorio -legal y no- es una realidad, la pregunta es: ¿qué hacer con los inmigrantes? Los expertos dicen que la respuesta es una: Dejarlos trabajar. No sólo porque la experiencia muestra que las personas que tienen una ocupación se mantienen lejos de los problemas. También porque en la historia hay ejemplos de que este modelo funciona. La historia de Estados Unidos y cómo en un poco más de 200 años se convirtió en la nación más rica del planeta está marcada por la incesante llegada de grupos inmigrantes. En la actualidad, la Casa Blanca tiene en sus registros más de 80 grupos con entre 11 millones (México) y 50 mil (Uzbekistán) viviendo legalmente en ese país.
Es por eso que The Economist remata su artículo diciendo que "una Europa con mercados laborales más flexibles podría convertir la crisis de refugiados en una oportunidad. Déjenlos entrar, déjenlos trabajar".