SANTIAGO.- Olas de calor en otoño, "ola polar" a punto de comenzar la primavera, aluviones, sequía y falta de lluvias en invierno, son algunas de las características que ha tenido el tiempo en Chile los últimos años.
No es novedad encontrarse con que las pérdidas provocadas por las heladas suban los precios de los cerezos o que la sequía afecte los valores de papas.
Con el objetivo de aminorar este impacto en la producción, tanto para los agricultores como para los consumidores finales, es que un grupo de emprendedores chilenos creó Instacrops, una tecnología que monitorea constantemente los predios agrícolas y que alerta a los dueños a través de una aplicación para smartphones.
Estos avisos son relacionados a, por ejemplo, las condiciones del suelo, enfermedades, la irrigación de las tierras o cuándo vendrá una helada, en un plazo de uno a siete días. Aseguran que tiene un 90% de asertividad.
A través de las estaciones de medición que funcionan con energía solar, "le estamos haciendo exámenes a los campos constantemente y entregamos un diagnóstico para que puedan tomar las medidas necesarias", explica Mario Bustamante, CEO de Instacrops, quien especifica que esta "alerta" contribuye a ahorrar recursos y mejorar la eficiencia de la producción.
El equipo funciona según la necesidad de cada cliente y tiene un costo aproximado entre los US$ 600 y US$ 2.500 ($414.00 y US$ 1.725.000), según la temporada.
"La idea es que a través de sensores y equipos electrónicos autónomos podamos recopilar la mayor cantidad de datos posibles, para analizarlos y poder entregar información preventiva, en tiempo real y en formato de pronóstico", afirma Bustamante.
Aunque trabajan juntos desarrollando diversas tecnologías desde hace ocho años, Instacrops nació en 2011 con fondos propios y un co-financiamiento de Sercotec. Comenzó con cuatro clientes y hoy tiene más de cien centros de monitoreo instalados en predios entre las regiones de Valparaíso y Aysén.
El boom del negocio fue en 2013, después de que el país vivió el llamado "terremoto blanco", que produjo pérdidas por casi US$ 1.000 millones, según los cálculos del Gobierno. "Mala suerte para el agro, buena suerte para nosotros", bromea Bustamante.