SANTIAGO.- El empresario iraquí Abu Omar es uno de los banqueros de facto del Estado Islámico (EI o ISIS por su sisglas en inglés) y uno de los responsables de que, a pesar de los incesantes ataques aéreos y sanciones por parte de EE.UU., adquirir provisiones para sus combatientes, importar alimentos para civiles o lograr ganancias con el arbitraje de divisas.
Él ha sido parte de una red financiera que funciona hace décadas en el norte y centro de Irak para facilitar las transferencias de dinero y la financiación de muchos comerciantes locales que evitan los bancos convencionales. "Yo no hago preguntas", dijo Omar, que posee casas de transferencias en las ciudades iraquíes de Mosul, Sulaymaniyah, Erbil y Hit.
Según consigna The Wall Street Journal, su función comenzó cuando el Estado Islámico tomó control de esta región en 2014, al hacerle una oferta que no podía rechazar: conservar su negocio si aceptaba manejar el dinero del grupo terrorista más rico del mundo.
Su firma cobra hasta 10% de comisión por mover dinero dentro y fuera del territorio controlado por los militantes fundamentalistas. El monto es el doble de las tasas normales. "El Estado Islámico es bueno para los negocios", comentó.
Estos financistas garantizan que millones de dólares en efectivo entren y salgan a diario del territorio controlado por el EI, anulando así los esfuerzos internacionales para aislar al grupo terrorista del sistema bancario global, dicen fuentes involucradas en el negocio.
Estos operadores trabajan a través de las fronteras y los campos de batalla en medio de uno de los conflictos más peligrosos del mundo, protegidos por las ganancias que producen y por el rol fundamental que tienen en el desarrollo de la economía regional.
"El Daesh (acrónimo de ISIS en árabe) sigue las leyes del dinero, no de la religión o la política. En este sentido, son tan iraquíes como el resto", dijo un cambista de dinero de Anbar en referencia al EI. La red de corresponsales de este operador se extiende desde Amman en Jordania, hasta Faluya y Bagdad en Irak.
El subsecretario de Financiación del Terrorismo de EE.UU., Daniel Glaser, dijo que este tipo de empresas (sólo en Irak hay más de 1.600) permiten a Estado Islámico conectarse con el mundo exterior fuera de su autoproclamado califato.
Cómo funciona
El funcionamiento de estas redes está basado en la confianza mutua: alguien deposita dinero en efectivo en un lugar y al mismo tiempo y en otro lugar a miles de kilómetros de distancia otra persona paga ese monto al destinatario final de la transacción. Esta antigua práctica, anterior a la creación del sistema bancario moderno, es conocida en Oriente Medio como hawala.
Los sobornos y el pago de tributos a los grupos que controlan cada sección del territorio garantizan la seguridad del dinero en tránsito. Tres operadores iraquíes dicen que para proteger sus envíos de efectivo desde Bagdad hasta el territorio controlado por militantes de Estado Islámico en la provincia de Anbar, le pagan una tarifa a las milicias chiitas, que están en guerra con el EI.
Combatientes kurdos iraquíes, también en guerra en su contra, son sobornados para que dejen pasar los envíos de efectivo a través de las zonas de combate que rodean a Mosul. En ambos casos, pagan tarifas fijas de entre US$1.000 y US$10.000, dicen los cambistas. El EI, por su parte, cobra un impuesto de 2% sobre los envíos de efectivo que entran en su territorio, de acuerdo a cuatro personas que participan en el negocio.
El efectivo se desplaza por al menos tres rutas. Una comienza en los estrechos callejones detrás del Gran Bazar de Estambul, Turquía, y sigue a través de los pueblos kurdos iraquíes hasta Mosul, la mayor ciudad bajo control del grupo islámico. Otra conecta la capital jordana de Amman con Bagdad, atravesando zonas controlados por el grupo terrorista en la provincia iraquí de Anbar. Una tercera ruta enlaza la ciudad de Gaziantep, en el sur de Turquía, con Al Raqa, la capital administrativa de Estado Islámico, en Siria.
Funcionarios turcos y jordanos dicen que sus gobiernos se han comprometido a luchar contra el EI y a investigar y procesar agresivamente tanto el lavado de dinero como la financiación terrorista. Funcionarios iraquíes aseguraron que los cambistas juegan un papel importante en el sector financiero del país, pero que los que cooperan con terroristas deberían ser castigados.
El mes pasado, los cancilleres de la coalición liderada por EE.UU. contra Estado Islámico reiteraron su determinación para desarticular los activos financieros del grupo terrorista, estimados en entre US$300 millones y US$700 millones. El Departamento del Tesoro y otras agencias estadounidenses envían regularmente a Bagdad informes de inteligencia sobre transacciones financieras sospechosas de estar ligadas a terroristas, dijeron funcionarios estadounidenses, y mantienen una estrecha relación con los reguladores y los organismos de seguridad de los países vecinos. Pero el flujo de efectivo continúa.
En diciembre, el Banco Central de Irak prohibió a 142 casas de cambio, de las que EE.UU. sospechaba hacían trasferencias para Estado Islámico, participar en las subastas de dólares que la entidad monetaria organiza dos veces al mes.