SANTIAGO.- Hasta que lo logró. Esa fue la premisa que giró en torno a la oferta de compra que aceptó Monsanto de Bayer esta semana, luego de que la alemana se acercara en tres ocasiones para concretar una fusión.
Con los US$66 mil millones ofertados –equivalente a un cuarto del PIB del Chile-, la compra se convirtió en la más grande realizada por una compañía alemana en casi 20 años. La anterior había sido la fusión entre Daimler y Chrysler en 1998, por US$40.000 millones.
La operación también se suma a la lista de las mega fusiones que está viendo el mercado mundial desde el año pasado. Ya en 2015, las fusiones y adquisiciones lograron el mayor récord desde 2007, según el índice M&A de Deloitte con más de US$4 billones. Esa medición, en 1990 fue de US$11.500 millones.
El efecto "súper estrella", como destacó la revista The Economist esta semana en referencia a las grandes compañías que resultan de las fusiones, es más visible en Estados Unidos.
Con la producción de sus herbicidas y el estudio de las semillas genéticamente modificadas en la década de 1980, el rechazo de la comunidad contra Monsanto ha ido en incremento. Aunque en vano.
El Departamento de Agricultura de EE.UU. estima que el 94% de la superficie plantada con soya en ese país y 92% de la del maíz corresponden a variedades transgénicas, y el gasto en semillas de cultivos casi se ha cuadruplicado desde 1996, según información recolectada por The Wall Street Journal.
Según Bayer y Monsanto, el objetivo de esta fusión es contribuir en el desafío de alimentar de manera sostenible a las 3 mil millones de personas más que tendrá el mundo para 2050.
Sin embargo, el avance en la investigación de alimentos transgénicos no se ha consolidado como la fórmula que salvará al mundo en esta materia, indicó a Emol el profesor de la Universidad de Chile, Ricardo Pertuzé.
"Los transgénicos que existen hoy en día apuntan a reducir el uso de herbicidas para poder usar químicos que permiten controlar las malezas y los insectos. Ninguno de los dos genes fomentan un enorme incremento en el rendimiento de cultivos", explicó el agrónomo.
El académico también detalló que "hoy se está tratando de fomentar el uso de algunos genes que apuntan a la resistencia de condiciones de estrés hídrico o de otros elementos del medio ambiente, pero ninguno ha llegado a condiciones comerciales".
En cuanto al mercado local, Pertuzé sostuvo que en "Chile no hay producción con plantas transgénicas, sólo se producen plantas transgénicas para las empresa de semillas y mandarlas al extranjero. Chile recibe algunos alimentos producidos de estas plantas. Por lo que los agricultores locales poco van a poder visualizar" alguna consecuencia que tenga en el mercado esta fusión.
Y concluyó: "No creo que la compra de Bayer genere una gran transformación en el mercado de los transgénicos ni a nivel local ni mundial".