SANTIAGO.- Cuando la semana pasada
Maersk Container Industry (MCI) anunció el cierre de su fábrica de contenedores refrigerados en San Antonio, V Región, explicó que esto obedecía a la
sobreoferta de estos containers en el mundo y la dificultad para importar las materias primas para confeccionarlos.
En paralelo surgieron versiones que atribuyeron el cese de la planta -y el despido de sus 1.209 empleados- a las repercusiones de una huelga legal de tres semanas que protagonizaron los trabajadores en octubre de 2017. También a leyes laborales inadecuadas,
escasez de incentivos a las inversiones industriales y a la falta de personal técnico preparado y productivo.
Relacionado a esto último, las cifras del grupo danés A.P. Moller-Maersk dan luces de lo que ocurría en la fábrica sanantonina que sacó sus primeros contenedores al mercado en 2015.
El Reporte de Sostenibilidad 2017 del conglomerado naviero comenta (en idioma inglés) que "en la fábrica de Maersk Container Industry en Chile, los altos niveles de incidentes de seguridad de 2015 se han reducido en un 75% durante dos años. En el mismo período, el volumen de producción y la velocidad de la línea han aumentado 160%. El colaborador clave ha sido la introducción de reuniones de seguridad diarias en todos los equipos en la fábrica, donde las lecciones aprendidas de los incidentes recientes se comparten para que todos puedan comprender e identificar el riesgo".