El proyecto de reforma de las pensiones del Gobierno de Brasil superó este viernes la primera votación en la Cámara baja, que lo aprobó con holgura y algunos cambios pero aún debe someterlo a un segundo examen, que quedará para agosto.
"El proceso de la segunda votación comenzará el 6 de agosto", dijo el ministro de la Presidencia, Onyx Lorenzoni, quien explicó que la fecha ha sido acordada con los grupos parlamentarios y con el presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia.
Tras cuatro días de debates casi sin interrupciones en el pleno de la Cámara de Diputados, el proyecto en que apuesta el Gobierno de Jair Bolsonaro para reanimar a la economía del país deberá ser ratificado en otra votación.
La duda era si esa votación, tras la cual el proyecto aún deberá ser analizado por el Senado, sería realizada antes del receso que tendrá el Parlamento entre el miércoles próximo y el 1 de agosto, o si quedará para cuando las cámaras legislativas vuelvan al trabajo.
Los partidarios de la impopular reforma temían que, si se convocaba la segunda votación en vísperas del receso, muchos parlamentarios se ausentarían, con lo que podría no alcanzarse la mayoría necesaria de 308 votos (tres quintos de un total de 513) y el proyecto sería archivado.
El pasado miércoles, el marco general de la reforma fue aprobado por una abrumadora mayoría de 379 votos frente a 131, pero aún así el grupo oficialista decidió postergar la segunda votación.
Los debates de los últimos días revisaron ese marco y ablandaron muchas de las duras normas propuestas por el Gobierno para algunos sectores específicos, como maestros o miembros de los cuerpos de seguridad federales, aunque mantuvieron las líneas maestras del proyecto.
La reforma propone endurecer el acceso a las jubilaciones en búsqueda de un ahorro fiscal equivalente a unos 265.000 millones de dólares en diez años, lo que según el Ministerio de Economía bastará para acabar con un crónico déficit fiscal y liberará recursos para la inversión en áreas como la salud y la educación.
Esa cifra, sin embargo, pudiera ser menor debido a los cambios que el proyecto ha sufrido en la Cámara baja, cuyo impacto aún no ha sido completamente calculado.
Para lograr ese ahorro, el proyecto plantea una edad mínima para el acceso a la jubilación, que hasta ahora no es requisito en Brasil y que sería de 62 años para las mujeres y 65 para los hombres, y alarga el tiempo mínimo de contribución en ambos casos, entre otros puntos que, en ciertos apartados, reducen el valor de las pensiones.
El Gobierno justificó esa iniciativa en la necesidad de ponerle costo a un sistema "quebrado" y reactivar una economía que aún no se ha recuperado de la grave crisis del período 2015-2016, en el que el Producto Interno Bruto (PIB) cayó un 7 %, y que está bajo la amenaza de una nueva recesión este año.
El proyecto, sin embargo, ha enfrentado una fuerte resistencia de la izquierda y los sindicatos, que en los últimos meses han tomado las calles del país para protestar contra esa reforma.