La mañana siguiente a las elecciones, Argentina se despertó con un fuerte revés de parte de los inversionistas locales y extranjeros, con un desplome histórico de la bolsa, que perdió un 37,93% al final de la jornada -varios títulos cayeron más de la mitad de su valor-, mientras el dólar pasaba de cotizar de 45 a 60 pesos, para estabilizarse en 55 al final del día.
Ayer martes, la tormenta disminuyó en la bolsa que subió más de 10%, pero el peso siguió con su caída -el dólar cerró a 58 pesos, 3 más que último registro-, a pesar de que el lunes el Banco Central elevó fuertemente la tasa de referencia hasta el 74% y vendió dólares de sus reservas.
La actual crisis económica argentina, que comenzó en abril de 2018, tuvo ya en junio y agosto de ese año dos corridas cambiarias similares a las de estos días que se tradujeron a los precios en todos los sectores, por lo que puede esperarse que suceda algo similar después de esta semana.
La inflación creció un 2,7% en junio, una cifra baja comparada con la de otros meses de la crisis, y se espera que el dato de julio siga esa tendencia, pero el problema es que esos datos positivos quedan desactualizados por el escenario poselectoral, que anticipa un nuevo golpe al poder adquisitivo de los ciudadanos.
En el país suramericano, un 32% de la población vive en la pobreza según datos oficiales, y parte de los que se encuentran al límite de la pobreza son susceptibles de sumarse a esa cifra si la crisis se recrudece.
Las primarias argentinas, en las que todo el mundo puede votar aun sin estar afiliado a un partido, no definían ningún cargo y cada coalición presentaba un solo candidato a presidente.
Las encuestas vaticinaron un resultado casi parejo e incluso los mercados respondieron antes de tiempo con una muy buena jornada bursátil el viernes previo a los comicios.
Las encuestas y los mercados se equivocaron y Alberto Fernández, que lleva a la exmandataria Cristina Fernández (2007-2015) como candidata a vicepresidenta por el Frente de Todos, sacó el 47,65% de los votos frente al 32,08% que obtuvo el actual presidente, Mauricio Macri, una ventaja de 15 puntos que sorprendió a los dos bandos.
Esta gran macroencuesta de facto tuvo un efecto tan palpable el día siguiente porque, al ser la diferencia tan amplia, dejó la partida definida para las elecciones que valdrán, las presidenciales del 27 de octubre: si Alberto Fernández saca los mismos resultados, será presidente sin segunda vuelta -necesita el 45% o más del 40% y diez puntos de ventaja sobre el segundo-.
El resultado electoral deja a Alberto Fernández en la mejor posición posible y en una de sus primeras declaraciones tras el mal comportamiento de la economía el lunes, se refirió a que es Macri quien debe ocuparse de ello.
"Estamos empezando una campaña nuevamente, el Gobierno tiene que gobernar, nosotros somos oposición", dijo a su salida de una reunión con Cristina Fernández.
Este miércoles 14 de agosto, el Presidente anunció una serie de medidas económicas en ayuda de los argentinos: Destacan la reducción de las retenciones aplicadas a los salarios, partidas extras para trabajadores informales y desocupados con hijos, un incremento del salario mínimo y el congelamiento del precio de la gasolina.
"Son porque escuché lo que quisieron decirme el domingo; traerán alivio a 17 millones de trabajadores y sus familias y a todas las pymes que están pasando por un momento difícil y de mucha incertidumbre", sostuvo el Mandatario.
Así como nadie vio llegar la sorpresa política del domingo que fue un vendaval económico el lunes, es difícil predecir qué sucederá hasta el 27 de octubre, fecha de las presidenciales, y menos hasta diciembre, cuando asumirá el nuevo Gobierno.