La financiación de proyectos para combatir el la crisis climática en los países más pobres se acerca al objetivo de US$100.000 millones anuales establecido por los países industriales más ricos hace una década.
En 2017, los países desarrollados canalizaron US$71.200 millones en proyectos destinados a reducir la contaminación por gases de efecto invernadero de los combustibles fósiles, según un informe publicado el viernes por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos. A principios de esta década, la cifra era de apenas US$10.000 millones.
Las cifras alimentan el debate en las conversaciones anuales sobre el calentamiento global organizadas por Naciones Unidas, donde los países industriales han prometido durante años un aumento dramático en la ayuda climática para 2020. Esas promesas allanaron el camino para que algunos de los países menos desarrollados aceptaran reducir sus emisiones en virtud del Acuerdo de París sobre cambio climático de 2015.
"Hay una tendencia al alza, pero se necesita más esfuerzos en el lado público y movilizar la participación privada", dijo en una entrevista Raphael Jachnik, uno de los autores del informe.
Si bien el informe de la OCDE muestra un aumento de 22% en el financiamiento climático respecto al año anterior, las cifras de periodos anteriores no son directamente comparables debido a los cambios en la metodología de lo que se está midiendo.
Los datos de 2017 son los más recientes disponibles que indican el progreso hacia el objetivo de US$100.000 millones. La OCDE registró flujos de ayuda bilateral, financiamiento de instituciones multilaterales de desarrollo y dinero de compañías privadas que ha sido posible gracias a esos compromisos gubernamentales. La escala de la investigación hace que los hallazgos de la OCDE sean algunas de las cifras de mayor autoridad utilizadas en el debate en la ONU.
Alcanzar el objetivo de la ayuda es vital no solo para la capacidad del mundo de hacer frente a la crisis climática, sino también para cambiar el debate sobre qué países deberían hacer más para reducir las emisiones.
La mayoría de ese dinero provino de acuerdos bilaterales entre países, así como de organizaciones multilaterales. El financiamiento público aumentó aproximadamente 44% en los cinco años entre 2013 y 2017.
Gran parte de esa inversión se realizó a través de préstamos, que representaron alrededor de tres cuartas partes de la inversión pública en 2017. Las subvenciones constituyeron la mayor parte del resto, con una pequeña porción de dinero destinada a participaciones de capital en empresas, proyectos o fondos.
La OCDE desglosa dónde se gastó el dinero por región, con lo que evita el tema políticamente espinoso de qué países están dando y obteniendo más.
Asia recibió la mayor parte del dinero, con una cuarta parte del gasto, seguido por África y América. Más atrás están Medio Oriente, Europa y Oceanía. No está claro cómo ha cambiado exactamente el gasto entre regiones con el tiempo, porque los datos de inversión privada se calcularon de manera diferente en años anteriores.
Según los datos de finanzas públicas, ha habido un cambio para gastar una mayor proporción en África y un poco menos en Asia.