Japón aplicará desde este martes un alza del IVA de dos puntos porcentuales, hasta situarlo en el 10%, para costear el creciente endeudamiento provocado por el envejecimiento demográfico en sus sistemas públicos de salud y de pensiones, el segundo aumento en los últimos años y que ha generado confusión entre los nipones.
El anterior aumento de IVA fue llevado a cabo en 2014, cuando este impuesto se elevó del 5% al 8%.
El Gobierno de
Shinzo Abe ha adoptado esta nueva medida con suma cautela tras posponerla en dos ocasiones desde su fecha inicial prevista (octubre de 2015) por temor a lastrar aún más la renqueante economía nacional, y ha ideado un amplio abanico de medidas para mitigar un impacto indeseado en el consumo doméstico.
El primer ministro nipón afirmó que el objetivo es "garantizar la seguridad social para todas las generaciones, desde los niños hasta los mayores", y se comprometió a incrementar las prestaciones para los pensionistas con bajos ingresos y a construir más guarderías públicas.
Abe añadió que su Gobierno "prestará una gran atención" al posible efecto negativo del incremento fiscal en la economía y que está preparado "ante cualquier escenario", en declaraciones a la cadena estatal NHK.
La baja natalidad y el envejecimiento demográfico "son los principales problemas" que afronta Japón, dijo, por su parte, el viceprimer ministro y titular de Finanzas, Taro Aso, quien también subrayó que el gasto social supone actualmente más de un tercio del presupuesto estatal.
El incremento del IVA generará unos ingresos anuales adicionales para las arcas públicas de 5,7 billones de yenes (US$52.708 millones), según las estimaciones del Ejecutivo.
La población japonesa ha acogido la subida resignados al tratarse del segundo incremento de este tipo en cinco años -y del cuarto desde que en 1989 el Gobierno introdujo por primera vez el IVA-, y confundidos ante la compleja batería de medidas puestas en marcha para compensar la pérdida de poder adquisitivo.
"Es un sistema difícil de comprender, y me da pena por las personas mayores. También por los minoristas o los dueños de restaurantes. No sé si hacía falta introducir algo tan complicado".
Seiko Sugawara, trabajadora tokiota de unos 50 años
Y es que, mientras que los
alimentos frescos y otros bienes básicos quedarán exentos del nuevo IVA, ciertos productos tendrán un precio distinto según se consuman en el local o se compren para llevar, por ejemplo las cajas 'bento' que constituyen el sustento diario de muchos trabajadores.
El Gobierno también ha promovido un sistema de descuentos y bonificaciones para las compras con tarjeta de crédito o aplicaciones móviles en lugar de con efectivo -que sigue siendo la forma de pago preferida de los nipones-, además de distribuir una especie de "cheques regalo" entre familias con menos ingresos.
En los días previos a la entrada en vigor del nuevo IVA han sido habituales las colas en grandes establecimientos de electrodomésticos, supermercados o taquillas de estaciones ferroviarias, ante la gran afluencia de consumidores decididos a aprovechar su última oportunidad para ahorrarse algunos yenes.
En cualquier caso, con esta subida impositiva Japón recorta distancias respecto a la presión fiscal sobre el consumo existente en otros países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), aunque sigue muy lejos del IVA medio de estos países, del 19,3% en 2018.
Japón es además una de las naciones desarrolladas con mayor endeudamiento público (el año pasado ascendió al 238% del PIB, según datos del Gobierno), y tiene ante sí el reto de sanear sus cuentas a la par que lidia con su declive demográfico.