La vacuna creada por Pfizer y BioNTech, que fue desarrollada con celeridad y ha resultado excepcionalmente eficaz contra el covid-19, encadena logros gracias a una mezcla de suerte y de decisiones arriesgadas, lo que ha impedido que sus creadores escapen de la polémica.
El 9 de abril del año 2020, durante los meses más críticos de la pandemia a nivel mundial,
la farmacéutica estadounidense Pfizer y el laboratorio alemán BioNTech, pequeño especialista en tecnologías de punta, se aliaron para impulsar un antídoto contra el coronavirus.
Apostaron por la innovadora tecnología ARN mensajero, que nunca se había utilizado en el ser humano, y prometieron "proporcionar algunos millones de dosis en 2021" en un momento en que Europa estaba cerrada por los confinamientos y la epidemia galopaba por Estados Unidos.
Siete meses después, Pfizer anunció los primeros resultados positivos de una vacuna procedente del mundo occidental. Su eficacia fue superior al 90% y había sido confirmada en Israel, donde la campaña de vacunación hoy en día está muy avanzada.
Pero el éxito también es industrial, puesto que en el mes de marzo, BioNTech prometió 2.500 millones de dosis para el verano boreal, un cuarto más de lo inicialmente previsto. La vacuna domina por el momento las campañas en la Unión Europea, Estados Unidos e Inglaterra. Esta osada apuesta parece ganada y ha hecho olvidar las polémicas que surgieron tras las sospechas de una búsqueda de beneficios y rentabilidad.
Trabajadores exhaustos
En noviembre de 2020, poco después del anuncio de avances en ensayos positivos, la venta de un paquete de acciones por varios millones de dólares en manos del presidente de Pfizer, Albert Bourla, encendió las alarmas, aunque después se supo que la operación estaba prevista desde hacía tiempo.
Sumado a esto, en enero pasado surgió una nueva polémica al constatarse que los frascos de la vacuna Pfizer contenían seis dosis y no cinco. De golpe, la farmacéutica podía entregar muchas más vacunas de lo anunciado, pero en Europa y en menor medida en Estados Unidos, la falta de jeringas adaptadas hacía temer que no se pudiera extraer la última dosis.
Dos meses después, la polémica quedó en el olvido ya que no hubo dificultades para conseguir jeringas. "Nunca ha sido un problema", aseguró Romain Comte, responsable de un centro de vacunación en Paray-le-Monial, centro de Francia. "Ahora que lo tenemos claro, incluso logramos sacar siete dosis de la vacuna Pfizer", y es que la farmacéutica trabaja a toda máquina en sus plantas, como ocurre en Puurs, una ciudad belga que se ha convertido en uno de los puntos clave en la lucha contra la pandemia
"En los departamentos covid, trabajamos 7/7, 24/24", sostuvo Patrick Coppens, delegado del sindicato Federación General del Trabajo de Bélgica (FGTB), quienes exigen mejores salarios. En esa línea, explicó que "muchos colegas tienen literalmente los nervios de punta ya que llevan haciéndolo todo un año. Esto no puede seguir así".
Otro asunto delicado, dice relación con que Pfizer vende sus antídotos a precios bastante altos. Según documentos revelados accidentalmente por la secretaria de Estado belga, Eva de Bleeker, la vacuna Pfizer/BioNTech figura, junto con la de la start-up Moderna, como las más caras de la industria.
"Pfizer y Moderna saben muy bien que sus vacunas solo podrán servir en los países desarrollados debido a las dificultades de conservación y distribución"
Experto en salud de Shore Capital
De hecho, la dosis cuesta una docena de euros, frente a los menos de dos que Bruselas paga por la británica AstraZeneca, que ha prometido vender la vacuna desarrollada con la Universidad de Oxford a precio de costo mientras dure la pandemia.
Ante las dudas de si los valores altos constituyen una compensación para recompensar la tecnología utilizada por BioNTech y Moderna, el experto de salud del gestor de activos Shore Capital de Londres, Adam Baker, apuntó que "Pfizer y Moderna saben muy bien que sus vacunas solo podrán servir en los países desarrollados debido a las dificultades de conservación y distribución".
Una alianza eficaz
Estas vacunas se conservan a temperaturas muy bajas, aunque Pfizer ha podido probar que la suya puede sobrevivir dos semanas en un frío menos intenso. En ese contexto, Baker afirmó que "AstraZeneca sabe que su vacuna podrá utilizarse mucho más ampliamente, incluso cuando se dé por acabada la crisis sanitaria".
AstraZeneca, que ha impulsado una vacuna de "vector viral" de menor valor y fácil de almacenar, está produciendo centenares de millones de dosis en el Serum lnstitute de India, el mayor fabricante de vacunas del mundo. Pero por el momento, la polémica rodea a este laboratorio.
En efecto, por estar supuestamente vinculada con casos - muy raros- de problemas cardiovasculares a veces mortales, países como España, Francia o Reino Unido han prohibido su la administración en menores de sesenta años.
Asimismo, la farmacéutica británica mantiene un conflicto con la Unión Europea por su retraso en entregar millones de dosis prometidas. A su vez, Pfizer también tuvo algunas dificultades y a principios de este año admitió que había retrasos en su planta de Puurs.
Pero fue "para aumentar la cadencia de producción a partir de la semana siguiente" declararon representantes de la empresa ubicada en dicha ciudad y la descartaron el término "dificultades".
De todas, la decisión más importante de Pfizer y BioNTech ha sido la apuesta por la vacuna ARN mensajero, cuya técnica consiste en inyectar en el organismo briznas de instrucciones genéticas que dictan a las células lo que tienen que fabricar para luchar contra el coronavirus. Este método, utilizado en la inmunización para animales, era prometedora pero sin garantía de éxito.
"Hace un año, le hubiera dicho que había que desconfiar", declaró Dan Mahony, especialista de salud en el fondo británico Polar Capital. "A menudo, cuando algo tiene una excelente pinta en laboratorio, en la vida real no funciona tan bien". Pese a ello, reconoció que "esto ha funcionado mucho mejor de lo que jamás hubiera imaginado”.
Pfizer estimaba a principios de año que su vacuna le reportaría 15.000 millones de euros en 2021, una cantidad enorme en comparación con los cerca de 40.000 millones de ingresos del año pasado. Eso era antes de que BioNTech revisara al alza sus objetivos de producción.