La inflación en Chile se disparó en marzo y se ubicó por encima de todos los pronósticos, poniéndole aún más urgencia a enfrentar el principal dolor de cabeza que hoy afecta a la economía chilena.
Según el Índice de Precios al Consumidor (IPC) informado ayer por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), los precios de la canasta básica escalaron en términos mensuales un histórico 1,9%. Hay que viajar casi 30 años al pasado para encontrar un registro superior, hasta octubre de 1993 (2,6%).
Con esto, la inflación anual en Chile acumula un crecimiento de 9,4% (mayor nivel desde octubre de 2008), quedando muy cerca del 10% que el Banco Central pronosticaba que se alcanzaría a mitad de este año.
Es decir, los precios están aumentando más rápido de lo previsto, con nuevas presiones como los efectos de la guerra en Ucrania y lo que podría provocar un nuevo retiro desde los fondos de pensiones.
Cifras que, para Mario Marcel, ministro de Hacienda, son preocupantes y "una razón adicional para no echarle más fuego a la hoguera de los precios".
Y es que claro, si hasta hace solo días el Banco Central -según su Informe de Política Monetaria (IPoM) de marzo- esperaba que el país conviviera con una inflación en torno a 10% a mediados de 2022, son varios los analistas que aseguran que esa proyección quedó pequeña y que el umbral del 10% se superará pronto, más aún si el Parlamento decide alimentar la hoguera con el fuego de un nuevo retiro previsional.
"En 3 meses acumulamos la inflación de todo un año (normal). Lo que antes no era tema, este año será central. ¿Componente externo? Sí. Pero mayor causa sigue siendo interna por exceso de gasto. ¿Terraplanistas de los retiros seguirán empeorando el problema?", se preguntó el ex titular de Hacienda, Ignacio Briones.
Una inflación de 10% o más, muy alejada de la meta de 3% del Banco Central, no es un juego y el impacto que esto tiene en la vida diaria de los chilenos es profundo. La Unidad de Fomento (UF) en un mes aumentará $600 y sobrepasará los $32 mil ¿En qué se traduce? Suben los dividendos y los costos de los créditos en general, suben las colegiaturas, suben los planes de salud, y un largo etc..
La inflación se ha transformado en un serio problema para las familias, sobre todo de menores ingresos, que se encuentran semana a semana con alzas en los precios de los productos y diferentes servicios. También esto golpea a los inversionistas, que acuden al mercado financiero y se dan cuenta de la presión en las tasas de interés y el riesgo de encarecimiento del crédito.
Quizás uno de los mayores problemas de una alta inflación -además de la dificultad que tiene bajarla- es la pérdida del poder adquisitivo de las personas, un "impuesto invisible" como lo califican algunos. Por ejemplo, una persona que ha tenido un sueldo mensual de $1 millón durante un año, en la práctica ese sueldo ha perdido cerca del 10% de su valor, es decir, su poder adquisitivo disminuyó más de $90 mil.
Ello, sumado a las trabas que una fuerte escalada de precios pone al ahorro, dado que ahora los consumidores deben desembolsar más dinero para comprar los mismos productos y considerando que los productos que más suben son los de mayor consumo, que suelen ser de primera necesidad.
"El problema es que no estamos acostumbrados a vivir con una inflación superior al 10% desde el año 1993 y eso genera que el periodo de adaptabilidad sería bastante largo y no se puede asumir esos costos considerando que muchas deudas están indexadas a la UF", comentó Jorge Berrios, académico de la Facultad de Economía y Negocios de la U. de Chile.
"Por lo tanto, con niveles de inflación altos eso es complejo de equilibrar sobre todo si los sueldos tienen reajustes desfasados. Es decir, existirá una pérdida del poder adquisitivo bastante fuerte y un aumento de las tasas de interés de todos los créditos. Vivimos con tasas muy bajas en los últimos 20 años y nos acostumbramos a una estabilidad que hoy se está modificando por la incertidumbre", agregó.
"Cuanto más alta sea la inflación, más persistente, más dañara la credibilidad del Banco Central y finalmente del Gobierno. Más difícil será entonces reducir la inflación, con más costos sobre la actividad económica. Por eso es imprescindible no aflojar los esfuerzos por combatirla".
David Kohn
Para Berrios,
"estamos en una situación crítica no solo por un efecto de la inflación, sino que también de riesgo de estabilidad política. Los dos pueden generar una 'tormenta perfecta' de proporciones".
Por su parte, Patricio Valenzuela, académico de la Facultad de Ingeniería y Ciencas Aplicadas de la U. de los Andes, subrayó que "una mayor inflación reduce el poder adquisitivo de nuestros ingresos afectando directamente nuestra calidad de vida. Además, genera una mayor incertidumbre lo que tiende a reducir la inversión productiva y así la generación de empleo", añadiendo que ve "probable" que la inflación anual supere el 10% en los próximos meses.
"Sin duda, el control de la inflación se le ha escapado de las manos al Banco Central y un control de la inflación hacia finales de año se complica", dijo. "Estamos en una situación compleja, especialmente si pasamos el umbral del 10% de inflación anual. La inflación que estamos experimentando es históricamente alta". agregó.
En esa línea, recalcó que "es importante que no se apruebe un nuevo retiro (...). También es importante que exista una responsabilidad fiscal del gasto y que la política monetaria del Banco Central busque maneras de ser más efectiva", junto con subrayar la relevancia de la intensidad con que se siga desarrollando la invasión rusa en Ucrania.
Mientras que David Kohn, académico del Instituto de Economía UC., comentó que "la inflación es costosa en la medida en que es inesperada y provoca desajustes en los presupuestos y las decisiones de las familias y empresas. Las personas cuyos salarios no ajustan por inflación, pierden poder adquisitivo y se vuelven más pobres; los ahorros que no están protegidos contra la desvalorización del peso, pierden rentabilidad o incluso caen. Esto, en general, afecta más a las personas de menor poder adquisitivo".
Ello, además de que "las empresas pueden posponer decisiones de inversión si tienen incertidumbre sobre precios futuros de sus productos. En general, el sistema de precios pierde sentido como asignador eficiente de recursos, lo que afecta la competitividad de la economía", dijo, añadiendo que mientras "la inflación alta se prolongue más en el tiempo, van a aumentar los mecanismos de indexación, lo que a su vez elevará la persistencia de la inflación y hará más costoso reducirla".
"Cuanto más alta sea la inflación, más persistente, más dañará la credibilidad del Banco Central y finalmente del Gobierno. Más difícil será entonces reducir la inflación, con más costos sobre la actividad económica. Por eso es imprescindible no aflojar los esfuerzos por combatirla", resaltó Kohn.
La vida en un Chile con alta inflación
Otro problema que ve Berrios, de la U. de Chile, es que, a su juicio, en Chile no se "valora realmente la estabilidad financiera y económico que tuvo el país en los últimos 20 años".
De hecho, recordó que, hasta hace no mucho, en 1990, la inflación en el país era de 27,3% y antes de esto, por la década de los 70, "tuvimos una de las más altas del mundo" y "cuando el país tenía altas inflaciones era diferente en todo sentido".
"Creo que nos acostumbramos a otro estándar de vida y a tener muchas cosas suntuarias que en periodos de inflación alta serían impensables. La gente más se dedicaba a sobrevivir que a consumir. Para una persona de clase media sería imposible tener lo que tiene hoy".
Jorge Berrios
"No había acceso al crédito, no todos tenían cuenta corriente y ni pensar en tarjetas de crédito. El sueño de la casa propia era algo casi inalcanzable para un segmento de la población o siquiera pensar en tener un auto.
El acceso a los bienes de capital eran limitados y solo para algunas personas, e incluso algunos bienes que hoy son comunes en nuestra vida, simplemente no existían", recalcó el académico.
También expuso que en esos años "los precios de los bienes comunes de las personas subían prácticamente todos los días e incluso se compraba a granel, porque se compraba lo que se podía y muchas veces solo lo necesario. Pensar en lo que hoy existe en un supermercado es casi hablar de otro planeta. No había productos suntuarios y muchos solo se traían del exterior cuando uno viajada. Viajar como ahora tampoco era algo común, simplemente no se hacía".
"Creo que nos acostumbramos a otro estándar de vida y a tener muchas cosas suntuarias que en periodos de inflación alta serían impensables. La gente más se dedicaba a sobrevivir que a consumir. Para una persona de clase media sería imposible tener lo que tiene hoy", concluyó Berrios.