El proceso comenzó con el pie derecho para Musk, dado que el directorio de Twitter aprobó de forma unánime su oferta y está recomendando a los accionistas a hacer lo mismo.
Tras anunciar el acuerdo el lunes, Twitter hizo notar que la propuesta de Musk, que representa un premium de 38% respecto al cierre del precio de las acciones al 1 de abril, es "sustancial" en términos monetarios y que sería "el mejor camino para los accionistas de Twitter".
Cuando el directorio adoptó una cláusula anti-adquisición conocida como "pastilla de veneno" hace sólo diez días, se identificó como una señal de que los directores estaban preparándose para rechazar la oferta inicial de Musk y quizás buscar otro interesado que pudiese pagar más.
Pero el panorama cambió drásticamente la semana pasada, cuando Musk informó que tenía reunidos 46.500 millones de dólares -incluyendo US$ 21.000 millones de su fortuna personal- para pagar por la compra. Musk dijo que otros inversionistas colaborarían con el financiamiento.
Esta noticia no sólo subrayó la seriedad de Musk en su intento por adquirir la red social, sino también abrió la puerta para que otros grandes accionistas de Twitter se interesaran por escuchar más sobre sus planes para la compañía de San Francisco.
Los detalles de esas conversaciones no se conocen públicamente, pero Musk podría mostrar su larga trayectoria de más de 20 años de construir y conducir diversos negocios, entre ellos ser el CEO de Tesla. La compañía fabricante de autos eléctricos actualmente está valorada en 1 billón de dólares, casi 25 veces más que Twitter.
"Creo que no hay nada mejor para Twitter que Elon Musk lo compre e idealmente reemplazar su directorio, además de duplicar la inversión en productos y nuevas fuentes de generación de ingresos", explica John Meyer, emprendedor e inversionista tecnológico. "Musk tiene antecedentes de que puede conseguir lo imposible", agrega.
Es fácil notar por qué otros accionistas de Twitter estarían interesados en una reorganización, o como una oportunidad de recuperar su inversión. Antes de que Musk diera a conocer su participación de un 9% en Twitter a principios de este mes, las acciones se transaban debajo de los 40 dólares, no mucho más de los 26 dólares que costaban cuando Twitter salió a la bolsa en noviembre de 2013. Desde entonces, el Nasdaq se ha triplicado, incluso tras un revés reciente. Twitter se ha quedado rezagada entre las empresas tecnológicas, debido a sus problemas para anotar ganancias y escaso crecimiento de ingresos en comparación con otras dos fuerzas dominantes de la publicidad digital, Google y Facebook.
En tanto, las acciones de Tesla ahora valen cerca de 300 veces lo que costaban cuando salieron a la bolsa en 2010. Tras luchar por conseguir números azules por más de una década, el fabricante de automóviles ahora es extremadamente rentable, con ingresos netos de 3.300 millones de dólares durante los primeros tres meses de este año.
Como es costumbre una vez que una compañía accede a ser adquirida, el comprador puede dar una mirada más acabada a sus cuentas para asegurarse que no existan alertas que se hayan advertido en sus presentaciones públicas.
Este proceso no debiese ser ningún obstáculo para la transacción, advierte Angelo Zino, analista tecnológico en CFRA.
"(Musk) está adquiriendo esta compañía, no desde una perspectiva financiera", afirma Zino. "Va a hacer lo que quiera con ella y probablemente intentará hacer cambios significativos en el modelo de negocios de la compañía", agrega.
El año pasado, Twitter generó US$ 5.000 millones en ingresos en Estados Unidos y otros países, comenta Zino. La Comisión Federal de Comercio en Estados Unidos o la Comisión Europea en la UE, son algunas de las agencias reguladoras que podrían revisar la propuesta de compra de Twitter.
Los principales tópicos en los que se fijan estas agencias generalmente son cómo podría afectar la competencia en cierta industria, o si viola leyes antimonopolio.
Estas revisiones pueden tardar meses o más, pero generalmente representan un obstáculo cuando son dos compañías las que buscan fusionarse o, en caso de un comprador único, que tenga propiedad significativa en otras compañías de la misma industria.
Ni Tesla ni SpaceX son plataformas de redes sociales, por lo que las preocupaciones antimonopólicas no debiesen surgir cuando los reguladores revisen esta operación, afirman analistas.
Se espera que la compra se cierre en 2022, sujeto al acuerdo de los accionistas de Twitter. La red social no ha anunciado fechas para una votación, pero la junta anual de la compañía está agendada para el 25 de mayo, el que podría ser un momento conveniente para saber la posición de los accionistas.
Una compañía puede optar por llamar a una votación en cualquier momento, incluso antes de que los reguladores hayan terminado de revisar la propuesta de adquisición.
En esta etapa tan temprana, no está claro qué ocurrirá con el actual directorio de Twitter o quienes encabezan sus operaciones si se concreta la compra, pero Musk ha dejado muy claro que cree que la compañía ha sido mal administrada. Esa evaluación es un claro indicador de que los cambios de Musk incluyen la salida de los actuales cabecillas de Twitter.