La carrera global por los fertilizantes ya inició, siendo la escasez de éstos una de las principales preocupaciones -entre muchas- en medio del impacto de la guerra en Ucrania en los precios y la carencia de ciertos alimentos básicos, aumentando el riesgo de hambruna mundial.
Según
Antonio Guterres, secretario general de Naciones Unidas, el conflicto bélico en Europa del este ha contribuido a los trastornos causados por el cambio climático, la pandemia y la desigualdad para producir una "crisis global de hambre sin precedentes" que afecta ya a millones de personas.
"Existe un riesgo real de que en 2022 se declaren múltiples hambrunas", dijo en una cumbre celebrada en Berlín el viernes pasado. "Y 2023 podría ser incluso peor", agregó.
Guterres sostuvo que las cosechas en Asia, África y América se verán afectadas, ya que los agricultores de todo el mundo se enfrentan a las fuertes alzas que han registrado los precios de los fertilizantes y la energía.
"Los problemas de acceso a los alimentos de este año podrían convertirse en una escasez mundial de alimentos el próximo año", mencionó, subrayando que "ningún país será inmune a las repercusiones sociales y económicas de una catástrofe así".
La invasión por parte de Rusia fue un golpe directo para la industria agrícola completa, la que se ha visto afectada por varios acontecimientos durante más de un año. Esto considerando que Moscú solía exportar casi el 20% de los fertilizantes nitrogenados del mundo y, junto a su vecino sancionado, Bielorrusia, alcanzaban el 40% del potasio exportado del mundo, de acuerdo a un análisis de Radobank.
Sin embargo, la mayor parte de esa producción está ahora fuera del alcance de los agricultores alrededor del globo, gracias a las sanciones impuestas por Occidente y las restricciones impuestas sobre Rusia para vender ciertos productos.
Situación que ha abierto una carrera por fertilizantes en todo el mundo, con especial fuerza en América Latina.
"Si hablas con un agricultor de América del Norte o de Oceanía, la principal conversación es sobre los fertilizantes, concretamente sobre el precio y la disponibilidad de los mismos", explicó a fines de mayo Theo de Jager, presidente de la Organización Mundial de Agricultores.
"Los precios son más o menos un 78% más altos que la media en 2021, y esto está resquebrajando la parte de producción de la agricultura. En muchas regiones los agricultores simplemente no pueden permitirse llevar los fertilizantes disponibles. Y no se trata solo de fertilizantes, sino también de productos agroquímicos y combustible. Esto es una crisis global y requiere una respuesta global", añadió.
La ecuación es simple: si el sector agrícola de un país reduce el uso de fertilizantes, su rendimiento disminuye, lo que podría impactar significativamente en el suministro internacional de alimentos.
La OEA expresó hace algunas semanas su "grave preocupación" por el efecto del aumento del precio de los fertilizantes en la producción de alimentos en la región.
Esta amenaza es la que ha empujado a varios estados de América Latina a compartir métodos y prácticas entre ellos para poder enfrentar la crisis, según un reciente informe de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Lo anterior considerando que gran parte de la región presenta alta dependencia, o es más vulnerable al cese de envíos de los fertilizantes, particularmente Brasil, que importa alrededor del 85% del abono que utiliza, del cual una cuarta parte normalmente provenía desde Rusia.
"Necesitamos innovar para enfrentar la escasez y el alto precio de los fertilizantes sintéticos, y la diversificación de fuentes de nutrientes es una estrategia para una agricultura más resiliente", dijo el representante de la FAO para América Latina y el Caribe, Julio Berdegué, hace unas semanas.
Por ejemplo para hacer frente a la coyuntura, el Presidente de Perú, Pedro Castillo, anunció a mediados de junio la firma de convenios internacionales para agilizar la compra y el acceso de fertilizantes.
Hasta ese entonces, el país andino había recibido ofertas de otras catorce naciones, de acuerdo a las autoridades, entre las que destacan Estados Unidos, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Turquía, Panamá, entre otros, a fin de que el producto arribe a principios de agosto.
Mientras que en marzo, el Mandatario de Ecuador, Guillermo Lasso, anunció que su Gobierno importará fertilizantes para subsidiarlos ante "el incremento del precio de los insumos agrícolas" por la crisis internacional.
En Chile el Gobierno, en conjunto con BancoEstado, ha estado impulsando la entrega de créditos especiales para agricultores, lo que, entre otras cosas, permite financiar los mayores costos de los fertilizantes. También se creó una comisión de Seguridad Alimentaria -conformada por el sector público y privado- que espera entregar en julio un diagnóstico de la situación en el país.
Sin embargo, a juicio de Pablo Ortúzar, investigador del Instituto de Estudios de la Sociedad (IES), Chile estaría quedando atrás en la carrera por los fertilizantes.
En una reciente columna en Pulso, cuestionó que en Chile aún no se tomen medidas con miras a asegurar el suministro de fertilizantes, similar a lo que se hizo con los diversos contratos que suscribió el país para asegurar el abastecimiento de vacunas contra el covid-19.
"Ninguna unidad política es mejor que su matriz alimentaria. Grandes imperios sucumbieron, en el pasado, ante la interrupción de suministros o ante años de cosechas malogradas", señaló.
"Lamentablemente, nuestra situación es muy complicada. Chile es un país golpeado, al mismo tiempo, por el cambio climático, la pandemia, la guerra en Ucrania y la crisis política y social interna. Y la escasez de alimentos es una fuerza arrolladora, como un tsunami, que barre con todo en la medida en que el fenómeno se agudiza"
Pablo Ortúzar, investigador del IES
"Lamentablemente, nuestra situación es muy complicada. Chile es un país golpeado, al mismo tiempo, por el cambio climático, la pandemia, la guerra en Ucrania y la crisis política y social interna. Y la escasez de alimentos es una fuerza arrolladora, como un tsunami, que barre con todo en la medida en que el fenómeno se agudiza", añadió.
Por lo mismo, si bien destacó que "el Gobierno de Gabriel Boric haya creado una comisión de seguridad alimentaria que entregará un diagnóstico en julio", dijo que las autoridades "actuaron tarde, y eso tiene consecuencias".
"Otros países ya arreglaron contratos para aprovisionarse de fertilizantes, ante la incertidumbre mundial, tal como se hizo con las vacunas contra el covid. Y Chile, a diferencia de lo que ocurrió con las vacunas, ya quedó a la cola con los fertilizantes", acotó.
"De más está decir que si el nuevo orden chileno fracasa en el desafío alimentario, los vapuleados '30 años' terminarán pareciendo un paraíso al lado de las décadas que vendrán", subrayó Ortúzar.