La sustracción de madera de la industria forestal es un delito que lleva años practicándose en la zona sur del país, provocando millonarias pérdidas en varias industrias que hoy ven con preocupación cómo esta tendencia -que continúa al alza- impacta tanto en su propio desarrollo, como en el de la economía en su conjunto.
Según datos otorgados por la Corporación Chilena de la Madera (Corma), en los últimos cuatro años el robo de madera ha crecido exponencialmente,
desde cifras en torno a US$20,0 millones en 2018; a US$45,2 millones en 2019; para luego avanzar a US$67,8 millones en 2020 y llegar a un peak de US$92,4 millones en 2021.
Además, se tratan de sucesos que ocurren desde la Región de O'Higgins hasta Los Lagos.
Desde la Corporación plantean "en el 2021 el monto respecto al 2018 casi se cuadruplicó llegó a US$92,4 millones, lo que equivale a aproximadamente 50 mil camiones anuales circulando con madera robada por nuestras carreteras".
"Este delito tiene un impacto social muy fuerte porque estas bandas para aislar el bosque donde roban, hacen un ocupamiento territorial mediante amenazas, infundiendo temor, usando guardias armados, y haciendo tomas de caminos y atentados de todo tipo, lo que incide directamente en la seguridad, la calidad de vida y el libre desplazamiento de los vecino", agregan.
En lo productivo, Corma indica que la sustracción de madera "pone en riesgo la existencia y desarrollo de las pymes madereras que trabajan legalmente la madera, en especial las pymes de Maule, que son las que abastecen mayoritariamente el mercado nacional"
Con estos datos sobre la mesa, Patricio Santibáñez, presidente de la Multigremial de La Araucanía, explica que "los afectados directos son los propietarios de bosques, quienes han realizado las inversiones en terrenos y plantaciones, y han esperado más de 20 años para obtener su retorno en la cosecha".
En ese sentido, menciona que, indirectamente, también se ven perjudicada "la industria de aserrío formal, que está afectada por escasez de materia prima, y que con este volumen de robo aumenta significativamente dicha escasez, lo que se traduce en precios más o altos o derechamente falta de esta. Además enfrentan una competencia desleal por efecto de madera que se transa en el mercado a precios más bajos por ser madera robada. También indirectamente la industria de la celulosa".
Junto con ello, Santibáñez hizo referencia a las consecuencias que sufren "los empresarios de servicios que ven restringida la oferta de bosques donde prestar sus servicios de manera legal".
Ante este escenario quienes trabajan en el rubro forestal y en predios, por cierto, han optado por trabajar solo de día y evitar transitar por rutas en horarios más propensos a sufrir alguna afectación. Y es que según datos de la
Asociación de Contratistas Forestales (Acoforag) -gremio que reúne a más de 120 empresas prestadoras de servicios de esa industria en el país-,
los atentados aumentaron un 22% durante los siete primeros meses de 2022, al comparar con igual periodo del año pasado.
Si en 2021 se contabilizaron 50 ataques armados a faenas forestales entre enero y julio, este 2022 ya van 61 en el mismo período. Esto, pese a que en cinco de los siete meses analizados se decretó Estado de Excepción Constitucional en la Macrozona Sur.
Al respecto, René Muñoz, gerente de Acoforag, afirmó que "la industria de la madera está fuertemente afectada por el tema del robo de madera. Estamos hablando de la industria primaria, celulosa, la industria secundaria, que son las maderas aserradas, y los servicios forestales no podemos trabajar, hay una restricción, una disminución importante del abastecimiento y eso hace peligrar el funcionamiento de estas industrias".
Señala que "en el mercado interno la industria de la madera aserrada ha disminuido sus producciones, han caído las producciones de los aserraderos porque la demanda está muy restringida y eso hace que los aserraderos vayan reduciendo sus producciones y también disminuyendo turnos. Pero hay un efecto secundario, que es el efecto que se está produciendo en la industria del pellet".
"El pellet utiliza restos del aserradero, es toda una industria que se ha desarrollado en función de la contaminación atmosférica. Entonces, los propietarios de estas industrias no tienen abastecimiento", añadió.
En ese sentido, Antonio Minte, gerente de la Asociación Chilena de Biomasa (AChBIOM), dice que "el robo de madera hace que haya una competencia desleal, porque esa madera llega a algunos aserraderos con malas prácticas, y dentro de esas malas prácticas, con precios que no corresponden. Eso después se traduce en una pérdida de competitividad a quienes hacen bien las cosas y no están en ese mercado negro. Eso ha hecho que esos aserradores bajen turnos y cierran (...) y he sabido de otros que se van a la quiebra".
Y recalcó que "si a los aserradores les va mal, en industria del pellet se traduce en una disminución de la disponibilidad de materia prima".
Y además de comentar que algo similar ocurre producto de los ataques a contratistas, sostuvo que se trata de "un tema grave que afecta mucho más allá de nuestra industria, hay que relevarlo y buscar las soluciones políticas necesarias. No es un tema que le esté haciendo bien al país. Esto le hace mal a la industria de la madera, le hace mal al país y a los consumidores".
¿Cómo afecta a la economía?
Consultado por el impacto que el robo de madera tiene -o puede tener- sobre la economía en su conjunto, Rodrigo Saens, académico de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Talca, menciona que "el principal efecto es sobre la inversión y, por tanto, sobre la generación de empleo de una de las zonas más pobres de nuestro país".
"Uno de los sectores más perjudicados es la industria forestal que representa un 1,9% del Producto Interno Bruto de Chile. De las 2.300.000 hectáreas de plantaciones forestales de Chile, casi un 40% se encuentran en la Región del Bío Bío. Sumadas las regiones de la Araucanía y del Bío Bío aportan un 70% del PIB forestal", acotó.
"En el 2021 el monto respecto al 2018 casi se cuadruplicó llegó a US$92,4 millones, lo que equivale a aproximadamente 50 mil camiones anuales circulando con madera robada por nuestras carreteras"
Corma
Junto con ello, manifestó que "la inseguridad que se vive hoy en la macro zona sur contrae la inversión, disminuye las oportunidades de empleo y encarece la mano de obra. A las empresas madereras, sobre todo a las más pequeñas, se les hace cada vez más difícil encontrar gente. Dicho riesgo ha ido encareciendo el costo de contratación".
Mientras que, Carlos Smith, docente investigador del Centro de Estudios en Economía y Negocios de la Universidad del Desarrollo, aseveró que "el impacto del robo de madera es bastante grave, estamos hablando de un mercado de más de US$100 millones, y solo en lo que considera madera, para qué decir el impacto que tiene el impuesto en términos de la menor recaudación por toda la cadena productiva desde la tala, el aserradero y la venta posterior".
"Tenemos menor recaudación, menor producción por parte de las forestales, y el aumento de los costos para las forestales porque, finalmente, son ellos los que se llevan todos los costos y no tienen la posibilidad de aprovechar esa madera, porque se la roban, y ahí es donde está el negocio", dijo.
"Se genera una escalada de costos asociados para la economía que son bastante relevantes, ya que además han ido aumentando la cantidad de territorios en el cual se está produciendo, y por lo tanto, mayor incertidumbre, mayor inseguridad está generando", concluyó.