Mañana la ciudadanía concurrirá a las urnas para decidir sobre una nueva Constitución para Chile. Un voto que -independientemente del resultado- tendrá grandes implicaciones políticas y sociales, pero que está lejos de atenuar el clima de incertidumbre instalado en el país desde que inició el proceso de elaboración de una nueva Carta Fundamental.
Y es que en estos casi dos años desde el aplastante triunfo del Apruebo en el Plebiscito de entrada, el escenario económico solo se ha vuelto más complejo, a propósito de un enfriamiento particularmente fuerte, acompañado por un desborde inflacionario no visto en décadas. Se trata de la caída después del ascenso.
Si bien el año pasado cerró con cifras positivas, y el Producto Interno Bruto (PIB) creció un histórico 11,7%, la mayor expansión económica anual desde el retorno de la democracia, impulsado por la masiva inyección de liquidez tras los apoyos fiscales y retiros previsionales, el 2020, siempre será recordado como el año en que el mundo se detuvo por la irrupción del covid-19.
Al examinar el impacto que la pandemia tuvo en nuestro país previo al Plebiscito de entrada de octubre, en la que la opción Apruebo arrasó con casi el 80% de las preferencias, resalta que el Índice Mensual de Actividad Económica (Imacec) comenzó a arrojar cifras negativas desde marzo de 2020, producto de las cuarentenas y las restricciones a la movilidad.
Y fue recién en septiembre de ese año -seis meses más tarde- que el Imacec dejó atrás los retrocesos de dos dígitos, cayendo un 5,3% al comparar con igual periodo del año anterior.
El mercado laboral también se vio afectado por las medidas para intentar contener la transmisión del coronavirus, con lo cual la tasa de desempleo del trimestre junio-agosto se encontraba en 12,9%, de acuerdo a los registros del Instituto Nacional de Estadísticas (INE). Si bien el dato estuvo por debajo del 13,2% registrado en el trimestre inmediatamente anterior, también dejaba en evidencia el desafío que implicaba la recuperación de cientos de miles de puestos de trabajo perdidos.
Con todo, en esa fecha la inflación en el país todavía se encontraba dentro del rango meta establecido por el Banco Central -en torno a 3%-, considerando que el avance de 0,6% registrado por el Índice de Precios al Consumidor (IPC) de septiembre de 2020 llevó el dato acumulado a un 2,1%, registrando además un alza a doce meses de 3,1%.
¿Y las tasas de interés? Diez días antes de que se llevara a cabo el Plebiscito de entrada, el Consejo del Banco Central acordó mantener la Tasa de Política Monetaria en un mínimo de 0,50%, en línea con la tendencia altamente expansiva que el ente rector comenzó a aplicar desde el estallido social y que comenzó a ajustarse paulatinamente desde fines de 2021.
Además, las proyecciones del Informe de Política Monetaria (IPoM) de septiembre de ese año apuntaban, por un lado, a que el PIB crecería entre 4 y 5% en 2021, y en 2022 lo haría entre 3% y 4%. Junto con ello, las estimaciones de inversión medida como Formación Bruta de Capital Fijo (FBCF) estimaban una caída de 10,6% en 2020, para luego recuperarse y llegar hasta 8% en 2021, y, posteriormente, escalar 4,9% en 2022.
Cabe destacar que el precio del dólar era considerablemente más bajo que el actual, y se cotizaba en torno a $775-$780, mientras que el cobre todavía se mantenía lejos de los US$4 la libra, transándose en US$3,08715 la libra en la Bolsa de Metales de Londres (LME).
¿En qué pie llega la economía para el Plebiscito de salida?
Luego de cruzar un contexto de plena recuperación económica, tras el durísimo golpe sufrido por la pandemia y una explosión del consumo debido a la alta liquidez para hacer frente a la crisis, ahora, en 2022, la economía entró de lleno en un proceso de desaceleración.
El anunciado "frenazo" habría llegado -a juicio de analistas- de la mano con el Indicador Mensual de Actividad Económica de julio de 2022, que dio a conocer esta semana el Banco Central, el cual mostró un pobre crecimiento de 1% en el séptimo mes del año, el peor registro desde febrero del año pasado.
Por su parte, la tasa de desocupación en Chile se ubicó en 7,9% en el trimestre móvil mayo-julio de 2022, lo que si bien constituye la decimoquinta disminución anual consecutiva, también demuestra cierto estancamiento respecto del período inmediatamente anterior, considerando que la medición se ha mantenido estable -alrededor de 7,8%- todo el 2022.
Al respecto, Sebastián Cea, académico de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Aplicadas de la Universidad de Los Andes, asegura que la economía "no llega en su mejor momento. Venimos saliendo de un esfuerzo fiscal excepcional y con mucha incertidumbre de cómo se actualizarán las reglas del juego independiente del resultado del Plebiscito. Los últimos indicadores de actividad han mostrado un menor dinamismo, y mientras no haya un rumbo más cierto será difícil estabilizarlo".
En tanto,
Alejandro Micco, académico de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile y ex subsecretario de Hacienda, indicó a
EmolTV que "el 1% del Imacec muestra lo que ya sabíamos, que la actividad económica iba a empezar a caer en la segunda parte del año, lo estamos viendo un poco más rápido de lo esperado. Por desgracia, esto no trae buenas noticias para la gente, para los trabajadores.
Esto, unido a una inflación alta, estamos en lo que se llama estanflación, que es el peor escenario que un banquero central o ministro de hacienda quisiera tener".
Como ha sido la tónica de los últimos meses, el IPC de julio se disparó 1,4%, llevando el dato anualizado a superar el 13% por primera vez desde 1994 (13,7%). En tanto, en lo que va de 2022, la escalada de pecios en el país acumula un incremento de 8,5%,
Frente a esta situación, la entidad presidida por Rosanna Costa ha implementado agresivos ajustes a las tasas de interés durante todo el año con el fin de reducir las presiones inflacionarias, inclinación que mantuvo en su última Reunión de Política Monetaria (RPM), cuando el Consejo decidió subirla en 75 puntos base, hasta 9,75%.
"Una economía que no crece a buen ritmo no es capaz de recaudar fondos suficientes para financiar las demandas que el país requiere ni entregar las condiciones de estabilidad para fomentar la inversión, que es la semilla del crecimiento futuro"
Andrés Riquelme, director del magíster en Economía de la Universidad de Talca
Hacia adelante, el escenario económico sigue siendo preocupante. Así lo dejó entrever el Banco Central en su Informe de Política Monetaria (IPoM) de junio, cuando además de advertir que el país corría el riesgo de entrar en recesión en 2023 -con variaciones del PIB de entre -1,0% y 0%; para luego crecer entre 2,25 y 3,25% en 2024-, el ente rector
prevé una fuerte contracción de la inversión este y el próximo año, al menos.
Así, para este año, se prevé una caída de 4,8% -mayor al 3,8% previsto en marzo-, mientras que para 2023 la baja sería de 2,2%, frente al 0,2% pronosticado en el informe anterior. ¿El motivo? entre otras cosas, la alta incertidumbre, tanto por factores internos como externos.
Esto último ha impactado también en la cotización del dólar, provocando incluso una intervención cambiaria por parte del Banco Central para controlar el precio divisa en medio de una histórica racha que lo llevó a alcanzar los $1.046 a fines de julio y subir más de $40 en un día.
Con todo, desde ese entonces el billete verde ha caído más de un 14% -retrocediendo $16 solo este viernes-, ante un mercado que apuesta por el triunfo del Rechazo.
El cobre también ha perdido terreno, afectado por las medidas de confinamiento en China -principal consumidor de metales-, acumulando caídas que lo hicieron descender hasta los US$ US$3,44141 la libra, su menor precio desde el 27 de julio, cuando se cotizó en los US$3,42553 por libra.
A juicio de Andrés Riquelme, director del magíster en Economía de la Universidad de Talca, "las condiciones económicas no son para nada idóneas", añadiendo que "independiente del resultado del Plebiscito, se esperan transformaciones en diversos ámbitos, como salud, vivienda y educación, entre otros, que se traducirán en aumento de costos para el Fisco".
"Una economía que no crece a buen ritmo no es capaz de recaudar fondos suficientes para financiar las demandas que el país requiere ni entregar las condiciones de estabilidad para fomentar la inversión, que es la semilla del crecimiento futuro", concluyó.