Tras ello, expuso que "los riesgos del escenario macroeconómico son elevados y sus implicancias de corto y mediano plazo deben ser evaluadas cuidadosamente".
Con esto, se encadenan once subidas consecutivas a la Tasa de Política Monetaria (TPM), pero esta sería la última en medio de la lucha contra la dura inflación que azota a Chile.
En el análisis que hizo el Consejo para llegar a esta decisión, destaca que a nivel internacional "la inflación mundial había seguido dando señales de mayor persistencia, los bancos centrales habían continuado elevando sus tasas de referencia y las expectativas de mercado apuntaban a un prolongado ajuste monetario en las economías desarrolladas".
En ese sentido, los economistas coincidieron en que, respecto del escenario externo, "se observaba un empeoramiento en las últimas semanas. Se destacó que las presiones inflacionarias permanecían elevadas tanto en las economías desarrolladas como emergentes y, si algo, el fenómeno se había ido mostrando algo más persistente que lo previsto".
"Consecuentemente, las políticas monetarias se iban tornando más contractivas en la mayoría de los países, resaltando el caso de EE.UU. Se destacó que, si bien los mercados habían ido asumiendo el cambio de escenario sin disrupciones mayores y generalizadas, las condiciones financieras globales se habían ido estrechando, las proyecciones de crecimiento volvían a reducirse y los mercados de productos básicos mostraban mayor debilidad", añade el documento.
Por otro lado, hubo consenso en que "no solo el impulso externo que recibiría la economía chilena sería menor, sino que también había aumentado la probabilidad de observar escenarios de riesgo negativos. Se destacaron tanto los posibles impactos de una política monetaria estadounidense más contractiva en el resto del mundo como las debilidades en algunos mercados financieros importantes, como daba cuenta lo que ocurría en el Reino Unido".
"Se agregaba el desarrollo de otras fuentes de incertidumbre ya presentes, como la guerra entre Rusia y Ucrania y la debilidad de la economía china y las consecuencias del ajuste de su sector inmobiliario", expone el Central.
A nivel local, se destacó el comportamiento de la inflación, "cuya tasa de variación anual marcaba un leve retroceso después de muchos meses de fuerte alza. Se añadió que, de todos modos, en línea con lo esperado, la inflación subyacente seguía aumentando, lo que mantenía las alertas sobre la consolidación de una tendencia inflacionaria a la baja".
Junto con ello, se mencionó que "la depreciación del peso aumentaría la inflación en el corto plazo, como lo reflejaban los precios y expectativas de mercado. En todo caso, al ser producto de un movimiento global del dólar, este aumento del tipo de cambio tenía impactos sobre la inflación distintos de los que se habían observado en ocasiones previas, cuando la depreciación obedecía más a factores locales".
Se resaltó también el comportamiento de las expectativas de inflación, e indicaron que "pese a una inflación algo mayor en el corto plazo, mostraban ajustes a la baja a plazos más largos, probablemente recogiendo el impacto de mediano plazo de un escenario macroeconómico más deteriorado".
Con todo, hubo consenso en que las expectativas a dos años plazo seguían muy por sobre 3% y que su evolución era "materia de preocupación".
Respecto de las condiciones financieras locales, se destacó la debilidad que mostraba el crecimiento del crédito, con tasas de variación anual bajas o negativas en sus distintas categorías.
Las opciones
Todos los consejeros concordaron en que la información recogida desde la publicación del IPoM delineaba "un escenario central donde las presiones inflacionarias de mediano plazo irían cediendo en línea con lo previsto".
A juicio de los economistas, esto representaba "un cambio importante respecto de varias de las Reuniones anteriores, donde, en general, los datos iban mostrando la necesidad de una política monetaria cada vez más restrictiva para asegurar la convergencia de la inflación a 3% en dos años plazo".
Con todo, la minuta señala que también hubo consenso en que el problema inflacionario seguía presente, "pues la inflación estaba en niveles elevados, la persistencia era alta y las expectativas de inflación de mediano plazo de distintos agentes permanecían muy por sobre la meta de 3%".
"También favorecía a esta opción el que hacía más fácil dar un sesgo claramente neutro a los próximos movimientos de la tasa, y permitía enfatizar que permanecería en ese nivel por el tiempo necesario para asegurar la convergencia de la inflación a la 3% en dos años plazo"
Banco Central
En este contexto, todos los consejeros estuvieron de acuerdo en que, en línea con lo expresado en el IPoM de septiembre, la TPM ya estaba en torno a su nivel máximo. Por lo mismo, evaluaron un ajuste de la tasa que permitiera
"llegar a un nivel de contractividad suficiente para mantenerla por el tiempo necesario para evaluar el impacto de los cambios en el escenario macroeconómico y asegurar el logro de la meta de inflación en el horizonte de dos años".
Fue así como se discutieron dos opciones: aumentar la TPM en 25 o 50 puntos base.
De acuerdo al Consejo del instituto emisor, la primera alternativa "daba más espacio para evaluar la evolución del escenario macroeconómico, particularmente por los desarrollos del escenario externo y su impacto en la actividad y las presiones de inflacionarias de mediano plazo. También podía evaluarse positivamente si la ponderación de los riegos externos era muy elevada".
Sin embargo, recalcaron que dicha opción podía "dar una señal errónea respecto de la lectura que el Consejo estaba haciendo sobre los riesgos para la inflación, en particular respecto de la persistencia inflacionaria".
Ahora bien, sobre la opción de aumentar la TPM en 50 puntos base, hubo acuerdo en que adoptar una decisión como esta "situaba la TPM en el nivel necesario para asegurar la convergencia de la inflación a 3%, dado el actual entorno macroeconómico".
Al mismo tiempo, argumentaron que "permitía dar una señal coherente con la preocupación del Consejo por la persistencia inflacionaria y reducir los riesgos asociados a cambios significativos en el escenario externo".
"También favorecía a esta opción el que hacía más fácil dar un sesgo claramente neutro a los próximos movimientos de la tasa, y permitía enfatizar que permanecería en ese nivel por el tiempo necesario para asegurar la convergencia de la inflación a la 3% en dos años plazo", agrega la minuta.