Felipe EscalonaCEO de The Real Eco StatThe Real Eco State es una inmobiliaria chilena que tiene un modelo de negocio distinto al que usualmente se utiliza en la industria. Vende terrenos, sí, pero con fines exclusivamente de conservación ¿Dónde? En la Patagonia chilena.
Específicamente, desde 2017 se dedican a la venta de terrenos de mínimo 5 hectáreas donde no se puede construir ni urbanizar, con el objetivo de "mantener sus atributos naturales intactos, para lo cual nos convertimos en la primera empresa chilena en utilizar el Derecho Real de Conservación", cuenta Felipe Escalona, fundador y CEO de The Real Eco State, quien decidió lanzarse con esta empresa tras vivir una experiencia cercana a la muerte durante una excursión en las Torres del Paine.
Incluso, la firma logró captar la atención de la NASA, pues llevan un año trabajando juntos para medir científicamente la captura de carbono que realizan los bosques de la Patagonia chilena, como parte del proyecto GEDI que está mapeando en 3D todas las zonas boscosas del planeta.
En una nueva edición de "Lo pensó/lo hizo" de Emol, Escalona explica cómo funciona su particular modelo de negocio, los "portazos" que recibió y los próximos pasos de The Real Eco State.
Es una empresa chilena creada en 2017 con el propósito de proteger la Patagonia chilena a través de la venta de terrenos con fines exclusivamente de conservación. La necesidad de preservar nuestra naturaleza de la amenaza de la crisis climática para asegurar el futuro de nuestro planeta llevó a la compañía a desarrollar un modelo de negocios único en Chile, ya que vendemos terrenos de mínimo 5 hectáreas no con fines habitacionales, sino para mantener sus atributos naturales intactos, para lo cual nos convertimos en la primera empresa chilena en utilizar el Derecho Real de Conservación. Una herramienta legal que prohíbe talar árboles, construir cercos perimetrales, introducir animales domésticos, hacer fogatas, acumular basura o modificar cauces de agua. De esta manera propiciamos la recuperación de los ecosistemas naturales para enfrentar la crisis climática.
A mediados de la década pasada trabajaba como fiscal inmobiliario en una empresa grande. Durante una excursión en las Torres del Paine me perdí durante horas en medio de una tormenta de nieve y llegué a pensar que hasta ahí llegaría mi vida. Entre las cosas que pensé en ese momento fue cómo me recordarían y cuál sería mi epitafio. Aunque me terminaron rescatando, esa pregunta me quedó dando vueltas por mucho tiempo. Comencé a cuestionarme si todo lo que había hecho hasta entonces había valido la pena y qué podría hacer en mi vida para generar un cambio positivo para mí y para otras personas. En un viaje a Puerto Varas encontré la respuesta, cuando vi los impactos negativos que genera la subdivisión de terrenos para parcelaciones, que altera los ecosistemas naturales y en no pocos casos ni siquiera cumple con la promesa de la habitabilidad. Ahí, más que una empresa, nació mi proyecto de vida: vender terrenos no para construir en ellos, sino para preservarlos intactos.
Toqué muchas puertas y recibí varios portazos. Varios inversionistas inmobiliarios tradicionales consideraban una locura comprar terrenos para que no se pudiera construir en ellos, pero no me dejé desalentar y decidí arriesgarlo todo. Vendí todo lo que tenía, incluso mi auto, aposté mis ahorros y puse literalmente mi vida en ese proyecto. Si no resultaba, lo perdía todo. Afortunadamente, la idea loca se terminó convirtiendo en unos pocos años en un modelo de negocios que cumple su propósito de conservar intacta nuestra naturaleza austral y aun así generar una rentabilidad a quienes invierten en ella. Hoy nos autofinanciamos con lo que hemos generado desde el inicio del negocio e incluso he creado dos fundaciones y participo como director de una tercera.
Desarrollar un modelo inmobiliario sostenible, conocido como Impact Investment, que consiste en inversiones cuyo objetivo es generar un impacto medioambiental y social positivo y medible, acompañado de un retorno financiero, que a fines de este 2024 haremos realidad mediante la renta que le generarán a nuestros clientes los bonos de carbono asociados a su terreno. En The Real Eco State nos sentimos profundamente orgullosos de que en estos siete años hemos logrado consolidar un capitalismo consciente y sustentable, sin haber talado ni un solo árbol.
Inversionistas chilenos y extranjeros con sensibilidad medioambiental, que no necesitan tener enormes recursos económicos o dejar de lado las ganancias para contribuir a la preservación de áreas naturales vírgenes.
Me encantaría tener una competencia que tenga una visión parecida, pero la verdad es que como todos los demás buscan habitabilidad rural o desarrollar centros urbanos en zonas prístinas, no los considero competencia. Lo mismo pasa a nivel internacional: no hemos encontrado desarrollos como los nuestros, sólo brokers que venden predios extensos para conservación, enfocado en filántropos millonarios.
Creo que tengo que aprender a crear modelos, en los negocios y la filantropía, que creen oportunidades más que subsidios. Muchas veces he tomado decisiones excesivamente paternalistas con quienes no han tenido tantos privilegios como yo y eso no siempre permite sacar lo mejor de las personas.
A nuestra generación le tocó combatir la crisis climática y las desigualdades sociales en tiempos de mayor prosperidad. En ese contexto, mi propósito es crear una plataforma que, a través de la conservación de la naturaleza, permita un trabajo conjunto entre el Estado, las empresas y las comunidades, conformando un equipo de individuos responsables que, desde su propósito personal, luchen juntos por un bien mayor. De esta forma, en el futuro las nuevas generaciones podrán enfrentar las crisis que se les presente con la experiencia de un trabajo de equipo fraternal.
Dormirse en los laureles. Muchas veces nos han dicho que somos los únicos haciendo el modelo de negocio basado en la conservación, la única inmobiliaria que trabaja con la NASA, los únicos en llegar a otros países con el modelo, etc. Tenemos que seguir innovando e impactando sin descanso y con prisa, porque estamos contra el tiempo.
Principalmente me planteo conservar los bosques y selvas del hemisferio sur (Latinoamérica y África) con dinero del hemisferio norte (Europa, Estados Unidos y Asia).
A todas esas personas que luchan buenamente por salir adelante sin muchas oportunidades. A esa gente que tiene ganas y le faltan oportunidades, pero se sigue levantando super temprano para sacar adelante a su familia y a su comunidad. No soy mucho de idealizar personajes.
Siendo partícipe de uno de los proyectos más innovadores de Latinoamérica. Uno que esté preservando al menos un millón de hectáreas trabajando conjuntamente con comunidades, emprendedores, universidades e instituciones estatales.
Conozco una empresa que se llama “Reciclando súmate” que me inspiró mucho. Partieron hace algunos años recogiendo cartones y ahora tienen cientos de puntos de reciclaje en campamentos y zonas vulnerables de Puente Alto y sus alrededores. Han cambiado la forma en que se manejan los residuos en esos lugares, donde muchas veces no entran los camiones de basura y han crecido sostenidamente sin ambiciones desmedidas. Me inspiran las personas que trabajan por su propósito, no me importa si están en un ranking Forbes o son unicornios o no.
Super buen lugar. Hay bastante certeza jurídica en comparación con el resto de Latinoamérica y mucha gente que quiere hacer las cosas bien. Además, los que se asustaron en 2019 y se llevaron la plata del país, dejaron harto espacio para hacer cosas nuevas.
Con tristeza opino que el Estado chileno ha sido un obstáculo. Es común que las instituciones públicas vean a las empresas como enemigos. El lucro está demonizado y las malas prácticas de algunos terminan generando reglas generales que nos afectan a todos. La NASA es una institución pública y me impresionó comprobar que estaban felices de trabajar con empresas privadas y facilitar la cooperación.