El gobierno argentino, encabezado por el presidente Javier Milei -quien asumió en diciembre pasado-, quiere atraer inversionistas privados para desarrollar nuevas obras que modernicen la infraestructura local. Y busca hacerlo reproduciendo el modelo de concesiones de Chile, que en 30 años ha generado iniciativas por cerca de US$28.500 millones. Pero las autoridades trasandinas admiten que se trata de un desafío complicado, debido a la conflictividad que arrastran desde hace décadas contratos en diversos ámbitos de la infraestructura y también por la pérdida de confianza en el país de parte de los inversionistas.
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