Perry en Brasil. La artista, por segunda vez, desató la euforia en un Rock in Rio.
AP
"Roar", incluida en su último álbum, Prism
(2013), marcó el comienzo de un show en el que la cantante fue
ofreciendo uno tras otro todos sus grandes éxitos. "Wide Awake", "Dark Horse", "E.T." o "I kissed a girl" generaron
el fervor de una audiencia, entregada también a la teatralidad de la puesta en escena, los cambios de vestuario y
las diversas atmósferas creadas por la artista, entre ellas una alusiva al antiguo Egipto, con numerosos bailarines como ejército de apoyo.
A mitad de concierto, hubo también un espacio para la intimidad, cuando la artista regaló a los presentes canciones como "By The Grace Of God" y "Unconditionally". Pero eso, finalmente, es una excepción en la gran fiesta que Perry se propuso armar en Rio, y que regresó con piezas como "This Is How We Do" y "Teenage Dream".
El cierre, que sirvió de broche de oro tanto a su actuación
como al Rock in Río llegó con la popular "Firework", para ahora alistar el paso del Prismatic World Tour por otros países de Sudamérica, entre ellos Chile, el próximo 6 de octubre.
Los otros grandes protagonistas del día en Rio fueron los noruegos A-Ha, quienes además de celebrar 30 años de actividad presentaron su reciente disco Cast In Steel.
Rock in Rio puso así fin a siete días de conciertos, comandados por cerca de 150 grupos, que arrastraron a 595.000 personas a disfrutar de aproximadamente 95 horas
de música en vivo.