EL CAIRO.- Nimr Baqir al Nimr, el conocido clérigo chiita saudí ejecutado este sábado, fue durante mucho tiempo la voz crítica en el reino gobernado por la casa real sunita.
Tras regresar a su país se hizo popular entre los seguidores de la misma rama por sus exaltados discursos en los que acusaba al Gobierno sunita de discriminar a la minoría chiita en el país.
Además pedía más derechos para los chiítas, que suponen en torno al 15% de la población saudí, mayoritariamente sunita.
Al Nimr respaldó las protestas contra el Gobierno en 2011 en la Provincia Oriental, rica en petróleo, inspiradas en las revueltas de la región aquel año conocidas como las primaveras árabes.
Fue detenido en varias ocasiones por su activismo contra el Gobierno. Su último arresto en 2012 desencadenó días de violentas protestas en su ciudad natal Qatif, en el este del país.
"Estoy seguro que mi detención o muerte serán un motivo para la acción", fue citado en un sermón en una mezquita antes de su arresto.
En 2014, un tribunal saudí de bajo rango lo condenó a muerte por cargos de incitación al conflicto sectario y desobediencia a los gobernantes del país.
En octubre, un tribunal de alto rango confirmó la condena contra el clérigo de 55 años. En aquel momento, los líderes chiitas de Irán, Irak y Líbano advirtieron a Arabia Saudí que su ejecución traería consecuencias.
Grupos defensores de los derechos humanos pidieron también su liberación, al considerar que su juicio tuvo profundos errores y puntos débiles.
El relevante gran ayatolá, Nurí Hamedaní, consideró que "algunos países todavía no se han dado cuenta del poder de los chiíes, y los que le emitieron la pena de muerte al jeque Nimr, sepan que el mundo islámico responderá".
Los lazos entre Irán y Arabia Saudí empeoraron por la intervención de Arabia Saudí en Yemen contra los rebeldes chiíes hutíes de Yemen y el sostenimiento del régimen de Bahrein, un país de mayoría chií, regido por una monarquía suní.