El 12 de agosto del 2000 fue el día que el K-141 Kursk desapareció en el medio del mar Barents sin dejar ninguna pista. En aquel entonces, el submarino de 154 metros de largo y casi 20.000 toneladas de peso, se encontraba operando en lo que era el despliegue más grande del gobierno ruso tras la desintegración de la Unión Soviética.
Según la versión oficial, la nave sufrió dos explosiones mientras estaba sumergida a más de 100 metros de profundidad, lo que imposibilitó su salida a flote y terminó con la vida de los 118 tripulantes.
Sin embargo, una versión paralela, apoyada por el capitán de la Armada rusa, Vitali Dotsenko, establece que la nave fue alcanzada por un proyectil norteamericano, como una especie de advertencia de Estados Unidos para que Rusia no hiciera negociaciones con China. 14 meses después el Kursk fue reflotado en una misión que duró más de tres meses.
Este caso corresponde a un avión privado Boeing 727 que despegó el 25 de mayo de 2003 desde la capital de Angola, con destino a Burkina Faso, pero que, lamentablemente, nunca más tocó tierra.
La nave, que era del mismo modelo a la que aparece en la foto, tomó vuelo desde el aeropuerto internacional Quatro de Fevereiro con las luces apagadas y registrando elementos defectuosos en la cabina de mando. Según diversos reportes, hay informes contradictorios sobre cuántas personas iban realmente en el avión.
En su minuto, un funcionario estadounidense indicó que no habían evidencias que revelaran un posible acto terrorista, y agregó además que "probablemente" se debía a un robo.
La aeronave despegó desde Río de Janeiro en dirección a París el día 31 de mayo de 2009, mas nunca llegó a destino. Unas pocas horas después de haber iniciado su viaje, cuando se encontraba en medio del océano Atlántico, la nave Airbus modelo A330 entregó por última vez su posición al centro de control.
Después de casi dos años de la desaparición de la máquina, se hallaron rastros del accidente, en su mayoría cuerpos y grabadoras de audio.
En 2012, las autoridades francesas entregaron la versión oficial de las causas del accidente, asegurando que se produjo un congelamiento en el sistema, lo que provocó un fallo en los controles que determinaban la velocidad, haciendo que el piloto automático dejara de funcionar y el avión se estrellara contra el océano.
El 8 de marzo de 2014 despegó desde la ciudad de Kuala Lumpur con rumbo a Beijing, el vuelo 370 de Malaysia Airlines con 239 personas a bordo. Una hora después de haber despegado, cuando sobrevolaba el mar entre Malasia y Vietnam, se perdió el contacto con el avión sin haber siquiera llamadas de alerta ante posible emergencia.
Equipos de búsqueda de varios países estuvieron recorriendo las aguas en la península de Malaca, tratando de encontrar restos o alguna pista que indicar qué podía haber sucedido con la nave y sus pasajeros. Sin embargo, no se obtuvieron resultados.
Este 2018 el Gobierno de Malasia aseguró que reactivará la búsqueda del avión en conjunto con una compañía estadounidense, operativo que se extenderá por un plazo de tres meses.
El caso más reciente sucedió el 15 de noviembre de 2017 cuando desapareció en el Atlántico sur el submarino ARA San Juan, perteneciente a la Armada argentina y que llevaba en su interior a 44 personas.
Tres horas después de la última comunicación con la nave, se detectó una explosión que habría sepultado al buque a 3.000 metros de profundidad, reduciendo al mínimo la esperanza de encontrar con vida a sus tripulantes.
La búsqueda del submarino se mantiene hasta el momento. Dos buques, uno argentino y uno ruso, continúan investigando la zona donde se habría producido el último contacto de la nave con la base naval de Mar del Plata.