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Los altos y bajos del PT: El partido más popular de Brasil marcado por los casos de corrupción

Gobernaron 13 años dando grandes logros al país. Sin embargo, desde 2014 todo fue crisis. Dilma Rousseff fue destituida de la Presidencia en 2016 y el ex Mandatario Luiz Inácio Lula da Silva fue condenado a 12 años de cárcel.

25 de Enero de 2018 | 14:05 | Por Valentina Salvo, Emol
SANTIAGO.- El 27 de octubre de 2002, el obrero mecánico Luiz Inácio Lula da Silva celebró una arrasadora victoria en los comicios presidenciales de Brasil, representando al Partido de los Trabajadores (PT), la colectividad que él mismo había fundado décadas antes. El PT se había convertido en el partido de izquierda más grande de América Latina y su creador había logrado el 61% de las votaciones.

Hasta entonces, nadie podía presagiar que tras ganar cuatro elecciones seguidas – dos con Lula y dos con su ahijada política, Dilma Rousseff –, sus figuras más importantes caerían directo al abismo. Rousseff fue destituida de la presidencia en agosto de 2016, tras ser declarada culpable de haber maquillado las cuentas fiscales durante su gestión.

Hoy, Lula está en la palestra luego de que la Justicia ratificara que recibió sobornos en el marco del caso Petrobras y su condena fuera aumentada a 12 años de cárcel. Una situación difícil para el partido, considerando que el ex jefe de Estado, ahora inhabilitado, es su único plan para los comicios de octubre de 2018, según admitió esta semana la misma Rousseff.

El brillo del PT

Nació de un grupo de dirigentes sindicales, intelectuales de izquierda y católicos progresistas inspirados por la Teología de la Liberación, el 10 de febrero de 1980, en medio de una atmósfera de ebullición social marcada por el declive de la dictadura y la aparición de una nueva clase trabajadora que exigía mejor estándar de vida. Lula, un obrero y dirigente sindical se convirtió en la viva imagen de este nuevo grupo. Tras su creación, el PT logró ubicar a su máximo líder en el Palacio del Planalto 23 años después de su lanzamiento y luego de tres intentos frustrados.

Según consigna el diario El País, el 01 de enero de 2003, cuando Lula era investido en el Congreso Nacional, 8 de cada 10 brasileños creían que realizaría un gobierno bueno o excelente. El futuro era prometedor. El líder petista heredó en ese entonces un Brasil enfermo económicamente, con un 12% de desempleo y en el que el 23% de los brasileños se encontraba bajo el umbral de la pobreza, según datos del Banco Mundial. Para llegar al poder, el PT aprovechó este difícil escenario y la popular imagen de su abanderado.

17,5% disminuyó el índice de pobreza entre 2003 y 2014 durante la gestión del PT
Sin embargo, Lula también debió ceder en su forma de ver la política. Acordó con el empresariado un pacto que aseguraba la continuidad del desarrollo económico y negoció una alianza política con el Partido de Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), el mismo al que pertenece el actual Presidente brasileño, Michel Temer.

El PT crecía en popularidad y credibilidad como nunca antes, tanto que Lula volvió a ser electo en 2006 hasta completar su periodo en 2010. Tras él, llegó el turno de otra miembro destacada del partido, Dilma Rousseff, quien con la herencia popular de su padrino político se convirtió en la primera mujer en llegar al sillón presidencial en 2011.

Era una época de esplendor para el partido, pero también para Brasil. Según estadísticas del Banco Mundial, entre 2003 y 2014 –época en que estuvo el PT en el Gobierno– la pobreza se redujo casi 17,5% y el desempleo cayó a un 6,8%. En 2014, la ONU declaró a Brasil como un país sin hambre y el estudio de su modelo era una constante, tanto en foros académicos como diplomáticos.

La caída

Sin embargo, en 2014 las cosas ya no iban tan bien. Los casos de corrupción se tomaron la opinión pública, luego de que se destapara el escándalo de la red de sobornos en torno a la petrolera estatal Petrobras y que la justicia diera inicio a la ya conocida operación Lava Jato. Los cuestionamientos a miembros de las filas del PT empañaban la labor del entonces gobierno de Rousseff y complicaban su reelección ese mismo año. Rousseff logró ser electa, aunque por un margen mucho más estrecho y aunque el PT era considerado "el más corrupto de Brasil".

9% de aprobación llegó a tener en 2016 el PT, su nivel más bajo
Al mismo tiempo, la economía volvía a ser protagonista, esta vez no para bien. En 2014 el crecimiento de Brasil marcaba solo un 0,5% y el PIB anual llegó a su punto más bajo con una recesión de -3,8%. Con ello, la crisis social se hacía cada vez más latente a través de multitudinarias manifestaciones que exigían una mejora en la educación y salud.

Si en marzo de 2013 la popularidad del entonces partido oficialista llegó a su peak con un 29%, en diciembre de 2014 se fue al fondo y se posicionó -dos meses después de la reelección de la Mandataria petista-, en un 22%. La caída libre había comenzado: en junio de 2015 la popularidad disminuyó a la mitad, hasta un 11%, y en diciembre de 2016 alcanzó un 9%, según la encuesta Datafolha.

Esta última cifra reflejaba un malestar que cuatro meses antes había terminado con la salida precipitada de Rousseff, sometida a un juicio político por maquillar las cuentas fiscales. Tras las acusaciones de corrupción, el PMDB que tenía a Temer de vicepresidente del país, abandonó la alianza de gobierno para posicionarse en la oposición y dejó a Dilma y al PT solos afrontando la destitución.

Tras este duro golpe al alma del Partido de los Trabajadores, la esperanza fue puesta en Lula y en su retorno. Sin embargo, las malas noticias no dieron respiro. En las municipales de octubre de 2016, la colectividad sufrió un descalabro electoral que le costó perder los principales municipios del país, registrando su peor resultado en los últimos 20 años. Y como guinda de la torta, en julio de 2017 el juicio por lavado de activos y recepción de sobornos en contra de Lula dio paso a la condena. El ex Mandatario fue sentenciado a nueve años de cárcel y este miércoles un tribunal de segunda instancia aumentó la sanción a 12 años.

Aún así, no todo está perdido. A pesar del escándalo por la situación de Lula, el PT ha visto un repunte en los apoyos en los últimos meses. De hecho, en julio volvió a posicionarse como el partido más popular de Brasil con un 18%, en octubre aumentó a 19% y en diciembre llegó a un 21%. Según analistas, la colectividad logró sacar ventaja de la baja aprobación del Presidente Temer (7%, la peor de un Mandatario en los últimos 28 años), mientras que Lula crece en los sondeos. Una nueva luz de esperanza para el PT que deberá vislumbrar cómo proceder en caso de que su padre fundador sea completamente inhabilitado para las presidenciales.
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