SANTIAGO.- Xherdan Shaqiri y Granit Xhaka fueron los grandes gestores de una de las polémicas que marcó el partido entre las selecciones de Suiza y Serbia, por el Mundial de Fútbol que se celebra en Rusia. Y no porque convirtieron los dos tantos que le dieron la victoria a los suizos, sino por cómo celebraron sus respectivos goles: formando el símbolo del águila bicéfala con sus manos. Un gesto representativo de la bandera de Albania.
La alusión cargada de política, no solo provocó el enojo en el seleccionado serbio, sino que también podría costarle a cada jugador una sanción por parte de la FIFA. Pero ¿cuál es la trama histórica detrás de dicho símbolo?
Kosovo, el origen de la disputa
La gran explicación al gesto es que tanto Xhaka como Shaqiri poseen raíces albano-kosovares. La disputa entre serbios y albaneses por Kosovo se remonta a cientos de años atrás, pues dicho territorio trae un significado histórico para ambas naciones.
Para los serbios, este espacio que ocupaban desde los tiempos de la Alta Edad Media, es considerado su corazón cultural y religioso, además de ser el escenario de la batalla de Kosovo, que perdieron ante el Imperio Otomano en 1389 y que dejó una huella en su tradición. Tras ella, se vieron obligados a abandonar el territorio y en cambio, los turcos dieron derecho a asentarse a los albaneses, en su mayoría convertidos al islam.
Fue recién a finales del siglo XIX y principios del XX que el Principado de Serbia pudo recuperar su autonomía y luego su independencia del Imperio Otomano en la denominada
"Primera Guerra de los Balcanes". Con el Tratado de Londres de 1913, que ajustaba las definiciones territoriales tras el conflicto,
Kosovo volvió a ser parte del territorio serbio.
Dicha situación derivó en un antagonismo entre el pueblo serbio, que defendía su reclamo histórico de recuperar la cuna de su nación, y los herederos de los colonos albaneses, que a esas alturas, ya se habían convertido en la gran mayoría de la población.
Guerra nacionalista étnica
Durante todo el siglo XX y principios del XXI, la enemistad entre albanos y serbios tendrían múltiples consecuencias, principalmente enfrentamientos beligerantes marcados por limpiezas étnicas, desplazamientos masivos y por el sentimiento separatista albano.
El primero de dichos eventos vino con la Primera Guerra Mundial, cuando los albanokosovares intentaron independizarse de Serbia. Algunos de sus principales líderes se unieron a la coalición formada por los alemanes, el Imperio autrohúngaro y el otomano, la misma que finalmente fue derrotada. Algunos años más tarde insistirían en su intención secesionista, esta vez llevando su reclamo ante la Sociedad de las Naciones (entidad anterior a la ONU), pero su solicitud fue rechazada.
Mientras, la tensión étnica se volvía cada vez mayor y cientos de miles de albaneses huían del país. Incluso el Gobierno yugoslavo – que entonces reunía a Serbia, Croacia, Eslovenia y Montenegro – estableció conversaciones con Turquía para la deportación de miles de albanokosovares.
Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial y la invasión del ejército de Alemania, el reino yugoslavo se disolvió y gran parte del territorio de Kosovo fue entregado a Albania, ocupada por la Italia fascista. El escenario se daba vuelta y los grupos albaneses se involucraron en la represión de la población serbia, judía y gitana. Se estima que varios miles de serbios fueron asesinados, y otros se vieron obligados a dejar la región.
Sin embargo, con el fin de la guerra, la República Federal Popular de Yugoslavia volvió a tomar el control sobre Kosovo. Bajo el liderazgo de
Josip Broz 'Tito' y pese a sus operativos de represión, la región adquirió mayor independencia y llegaría a
convertirse en una provincia autónoma. El sentimiento nacionalista se fue tomando el pensamiento de los albanokosovares, que volvieron a ser mayoría y lograron adjudicarse el poder del Gobierno local.
Ya con la muerte de "Tito" en 1980, las demandas de los albaneses por construirse en una de las repúblicas yugoslavas - tal como lo eran Bosnia y Herzegovina, Croacia, Eslovenia, Macedonia, Montenegro y Serbia – llegaban a su punto más alto, frente al radical rechazo de los serbios que reclamaban discriminación. La tensión escaló hasta que en 1989 Serbia, liderada por el nacionalista Slobodan Miloševic, revocó la autonomía de Kosovo y, en respuesta, ésta declaró su independencia dos años más tarde.
El conflicto desencadenó diversos enfrentamientos entre yugoslavos y albanokosovares. Situación que llamaría la atención de la comunidad internacional recién en 1998, cuando los países de la OTAN decidieron involucrarse. Un año después, las fuerzas del bloque bombardearon objetivos yugoslavos argumentando que éstos realizaban una limpieza étnica. La guerra provocó el desplazamiento masivo de cientos de miles de personas, la gran mayoría albaneses, a países vecinos como Albania o Macedonia.
Precisamente, el padre de Xhaka fue preso político durante tres años y medio en la antigua Yugoslavia por participar en manifestaciones contra el Gobierno de Miloševic. Tras salir de la cárcel, sus padres se exiliaron a Suiza, donde nació en 1992. Shaqiri, en tanto, nació un año antes en la ciudad kosovar de Gnjilane. En 1992, sus padres también dejaron su tierra natal para establecerse en Suiza, en mitad del conflicto bélico.