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Proliferación de grupos armados alerta a EE.UU. tras supuesto intento de secuestro de una gobernadora

El descubrimiento de un supuesto plan para raptar a la demócrata Gretchen Whitmer encendió nuevamente las alarmas en el país norteamericano, ante la presencia de estos movimientos.

09 de Octubre de 2020 | 18:12 | EFE
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Reuters
El supuesto plan para secuestrar a la gobernadora de Michigan, la demócrata Gretchen Whitmer, ha puesto al descubierto las actividades clandestinas de "Wolverine Watchmen", una de las milicias que han aflorado en Estados Unidos ante la pandemia del coronavirus y las protestas raciales.

Las autoridades destaparon el jueves un presunto complot de este grupo armado, prácticamente desconocido hasta ahora, destinado a secuestrar y quizá matar a la gobernadora, quien ha sido criticada por sus órdenes para contener el coronavirus, que estos sectores consideran que atentan contra sus libertades constitucionales.

Los detenidos por este plan son seis hombres a los que se imputan cargos federales relacionados con el complot para secuestrar a Whitmer antes de las elecciones del 3 de noviembre, con el presunto fin último de desencadenar una guerra civil en el país.

También hay otros siete sospechosos detenidos, que enfrentan cargos estatales bajo la ley antiterrorista de Michigan.

Ya desde abril, grupos armados han protagonizado protestas frente al Capitolio estatal en Lansing, la capital de Michigan, oponiéndose a las medidas de la gobernadora, y en una ocasión varios de estos milicianos fueron detenidos intentando acceder al hemiciclo.

Según la información dada por las autoridades, el grupo, que había sido infiltrado por informantes de la policía federal (FBI), en un principio consideró la toma del Congreso estatal de Michigan, pero ante la magnitud de una operación, que calcularon que requeriría más de 200 milicianos, cambiaron de objetivo.

Su plan pasó a ser el secuestro de la gobernadora demócrata para llevarla a un escondite situado en un lugar remoto de Wisconsin y juzgarla por "traición", sin descartar acabar con su vida.

Uno de los detenidos, Joseph Morrison, considerado el "fundador" y "comandante supremo" de la milicia, utilizaba una propiedad destartalada en un área rural en la localidad de Munith, unos 120 kilómetros al este de Detroit, para adiestrar a los miembros.

Los vecinos venían escuchando disparos y ráfagas de armas de alto calibre procedentes de ese lugar, sobre todo los fines de semana, como si se llevase a cabo prácticas de tiro, por lo que sospechaban que se trataba de entrenamientos de una milicia.

La presencia de estos grupos armados, que antes mantenían un perfil más bajo, se ha hecho bastante habitual en Estados Unidos a raíz de la pandemia, pero sobre todo en respuesta a las protestas contra la brutalidad policial y el racismo.

Ahora es frecuente ver a grupos de milicianos armados en protestas antirracistas, según ellos, para proteger la propiedad privada y mantener el orden en caso de disturbios o saqueos.

Ante la proliferación de estos grupos, desde la oposición responsabilizan al Gobierno de Estados Unidos, al que acusan de no condenar la violencia de estos movimientos. Desde la Casa Blanca, en tanto, han rechazado estas acusaciones y, por su lado, han culpado a los grupos antifascistas de propiciar los hechos de violencia registrados en el país.

Las críticas aumentaron tras el debate electoral de la semana pasada, donde, al ser consultado por el grupo supremacista "Proud Boys", el Presidente Donald Trump pidió que "diera un paso atrás y permaneciera preparado" ante posibles disturbios raciales.

La gobernadora Whitmer, por su parte, dijo que los extremistas escucharon el debate e interpretaron las palabras del Mandatario "no como una censura, sino como un grito de guerra" y "una llamada a la acción".

"Fue mi Departamento de Justicia el que los arrestó", pero Whitmer "va a montar su espectáculo político", respondió Trump a estas criticas, mientras que su secretaria de prensa, Kayleigh McEnany, aseguró que el gobernante "ha condenado continuamente a los supremacistas blancos y todas las formas de odio".

Aunque en Estados Unidos los neonazis y supremacistas blancos siguen siendo muy minoritarios, su presencia ha ido en aumento.

En una encuesta de YouGov, hace tres años tan solo un 8% de los estadounidenses consideraba justificado que un partido usara la violencia para promover sus objetivos políticos, pero en otra realizada en septiembre de este año esa cifra era más del 30%.
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