El primer ministro de Tailandia, Prayut Chan-ocha, rechazó este viernes dimitir pese al aumento de las presiones por las multitudinarias protestas que vuelven esta tarde a las calles de Bangkok para exigir reformas democráticas en el país.
El mandatario, que compareció frente a los medios por primera vez desde la declaración del estado de emergencia "severo" ayer, dijo que los manifestantes detenidos, entre ellos varios líderes, tampoco serán liberados, tal y como reclaman los asistentes a las protestas.
"La declaración del estado de emergencia sirve para hacer el país más seguro y pacífico (...) y que nadie salga dañado (...) De ahora en adelante quiero pedir a todos que no infrinjan la ley", declaró Prayut, quien encabezó el golpe de Estado militar de 2014 y en 2019 retuvo el cargo en unas controvertidas elecciones.
El primer ministro apuntó que de momento no valora imponer el toque de queda nocturno, pero que podría ser una opción de continuar las protestas.
"No sean temerarios porque todos podemos morir hoy o mañana, como dice la oración. No sean descuidados, cualquiera puede morir en cualquier momento de enfermedad o de lo que sea. No tienten a la Parca", expresó Prayut crípticamente.
El decreto de emergencia, impuesto tras un encontronazo de los manifestantes y un convoy real durante una protesta el miércoles, prohíbe las reuniones de carácter político de cinco o más personas, entre otras medidas.
Las protestas, que comenzaron en julio organizadas por colectivos estudiantiles y han ido aumentando progresivamente en asistencia y reclamaciones, tienen como principal demanda la dimisión del Gobierno encabezado por Prayut y una nueva Constitución, ya que la actual fue redactada por la antigua junta militar, además de reducir la influencia del Ejército y de la monarquía en la política.