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La pandemia golpea al corazón de la Navidad: Tierra Santa y el Vaticano estarán vacíos

Ambos lugares icónicos verán suspendidas sus actividades para el público general que llenaba estos espacios en años anteriores.

24 de Diciembre de 2020 | 08:02 | EFE/Redactado por Ramón Jara A., Emol
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AP
La pandemia de covid-19 ha golpeado fuerte al planeta durante todo el año, y la cosa se mantiene. Cuando no pocos auguraban hace unos meses una Navidad más "normal" y lejos del encierro, las cifras en buena parte del mundo han obligado a mantener e incluso endurecer las restricciones para evitar una catástrofe mayor. Y esto ha dejado coletazos en dos lugares que siempre han sido epicentro de esta celebración: Tierra Santa y el Vaticano.

Así, aquellas zonas que históricamente acogían a una gran multitud este jueves estarán prácticamente vacías, para la pena de los feligreses y también de los propios residentes.

El drama en Tierra Santa

Tierra Santa celebra mañana una Navidad más apagada que nunca, con las fronteras cerradas a los extranjeros y la dolorosa ausencia de los peregrinos cristianos que siempre en estas fechas festejan en Jerusalén y Belén el nacimiento de Jesús.

El coronavirus y las restricciones marcan unas fiestas navideñas sin precedentes: los alrededores de la Basílica de la Natividad de Belén -donde según la tradición nació Jesucristo- están casi vacíos. Y pese a que se mantienen las decoraciones tradicionales, como el luminoso árbol de Navidad, el ambiente tiene tintes fantasmagóricos y contrasta con la atmósfera alegre y calles abarrotadas de años anteriores.

En la ciudad cisjordana, en estricto confinamiento desde el domingo para frenar la rápida propagación del virus, destaca un paisaje plagado de persianas bajas: locales comerciales de recuerdos, de productos navideños o de iconografía religiosa están cerrados ante la falta de visitantes.

La pandemia relegó los lugares más sagrados del cristianismo a la pequeña comunidad cristiana local, que es en su mayoría ortodoxa y celebra la Navidad en enero. La presencia que más se echa de menos es la de turistas y peregrinos de todo el mundo, que en esta época solían llenar templos, participaban en los tradicionales eventos religiosos y recorrían las calles de la Ciudad Vieja de Jerusalén, de Nazaret o del casco antiguo de Belén con fervor y curiosidad.

Pero esta estampa no se ve desde hace meses: Israel -que también controla las fronteras de los territorios palestinos- veta el acceso de turistas desde marzo para detener la propagación del virus, algo que ha imposibilitado los viajes de los peregrinos, y ha cerrado aún más sus accesos esta semana por temor a la variante del virus detectada en Gran Bretaña.

La situación "es muy triste", confiesa a Efe Bernard Sabella, palestino católico de Jerusalén, sociólogo y experto en cristianismo local. Lo que hace de la Navidad en Tierra Santa algo especial, comenta, "es la gente que llega de todo el mundo", algo que espera pueda volver suceder el año próximo.

El custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, lamentó el miércoles en su tradicional mensaje anual previo a la Navidad que "por primera vez tras muchos años, la ciudad de Belén, en esos días en los que todo el mundo dirige sus ojos hacia ella, está vacía".

Sin embargo, destacó que "gracias a Dios no está vacía la gruta de la Natividad, porque la comunidad cristiana local, a pesar de las terribles dificultades económicas que atraviesa, continúa viviendo en la ciudad en la que Jesús nació".

Tanto las autoridades palestinas como israelíes se lamentaron también por la dificultad de llevar a cabo las habituales celebraciones navideñas y enfatizaron el profundo contraste frente a años anteriores.

Según el Ministerio de Turismo israelí, unos 165.000 turistas visitaron el país en estas fechas el año pasado, para celebrar las fiestas en Jerusalén, en Nazaret y en la Galilea, diferencia que han intentado compensar este año con una fuerte inversión para impulsar el turismo interno. Este podría desaparecer también si se impone finalmente un tercer confinamiento, como pide el Ministerio de Salud, para hacer frente a la creciente morbilidad.

165.000personas visitaron Tierra Santa el año pasado
Por su parte, el alcalde de Belén, Anton Salman, explicó a Efe que de los casi 8.000 visitantes que pasaron la Nochebuena en la ciudad en 2019 se pasará este año a apenas unos pocos cientos.

Más allá del daño que ha causado la pandemia a su economía, con el desempleo aún en alza y ya rozando el 40%, Belén ha decidido mantener las celebraciones habituales, con el programa de actividades casi idéntico a años anteriores, incluyendo presentaciones musicales y la participación de grupos de "boy scouts" palestinos. Estas ceremonias, tal como sucedió con el tradicional encendido del árbol en la Plaza del Pesebre, serán retransmitidas por internet para todo el mundo y buscan, sobre todo, alegrar un poco esta apagada Navidad.

Un Vaticano vacío

En tanto en la sede del catolicismo, el Vaticano, la situación también es distinta a la de años anteriores. La pandemia de coronavirus obligará a que el Papa Francisco celebre una insólita Navidad sin fieles y de puertas para dentro, ya que tampoco se asomará a la plaza de San Pedro para la tradicional bendición Urbi et Orbi en una Roma confinada.

La plaza de San Pedro, que en estas fiestas navideñas se llenaba de visitantes que venían a admirar su pesebre y su imponente árbol iluminado y de fieles que acudían a las celebraciones religiosas de estas fechas, quedará completamente vacía.

Así, debido al toque de queda que en Italia comienza a las 22:00 horas, la misa del Gallo oficiada por el Papa -uno de los eventos católicos más importantes del año y que reunía a miles de personas- se celebrará a las 19:30 horas (15:30 en Chile) ante pocos fieles en uno de los ábsides de la basílica de San Pedro y no en el altar central.

Una misa para pocos íntimos que nada tendrá que ver con las solemnes ceremonias de otros años con el Pontífice rodeado de niños que llevaban las ofrendas al niño Jesús.

Al día siguiente, el 25 de diciembre, el Papa leía su mensaje de Navidad asomado al balcón de la logia central de la fachada de la basílica, el lugar donde los pontífices son presentados al mundo tras su elección. Esta vez, Francisco presidirá esta ceremonia e impartirá la bendición Urbi et Orbi, a la ciudad y al mundo, desde el Aula de las Bendiciones en la basílica, ya que nadie podrá acceder a la plaza porque esos días el Gobierno italiano ha decretado el confinamiento total y sólo se puede salir de casa por motivos de trabajo y de emergencia.

Los rezos del ángelus del 26 y 27 de diciembre, así como los del 1, 3 y 6 de enero de 2021, tendrán lugar en la biblioteca del Palacio Apostólico ya que Italia seguirá confinada.

Mientras que el jueves 31 de diciembre, Francisco celebrará las primeras vísperas y el Te Deum en acción de gracias del año que concluye, a las 17:00 horas (13:00 horas en Chile) de nuevo en una desierta basílica vaticana. Tampoco será posible, como en los años anteriores, que el Pontífice acuda ese día a la plaza de San Pedro para ver el pesebre que se ha instalado y saludar a los fieles.

Aunque será una Navidad completamente diferente, el Papa ha pedido que estas medidas restrictivas debido a la pandemia sirvan, sin embargo, para que los católicos vuelvan a descubrir la verdadera celebración del nacimiento de Jesús.

"En este año de restricciones e inconveniencias pensemos en la Navidad de la Virgen María y San José: ¡no fue fácil! ¡Cuántas dificultades! ¡Cuántas preocupaciones! Sin embargo, la fe, la esperanza y el amor los han guiado. ¡Que sea así también para nosotros", dijo Francisco el pasado miércoles en la audiencia general.
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