SANTIAGO.- A sólo una semana de su llegada a Perú para una visita apostólica, Francisco ordenó la intervención por parte del Vaticano al movimiento católico Sodalicios de Vida Cristiana de ese país.
El grupo, cuestionado por las denuncias de abuso sexual que pesan en contra de su fundador, el laico Luis Fernando Figari, tiene presencia en Chile desde la década del 2000.
Según informó La Tercera en 2013, previo a la publicación del libro peruano "Mitad monjes, mitad soldados" (2015) que reveló los casos de abusos contra menores y ex integrantes del grupo, la llegada a Chile de los sodalicios está ligada al ex arzobispo de Santiago, cardenal Francisco Javier Errázuriz.
Errázuriz era secretario de la Congregación de Vida Religiosa cuando en 1997 Figari llegó ante el organismo para tramitar la configuración legal del Sodalicio de Vida Cristiana. Así, dos años después, fue también el cardenal quien autorizó la entrada del movimiento a Chile, que ya contaba con algunas comunidades en Santiago.
Jaime Baertl, el asistente general del grupo peruano, precisó que además el ex arzobispo fue uno de los consejeros del fundador de los sodalicios y quien lo ayudó a conformar estructuralmente la organización, que se caracteriza por tener a laicos en los mandos más altos.
El Sodalicio en Chile
Los sodálites, como se les llama a quienes integran el movimiento, viven en dos comunidades en Chile, una en Lo Barnechea, donde se ubica la capilla Madre de Dios en el sector de Los Trapenses, y una en Maipú, que cuenta con la Parroquia Madre de los Apóstoles.
Luego de establecidas estas comunidades, en 2010 el Sodalicio creó el Colegio Saint Joseph en Huechuraba, que en la actualidad cuenta con 472 alumnos matriculados. Antes de la fundación del establecimiento, ya habían trabajado en el área pastoral de colegios como el Apoquindo, la Scuola Italiana y el Santiago College.
La agrupación también cuenta con un brazo femenino de religiosas en Chile, llamadas Siervas del Plan de Dios.
En 2010, Figari conoció a Alicia Romo, fundadora y ex dueña de la Universidad Gabriela Mistral (UGM), quien en 2012 terminó por traspasar la administración de la casa de estudios privada al movimiento sodálite. Según afirmó en ese entonces la agrupación católica, Romo nunca solicitó un monto de dinero por el traspaso, sino que puso como único requisito que el Sodalicio inyectara recursos en la institución.
Fue justamente Baertl, asistente general del Sodalicio de Vida Cristiana y uno de los altos mandos del movimiento, quien estuvo a cargo del traspaso de control de la UGM, por su conocido talento para los negocios.
Baertl, quien es sacerdote, pasó a presidir el directorio de la universidad. En la página de la UGM, aún aparece con ese cargo, sin embargo, en un reportaje en El Mostrador el año pasado, fuentes del establecimiento aseguran que a principios de 2017 se celebró un almuerzo de despedida para el religioso, ya que tendría una nueva misión en Colombia.
Así, la red del Sodalicio ha ido expandiéndose en los últimos años en el país, hasta que en 2015 se dieron a conocer los casos de abuso perpetrados por su fundador. Sin embargo, no es el único sodálite acusado.
Germán Doig, vicario general del movimiento peruano y figura ejemplar del grupo que murió en 2001, tenía abierta una causa de beatificación cuando también fue acusado por abusos sexuales. Tanto las víctimas de Figari como de Doig afirman que Baertl, que integraba la cúpula de poder dentro del Sodalicio de Vida Cristiana, tenía conocimiento de las denuncias.