La denominada "zona cero" en las cercanías de la Plaza Baquedano hoy luce distinta. Los rastros de lo que fue un marzo con manifestaciones de mucha afluencia y las marcas del 18-0 en las calles aún están presentes, pero luego de que el país entrara en Fase 4 por la amenaza del coronavirus y se decretara estado constitucional de catástrofe, los vecinos del sector aseguran vivir más tranquilos y respirar un aire limpio, sin olor a lacrimógenas.
De hecho, autoridades de Gobierno, pero también sectores de oposición, han realizado llamados a deponer las manifestaciones mientras dure la amenaza del Covid-19 que hasta el momento registra 922 contagiados y dos víctimas fatales.
"Ya no hay olor a lacrimógena"
Nicole Dumont, quien es educadora de Párvulos y vive en la calle Obispo Salas, cuenta que "el lunes pasado hasta más o menos miércoles igual hubo movimiento" y mencionó que "en los primeros días se escuchaban a los Carabineros dando vueltas con las sirenas, pero ya cada vez menos, quizás una vez cada dos días".
"Personalmente yo bajo siempre porque estoy al lado, y voy harto a marchar o a las convocatorias, pero he estado en la casa por miedo a contagio, entonces no sabría decirte 100% si hay o no gente. Pero, en el departamento al menos ya no hay olor a lacrimógena que era lo más desagradable", añadió.
540 Casos confirmados en la Región Metropolitana
Verónica Neuenschwander, diseñadora Integral de la Universidad Católica vive también a unas cuadras en barrio Lastarria y según relató, "llevo respirando prácticamente lacrimógenas todos los días desde el 18 de octubre. Ahora con el coronavirus hay mucha menos gente, casi no hay. Igual se escucha la gente gritando y alguno que otro disturbio, pero no más de 10 personas. El toque de queda estuvo muy tranquilo".
Otros vecinos que han experimentado los problemas del sector tras el 18-O son aquellos del barrio San Borja. José Monsalve, quien vive ahí hace más de ocho años, sostuvo que el último escenario de violencia se vivió el viernes 13 y que el olor a lacrimógena ya se respira menos, debido a las limpiezas por parte de la municipalidad y la menor cantidad de manifestaciones.
"El coronavirus hizo en un día lo que el gobierno no hizo en cinco meses", comentó tras ser consultado sobre el fin de las manifestaciones por la pandemia.
Giselle Dussaubaut, también vecina de San Borja y quien ha sido la vocera de la comunidad en varias reuniones con las autoridades, destaca el "beneficio" del nuevo escenario. "Dentro de todo lo negativo que es el Covid-19 ha traído su lado bueno que jamás lo imaginamos, el Estado de Emergencia nos ha permitido dormir. Nosotros los vecinos del barrio san Borja no teníamos un buen dormir desde hace más de cinco meses", sostuvo.
"Desde que se instaló la cuarentena ha disminuido mucho la gente en las calles. Paradójicamente una tragedia nos trajo la tranquilidad que llevábamos cinco meses sin encontrar", añadió.
José Opazo, periodista de la Universidad Católica vive, en las cercanías del barrio Lastarria, narró que "post estallido había mucha vida, mucho comercio ambulante, pero en las últimas semanas nada, unas dos tres personas con un pañito en el suelo".
"Cuando empezaron aparecer los primeros casos de coronavirus, algunas personas andaban con mascarillas, ahora casi todas. Hay un flujo mínimo de gente, cuando antes eran miles de persona por ese sector ahora prácticamente no hay", continuó.
En cuanto a cómo vivió el primer toque de queda por Covid-19, sostuvo que "salí a comparar algo a las 20.00, y estaba todo cerrado, previo al 18 de octubre por el sector tenías lugares funcionando hasta las 3.00 de la mañana, anoche no estaba ni el McDonald’s abierto. Solo había algunos conductores de Uber Eats. En cuanto a ruidos, mucha calma mucha tranquilidad, nadie en las calles, no lo vi ni lo sentí".