El 28 de octubre de 2019, a diez días del inicio del estallido social en el país, el Presidente Sebastián Piñera decidió nominar a su entonces ministro Secretario General de la Presidencia, Gonzalo Blumel, como nuevo titular de Interior, en reemplazo del cuestionado jefe de esa cartera, Andrés Chadwick.
Y exactamente nueve meses después, el Mandatario determinó solicitar su renuncia, luego de la severa crisis que se generó al interior de Chile Vamos tras la derrota que sufrió el Gobierno con la aprobación de la ley que permitirá el retiro del 10% de los fondos de pensiones a partir de este jueves para enfrentar los efectos de la pandemia.
Tanto su llegada como su salida se produjeron en medio de sendas crisis, las cuales
lo dejaron con escaso margen para lograr sus objetivos. Y aunque consiguió algunos hitos, su gestión estuvo siempre marcada por la presión que significó comandar un gabinete en medio de dos de los episodios más traumáticos de los últimos años.
Al comenzar su gestión, en el oficialismo confiaban en que un rostro joven ligado a un partido nuevo de centroderecha como Evópoli podría ayudar a amainar la serie de protestas y hechos de violencia que se registraban diariamente en distintos puntos del país. Sin embargo, el solo hecho de su llegada al cargo no produjo el efecto deseado.
No obstante, durante las dos semanas siguientes, Blumel se concentró en lograr un acuerdo político amplio que lograra bajar la intensidad de la crisis, lo cual se concretó durante la madrugada del 15 de noviembre, cuando la mayoría de las fuerzas políticas representadas en el Congreso dieron inicio al proceso constituyente.
El secretario de Estado estuvo detrás de esas conversaciones y es apuntado como uno de los artífices del consenso, lo cual lo empoderó por algunas semanas en el cargo. No obstante, desde el inicio se enfrentó a la resistencia que generaba en la UDI, partido que resintió su pérdida de influencia en el comité político tras la salida de Chadwick.
Los efectos de la pandemia
Durante los meses del verano, el ex ministro del Interior enfocó sus fuerzas en reforzar sus competencias en materia de orden público. Le dio un nuevo impulso a la reforma de Carabineros y elaboró un plan para enfrentar la nueva ola de protestas derivadas de la crisis social que se esperaba para marzo.
En ese contexto, enfrentó complejos episodios de desordenes en el desarrollo de la PSU y el Festival de Viña, los cuales obligaron a un despliegue especial de seguridad. Sin embargo, los problemas que tendría que enfrentar en marzo no estarían vinculados a las manifestaciones, sino a algo incluso más grave: La llegada del covid-19 a Chile.
Si bien el inicio del estado de excepción constitucional de catástrofe le dio una tregua en términos de orden público, la emergencia sanitaria abriría nuevos surcos en su relación con los partidos de Chile Vamos, los cuales comenzaron a evidencias diferencias sustantivas en la forma de encarar los efectos de la pandemia.
Mientras algunos sectores defendieron la estrategia del Gobierno, otros comenzaron a acusar lentitud y falta de comunicación. De hecho, fueron los propios alcaldes de la coalición los que comenzaron a advertir que las ayudas del Ejecutivo a la población para enfrentar la falta de recursos no serían suficientes.
En ese contexto, Blumel y el ministro de Hacienda, Ignacio Briones, comenzaron a trabajar en un acuerdo transversal para un paquete integral de ayuda económica. Para ello, el ex titular de Interior lideró las gestiones políticas con la oposición, logrando consensuar un paquete de 12 mil millones de dólares con las fuerzas de oposición.
Sin embargo, la tramitación de una serie de proyectos de ley presentados desde la centroizquierda para complementar la ayuda a las personas y otros que afectaron directamente a los partidos de Chile Vamos, comenzaron a horadar su relación con el oficialismo, la cual se deterioró de manera irreversible.
Uno de ellos fue el avance del proyecto de postnatal de emergencia, el cual contó con votos de parlamentarios del sector y que obligó al Gobierno a presentar una propuesta alternativa que no concitó respaldo. Luego, llegó la decisión del Ejecutivo de vetar el límite a la reelección de alcaldes, lo cual motivó la molestia de la UDI.
Tras esa decisión, el gremialismo declaró oficialmente su distanciamiento del Gobierno, acusándolo de "falta de conducción política", en una crítica directa hacia Blumel, a quien apuntaron por desestimar el veto para favorecer a su partido con miras a las elecciones municipales del próximo año.
"Yo creo que me ha tocado ejercer en los nueve meses más difíciles de los últimos 30 años"
Gonzalo Blumel, ex ministro del Interior
De ahí en adelante, su tarea se puso cuesta arriba. Un día antes de la aprobación del 10%, el 7 de julio, el ex ministro fue cuestionado por diputados oficialistas en una sesión especial por los hechos de violencia en La Araucanía, y al día siguiente se produciría la aprobación en la Cámara Baja del retiro de los fondos de las AFP.
Ese hecho fue decisivo para su continuidad en el gabinete. Tras el apoyo de legisladores de la UDI y RN a ese proyecto, Blumel no dudó en suspender las reuniones del comité político con Chile Vamos y habló de construir una "coalición más chica", con miras a apartar a quienes no se cuadraran con el Gobierno.
En ese punto, las críticas a su gestión ya eran abiertas. Una de ellas vino de uno de sus antecesores, Rodrigo Hinzpeter, quien afirmó que se trataba de un "ministro ausente". A ello se sumó el nuevo revés que consiguió el Ejecutivo, con el rechazo del veto al proyecto que evita el corte de servicios básicos durante la pandemia.
Tras conocer lo dichos de Hinzpeter, Blumel respondió que "yo creo que me ha tocado ejercer en los nueve meses más difíciles de los últimos 30 años. Por lo tanto, me llaman la atención esas declaraciones. No las comparto". No obstante, las dudas ya estaban instaladas y aceleraron su salida del cargo.