Dos adultos que estuvieron muy graves tras contagiarse por covid-19 en los meses "peak" de la pandemia, hoy pueden contar lo que vivieron, un poco más aliviados. Ellos son un ejemplo de las miles de personas que han pasado por las UCI y UTI del país durante esta pandemia por covid-19, que hoy cumple 6 meses exactos desde el primer caso en Chile.
José Aynaya (54) y Carlos Ramos (65) quisieron narrar la historia de cómo vivieron sus peores momentos internados, el proceso en los que estuvieron profundamente sedados -incluso con alucinaciones- y cómo hoy, cuatro meses después de contagiarse, siguen lidiando con las consecuencias que les dejó una traqueotomía, y la propia infección.
José Aynaya: "Cuando desperté, pensé que estaba en Arica"
José es enfermero y matrón, vive junto a su señora y sus dos hijos en la comuna de Renca. Cuenta a
Emol que cree haberse contagiado en el hospital de La Florida el día 29 de abril, cuando una compañera de trabajo llegó enferma, pero aún sin saberlo. El 2 de mayo comenzó con síntomas, al día siguiente se hizo el PCR, y el 5 ya estaba hospitalizado.
"Ya no podía manejar la fiebre, me daba duchas para que pasara y nada. Entonces me fui a la Clínica Vespucio, donde una radiografía de tórax arrojó una mancha que podría ser neumonía, pero como ya tenía covid, quedé hospitalizado. Los días siguientes empecé a retener oxígeno, y pasé de usar naricera, a cánula de alto flujo y a un sistema de ventilación mecánica no invasiva", destaca. Pero nada de eso resultó. Debieron intubarlo.
"De ahí en adelante no recuerdo más. Hasta que desperté la segunda semana de julio. Todo ese tiempo estuve sedado, como paralizado", agrega. Lo que sí sabe, es que tuvo alucinaciones durante ese periodo en el que, en el mundo real, le estaban practicado una traqueotomía, justo a fines de mayo, periodo en que también empeoró su estado.
"Estuve muy grave, estuve tan grave que algún momento dado llamaron a mi esposa para decirle sólo me quedaban como 24 o 48 horas de vida, y que tenía que despedirse"
José Aynaya
José narra sus alucinaciones: "Yo estaba en Arica, como que allá tenía una vida, incluso estaba más joven, y en algún momento dado incluso tenía una relación. También estuve grave allá, como en un hospital, y también me hacían firmar un documento para jubilar. Cuando desperté, yo pensaba que estaba en ese lugar, en Arica, pero no, yo había sido trasladado al Hospital del Trabajador".
"Estuve muy grave, estuve tan grave que algún momento dado llamaron a mi esposa para decirle sólo me quedaban como 24 o 48 horas de vida, y que tenía que despedirse", comenta.
Una vez dado de alta, el 16 de julio, y luego de permanecer 10 días en cuidados intermedios, logró ir a su casa. Pero el sólo hecho de cruzar de la puerta hasta su habitación "fue como su hubiese corrido una maratón", explica. Debió usar andador, y poco a poco logró hacer actividades independientes.
Hoy, José sigue en rehabilitación. Poco a poco avanza en recuperar masa muscular. Eso sí, aún no puede respirar profundamente. "Los doctores piensan que puede ser reversible, me mandaron a hacer un escáner para ver si tengo que ir a broncopulmonar. Comencé a tener mareos, y me dijeron que podría tener un síndrome veritigionoso post covid".
Carlos Ramos: "No me daban muchas posibilidades de sobrevivir"
El caso de Carlos también fue duro para él y su familia, y temió porque el covid le ganara la batalla, debido su edad. Dice que cree haberse contagiado el 8 de mayo, cuando fue a un Cesfam cercano a su casa en Renca, por un fuerte dolor de estómago. El 13 de mayo, se trasladó nuevamente al recinto, luego que en su familia se despertarla la alerta tras escucharlo hablar incoherencias.
"Se me pasó la sedación y me saqué todos los aparatos, y me dañé la garganta. Me tuvieron que hacer una traqueotomía, previa autorización de mi señora. Yo reaccioné en la UCI, con delirios, porque los remedios son tan fuertes, que uno alucina"
Carlos Ramos
"El doctor me dijo que 'no podía haber llegado más a tiempo' y me trasladaron de inmediato al Hospital Félix Bulnes", relata. Por esos meses, con hospitales saturados, Carlos también debió esperar cerca de una hora en una ambulancia, antes de poder ser atendido. Una hora más tarde su saturación de oxígeno era de 88, sumado a una fiebre alta.
Cinco días después, Carlos estaba intubado, pero esto lo debieron hacer dos veces. "Se me pasó la sedación y me saqué todos los aparatos, y me dañé la garganta. Me tuvieron que hacer una traqueotomía, previa autorización de mi señora. Yo reaccioné en la UCI, con delirios, porque los remedios son tan fuertes, que uno alucina. Uno piensa que son la realidad", comenta.
Después de salir del hospital, estuvo 14 días en cuarentena, en casa, pero recibió controles cada dos días a domicilio, desde el Cesfam. "Yo tenía la herida de la tráquea, hasta el día 14 de agosto, que se me dio el alta definitiva. Pero sigo con terapia. Este jueves empiezo con kinesiología, porque sentí una debilidad tremenda. Como un niño chico, tuve que aprender a caminar nuevamente, y aún no estoy recuperado".
Carlos enfatiza en su gratitud con el equipo médico que lo atendió, lo que incluso lo llevó a escribir una carta a la directora del Hospital Félix Bulnes. "Para mí fue una grata sorpresa la atención que recibí, mientras viva estaré agradecido del hospital. Era un acontecimiento que yo hubiera sobrevivido por las condiciones en las que llegué, le decían a mi señora que rezara, no me daban muchas posibilidades a mis 65 años de poder sobrevivir".
Los aprendizajes: "Es como una ruleta, no se sabe qué te va a tocar"
"El mensaje que doy es que hay que mantener el autocuidado. La gente no lo hace porque no le ha pasado nada a ella o a un familiar. Probablemente necesitan eso para ver que este virus en tan dañino que puede dejar secuelas y hasta matar a una persona. No ataca sólo a los adultos mayores, sino que también a jóvenes, y no se sabe cuán nocivo puede ser cuando uno se contagia. Es como una ruleta, no se sabe qué te va a tocar", dice Juan.
Además, reflexiona sobre su propia vida y cómo era antes de esta experiencia. "Esto a uno le enseña, porque he sido siempre muy trabajólico, yo hacía como 90 horas semanales de turno. A lo mejor uno se despreocupa de cosas que son importantes, y lo más probable es que deje de trabajar en un lado, y destinar el tiempo para vivir".
El mensaje de Carlos va en el mismo sentido, y llama a la gente a que "se cuiden al máximo". Además, dice que "aún no le toman el peso a lo que es esta enfermedad, que si las autoridades dicen que no hay que salir, que no hay que reunirse, no lo hagan". Agrega que "quedan secuelas, no es una enfermedad donde uno dice 'estoy ok y puedo retomar mi vida tranquilamente'".