Un grupo de manifestantes con banderas y la camiseta de la selección saltando y repitiendo las palabras que se volvieron a convertir en un himno tres décadas después de que la canción fue lanzada: únanse al baile de los que sobran, nadie nos va a echar de más, nadie nos quiso ayudar de verdad. Pero ni las camisetas ni las banderas eran de Chile. Enarbolando los colores rojo y blanco, los peruanos llevaron la canción de Los Prisioneros a un lugar de protagonismo en sus manifestaciones.
Es uno de los videos que han llegado a Chile desde que el pueblo peruano se volcó a las calles para protestar por la vacancia del ex Presidente de la República, Martín Vizcarra, decidida por el Congreso. Las manifestaciones han sido masivas y tenido consecuencias fatales, llevando al país a un estado de crisis tal que el Presidente que había asumido de manera interina, Manuel Merino, renunció a menos de una semana de llegar al puesto.
Pero la canción que se convirtió en un himno en las protestas chilenas en octubre pasado no ha sido la única semejanza, ni cultural ni política, entre ambos escenarios: el día sábado, en medio de un círculo de manifestantes, un video mostraba a un corpóreo de Pikachu bailando, emulando al personaje que se hizo famoso en Chile. Otra imagen registraba a dos hinchas de Alianza Lima y de Universitario, clubes rivales, protestando uno al lado del otro, tomando los dos extremos de la bandera peruana.
Para el director regional de IDEA Internacional, Daniel Zovatto, cuando en 2019 se vio una "marcada turbulencia" en Latinoamérica, en Perú hubo un "choque de poderes" entre Vizcarra y el anterior Congreso, que se resolvió con la disolución del Legislativo y la convocatoria a elecciones para formar uno nuevo. "Curiosamente, en la calle no había el nivel de turbulencia de los otros países", dijo el analista a El Mercurio. Se debió, a su juicio, a que la economía peruana "disimulaba y anestesiaba este caos político", teoría similar a una de las que se barajó en Chile el año pasado.
"En Perú vimos dos cosas muy parecidas al resto de América Latina: una, una clase política encerrada en su burbuja, que no entiende lo que está pasando, como el primer ministro que dijo que 'no entiendo por qué están enojados'; y una policía que no está entrenada para hacer frente de manera competente a estas manifestaciones", explicó Zovatto. El escenario "termina llevando a violaciones a los derechos humanos".
Reconoció también otra similitud: que los jóvenes salieron a la calle y que el movimiento, que es eminentemente inorgánico, protesta por el cansancio de la clase política. "Creo que van a empezar a venir una serie de peticiones, incluso de reforma constitucional, porque el modelo chileno aquí juega con efecto espejo. Todas estas crisis en América Latina de una manera u otra se van contagiando", apuntó.
El académico de la Universidad de Lima,
Martín González, lo resume así: "Comenzamos a vivir algo que ustedes han vivido, esta sensación de que hay una nueva generación —acá se la comenzó a llamar 'Generación del Bicentenario'— que presiona al establishment político para que sea escuchada". En conversación con
radio Universo, el abogado y cientista político explicó que ve en el rol de la juventud la principal semejanza entre los procesos de ambos países.
"Creo que estamos siendo testigos del nacimiento de una nueva forma de participación política. Hace ya mucho tiempo que en la ciencia política se señala que la representación está en crisis. Pues bien, los jóvenes —voy a hablar del caso nuestro— cuando no se sienten representados, buscan expresarse por canales diferentes. En este caso, el catalizador de la protesta fue la vacancia, pero si no hubiera sido ese podría haber sido cualquier otro tema", concluyó. "Ellos son el espíritu de la protesta".
