GINEBRA.- Terapias contra el cáncer, una prótesis de rodilla o el trasplante de un riñón: lo que a millones de pacientes en todo el mundo les parece algo lógico y normal sería mucho más complicado si no se hubieran descubierto hace 90 años los antibióticos.
Con estas substancias es posible mantener en jaque a bacterias potencialmente mortíferas que pudieran propagarse durante intervenciones quirúrgicas. "Sin ninguna duda se trata de uno de los descubrimientos más importantes en la historia de la medicina", reconoce Marc Sprenger, director del Secretariado para Resistencia a los Antimicrobianos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Ginebra.
Sin embargo, desde hace algunos años los expertos en salud están alarmados debido a que el arma contra las infecciones mortales amenaza con perder eficacia. Esto luego de que se demostrara que la resistencia a los antibióticos está aumentando rápidamente.
¿Cómo es esto? Pues en la actualidad son muchas las bacterias ya no se dejan erradicar y gran parte de la culpa la tiene el ser humano. "En el peor de los casos, la gente morirá nuevamente por infecciones sencillas, por ejemplo, de la vejiga, una neumonía o septicemia, debido a que los medicamentos ya no surten efecto", lamenta Sprenger.
Fue precisamente un investigador escocés de bacterias quien descubrió -en septiembre de 1928- que en un cultivo bacteriano en su laboratorio se había formado un hongo que había destruido a las bacterias. El hongo se llamaba penicillium. Alexander Fleming, quien falleció en 1955, enseguida se dio cuenta de la enorme importancia de su descubrimiento. Si bien la primera penicilina tardó 14 años en llegar al mercado, Fleming fue galardonado en 1945 con el Premio Nobel de Medicina.
Después de la penicilina fueron descubiertos más compuestos en la lucha contra las bacterias. Sin embargo, las bacterias desarrollan, desde tiempos inmemoriales por vías naturales, estrategias de supervivencia frente a substancias que son dañinas para ellas, es decir, que se vuelven resistentes.
¿Cómo se potenciaron las "súper bacterias"?
A este problema contribuyen médicos, pacientes y campesinos, aseguran los expertos. Los campesinos, porque desde hace mucho tiempo utilizaban antibióticos en la cría masiva de ganado para proteger a sus animales de epidemias. Los antibióticos entran a través de la carne en la cadena alimenticia de los seres humanos y permiten que las bacterias se vayan acostumbrando a ellos.
En cuanto a los médicos y los pacientes, el problema es diferente. "Se trata de un fenómeno cultural", comenta Sprenger. "Aunque muchas infecciones desaparecen por sí solas después de un par de días, los pacientes muchas veces piden antibióticos y los médicos suelen estar dispuestos a cumplir este deseo".
En los países con menor desarrollo económico, muchos pacientes no tienen seguro de enfermedad y cuando tienen que pagar de su propio bolsillo una visita al médico, muchas veces piden que les receten antibióticos y otros medicamentos, con la intención de detener de inmediato el mal que les afecta.
En el sur y el centro de Europa, por ejemplo, en países como España, Italia, Grecia, Hungría, Rumanía y Polonia, más del 50% de determinados grupos de bacterias ya son resistentes a ciertos antibióticos. En otras regiones europeas, como Alemania, Holanda y Escandinavia, ese índice generalmente se sitúa muy por debajo del 10%.
En muchos países los antibióticos se pueden conseguir en la esquina de una calle o en el mercado. En otras naciones hay fabricantes sin escrúpulos que diluyen las substancias activas de los antibióticos. Un medicamento falso y una dosificación errónea hacen que las bacterias se vayan adaptando a las medicinas y sobrevivan.
Lo que necesitamos ahora, explica Sprenger, son nuevas substancias activas con nuevos mecanismos activos. Sin embargo, en este aspecto la ciencia prácticamente no ha avanzado nada en los últimos 30 años, señala el especialista de la OMS.
"Hay nuevos medicamentos que están siendo investigados pero probablemente en cinco o siete años sólo tengamos uno o dos nuevos preparados potenciales", puntualiza Sprenger, agregando que "necesitamos sistemas de salud fuertes para que sólo los médicos puedan administrar antibióticos después de haber constatado su necesidad".