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Una tensión en aumento

Los modos que se están utilizando para flexibilizar la jornada no contribuyen a mejorar la calidad de vida, no ayudan a la mujer con su trabajo doméstico y la insegurizan.

09 de Mayo de 2005 | 10:00 |
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Nada alentador es el horizonte laboral de la mujer chilena.

Según un extenso estudio realizado por Expansiva, las modificaciones que se han implementado en la jornada laboral tendiendo a su flexibilización, en la mayoría de los casos, han derivado en una mayor tensión entre trabajo y familia.

El establecimiento de turnos, jornadas parciales o interrumpidas, o de ingresos y salidas desplazadas sólo han conseguido insegurizar a hombres y mujeres y han implicado, de paso, un detrimento de su vida personal.

Diversos investigadoras de Expansiva (corporación privada encabezada por el economista Andrés Velasco y que promueve el debate de temas públicos) publicaron hoy cuatro ensayos en los que abordan las complejidades que enfrenta la mujer que desea ser madre y trabajadora.

Las profesionales concluyen que los obstáculos que se presentan hoy en el mercado laboral deben ser subsanados a la brevedad si se desea recuperar las tasas de crecimiento económico vistos años atrás del orden del 7%. Es más, la economista Mariana Schkolnik sostiene que será difícil conseguir esa meta con un 64% de las mujeres inactivas desde el punto de vista del trabajo remunerado.

Las consecuencias derivadas del actual escenario no sólo se pueden apreciar, según las expertas, en el ámbito personal (menor calidad de vida), sino que también tendrán un impacto global en la sociedad.

De mantenerse el rígido modelo imperante en Chile que aún asigna a la mujer el rol de cuidadora y al hombre, el de proveedor, las tasas de natalidad y matrimonio podrían caer más, tal como ha sucedido en Japón, Italia y España.
Trabajo versus hijos
Un capítulo aparte del estudio de Expansiva lo constituye el cuidado de los hijos. La trabajadora social Carolina Rojas hace ver que todavía en Chile se asume, erradamente, este tema como un asunto del ámbito de la acción privada y de responsabilidad de la mujer.

Indica que el debate no debe feminizarse y que, por el contrario, se debe asumir con una mirada social. Plantea que debe existir un cuestionamiento de los roles tradiciones de género, es decir, de la responsabilidad paterna en el cuidado de los hijos de modo de establecer políticas públicas que los contemplen también a ellos como beneficiarios de la atención parvularia.

Hace ver que la atención parvularia, que genera una gran tensión entre la vida laboral y familiar de la mujer, ha adquirido importancia debido a los derechos que tienen los niños a acceder a mayores niveles de igualdad en su educación, pero que el debate no comprende algunos aspectos elementales.

Advierte que debido a que en Chile la educación parvularia no es obligatoria y a que hay gran incertidumbre sobre la responsabilidad de quienes ejercen el cuidado de niños (casos de desprotección y negligencia), es necesario avanzar en una política pública que considere la regulación del servicio que entrega el sector privado; el otorgamiento de lineamientos curriculares para orientar el trabajo con los niñso; y diseñar un sistema de evaluación del servicio.


Mariana Schkolnik, la socióloga Ximena Díaz y la economista Rosalba Todaro ponen el acento sobre el modelo de jornada laboral que rige en Chile y que, a la par, es una de las más extensas y menos productivas del mundo.

Díaz y Todaro hacen presente que las nuevas formas flexibles de producción y organización del trabajo plantean una serie de riesgos para los hombres y las mujeres porque, no sólo invaden sus espacios personales destinados a la familia y la articulación social, sino que el cuidado de la salud y el descanso.

Indican que este proceso –que comprende nuevas modalidades de turnos, jornadas flexibles o de ingreso y salida desplazados- afectan en mayor manera a las mujeres que conservan la responsabilidad asignada por la sociedad de cuidar a los niños y hacer el trabajo doméstico.

A la presión que implica cumplir doble jornada, se ha sumado también –apuntan las profesionales- el hecho de que la sociedad chilena se percibe cada vez más insegura y está culpabilizando a las mujeres por los riesgos a los que están expuestos sus hijos.

“Esto opera como un factor de inseguridad para la mujer a la hora de decidir si ingresar o no al mercado del trabajo”, dicen.

Producción versus reproducción

Si bien algunas empresas han adoptado la modalidad de jornada flexible, cuestión que podría conciliar el trabajo familiar con el remunerado, lo cierto es que este modelo está acarreando mayores problemas, porque va asociado a un alto nivel de exigencias, combinado con remuneraciones fijas bajas lo que induce a alargar la jornada.

“Estas modalidades horarias emergentes perturban cualquier posibilidad de vida familiar compartida con la pareja y los hijos y, en la práctica, implican la extensión del tiempo destinado al trabajo remunerado, a la vez que impide el compromiso con cualquier actividad extralaboral”, advierten Díaz y Todaro.

Las integrantes de Expansiva acusan que los sistemas de turnos o los seudoempleos ligados a comisiones se han convertido en un factor de inseguridad, especialmente de las mujeres, quienes enfrenta así una tensión permanente provocada por la doble preocupación derivada del cuidado de los hijos y de su desarrollo laboral.

“La flexibilidad de la jornada de trabajo presenta fuertes rigideces que no dan espacio para adaptarla a las necesidades reproductivas, tanto en lo que se refiere al cuidado de la familia y de la propia salud, como la formación laboral y personal”, sostienen.

Agregan que este proceso de resgularización que se ha implementado en las últimas décadas se ha hecho desde la perspectiva de un sólo sector, el empresariado, y por ello, se debe avanzar en otra línea que permita equilibrar los procesos de producción y de reproducción.

Los cuatro estudios de Expansiva referidos a las "Inseguridades sociales y las mujeres" se encuentran en su página web..


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